Mahlersación, los centros culturales hoy
Por Agustín Pisani
El maltrato es sostenido y el objetivo sigue siendo destruir o dejar en agonía la producción artística y cultural que escape al criterio gubernamental. Pititto Mahler se quedó corto en su respuesta y accionar frente al reclamo de organizaciones como Cultura Unida argumentando que necesitaba tiempo para empaparse del tema. El verticalista “te la debo” se derrama desde Macri hasta cada uno de sus funciónarios. Toda esta opresión no podría ser posible sin su agente indispensable: la Agencia Gubernamental de Control (AGC). Eslabón que también tuvo cambios, pero solo de nombres.
Cambiemos premió a su ex titular Matías Álvarez Dorrego (quien no perdió su cargo pos Time Warp) ya que será jefe de gabinete de la Secretaría de Justicia del Ministerio de Germán Garavano. Entonces ahora el titular de la AGC es Ricardo Pedace, quien fuera subjefe de la Policía Metropolitana en 2013 (año de la represión en el Borda). Pedace tampoco da gestos ni pareciera tener intención de trabajar a favor de la cultura y el arte independiente y autogestivo.
Alejandro Falcone, de Vuela el pez sobre las inspecciones comentó: “Si bien es cierto que en el verano baja notablemente nuestra actividad también, llamativamente, se intensifican muchísimo las inspecciones por parte de la Agencia Gubernamental de Control. El pasado sábado 21 a la madrugada lo sufrimos en carne propia cuando inspectores de la AGC clausuraron Vuela el Pez de manera completamente arbitraria e ilegal, por no tener un patovica en la puerta. La clausura completamente ilegítima nos llevó, en virtud de las trabas y tiempos burocráticos, a estar 6 días parados.”
Matías Mozer de Boddah Club reflexiona al respecto: “La mayoría de los inspectores (por no decir todos) o desconocen la nueva ley (dicen desconocerla, pero en verdad no les creo) o la ¨modifican¨ a su antojo al momento de la inspección. Todo el tiempo piden cosas que la ley expresamente dice que no tienen que pedir. Esto conlleva a clausuras injustas con su contraparte de multas y días sin abrir” y agregó “Ahora nos están pidiendo una multa de 240 mil pesos, la cual para un espacio cultural es impagable, todo porque en una inspección habían 30 personas bailando. La ley claramente dice que los centros culturales pueden realizar la actividad de baile siempre y cuando ésta no sea la programación principal. Ante esta realidad muchos espacios prefieren mantenerse en el anonimato y realizar sus actividades a ¨puertas cerradas¨.”
Ana María Vasquez Duplat, si bien nota que Multiespacio Pasco a fuerza de constancia y trabajo está en mejores condiciones que otros, deja muy en evidencia la coyuntura actual: “Creemos que el Pro en la Ciudad ha consolidado una política de arte y cultura elitista y excluyente que genera un impacto muy fuerte en los centros culturales independientes. Los procesos de habilitación con múltiples trabas burocráticas, la no reglamentación de la Ley de Centros Culturales y las sistemáticas y arbitrarias clausuras de espacios como el nuestro, son una amenaza constante que impide que podamos desarrollarnos libremente y crecer. El GCBA sabe que los centros culturales autogestivos son espacios donde, además de ofrecer acceso al arte, esparcimiento y formación artística, también se construyen acciones políticas, pensamiento crítico y se cultiva lo público como la forma de hacer y de construir. Un gobierno proclive a la mercantilización y privatización de la vida siempre buscará los mecanismos para cerrar nuestras puertas y aunque eso afecta directamente nuestro sostenimiento, nos fortalece en lo colectivo para seguir dando la pelea”.
Resistencia es una actitud común que han tomado nuestros espacios para subsistir en un territorio muy hostil. Incluso el Centro Cultural Matienzo, en palabras de Juan Aranovich, afirma que: “Estamos viviendo una época de lo más hostil en los últimos tiempos”. Juan agrega: “Venimos de un aumento en los servicios de entre 500% y un 300%, aumento en los costos de insumos en alrededor de 40%, una baja en el consumo cultural enorme y sumado a todo esto, el Ministerio de Cultura de la ciudad para el 2017 ha decidido reducir los montos destinados para la cultura independiente”.
Matías Mozer destaca que “Los centros culturales normalmente son gestionados por los mismos artistas, que en esta coyuntura pierden muchísimo tiempo de creación no sólo por lo cuesta arriba que se hace mantener un negocio dentro de la nueva realidad económica, sino también por la cantidad de esfuerzo que significa presentarse a reclamar por las actas que muchas veces se hacen sin sentido. Nosotros tenemos multas por las luces del arbolito de navidad que fueron marcadas como Cables expuestos. Vamos... son luces de navidad, ¿Me explico?”.
En respuesta, los centros y espacios culturales necesitan organizarse en entidades como MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos) entre otros, porque son gruesos los intereses por cerrar o trabar las actividades autogestivas e independientes. Claudio Gorenman, abogado cultural, clarifica al respecto: “MECA es una organización de creación, contención y resistencia. Especialmente en los últimos tiempos, la situación de clausuras sistemáticas, la lucha por una ley habilitatoria, el tarifazo y la disputa por fondos públicos han sido las banderas de MECA. Eso genera visibilidad e influye en la agenda política. Para los espacios que integramos MECA, muchas veces la organización se transforma en el lugar donde encontramos compañeros, gente que ya atravesó situaciones difíciles y que puede acompañar los procesos de consolidación de proyectos culturales que tienen como base la independencia, la autogestión y la cooperación”.
Alejandro Falcone de Vuela el Pez, que integra también el MECA sintetiza esta situación de alerta comunitaria: “Hoy junto con el resto de la cultura nos encontramos en estado de alerta: los constantes tarifazos (ahora se han anunciado nuevas subas, seguimos luchando por una tarifa cultural), las clausuras arbitrarias, la falta de agilización en la implementación de la Ley de Centros Culturales establecen un escenario complicado para nuestros espacios, que luchan por subsistir. Lo cierto es que las políticas culturales actuales en vez de favorecer estos espacios que abrigan distintas formas de expresión artística, nos ponen palos en la rueda, favoreciendo a aquellos locales y grupos económicos que entienden a la cultura como un negocio y no como un derecho”.
Es evidente el interés por derribar nuestras posibilidades de expresarnos e intentar transformar la realidad. Ya lo dijo Cristina: “Es la política, pavotes”, porque estos espacios implican per se diversidad, ambición de crítica y poetización de la realidad. Estos espacios son el motor para pensar cómo queremos transformar la realidad y eso es imperdonable en tiempos de hegemonías reaccionarias. Es precisa y devastadora la visión de Ana María Vasquez Duplat: “El Multiespacio Pasco no solamente es un espacio para la cultura y el arte sino que es el lugar de encuentro, debate y acción del Partido Social de la Ciudad, la Corriente Crítico Feminista La Ría, la organización social Colectivo por la Igualdad, el Centro de Estudios y Acción por la Igualdad y el Grupo de Trabajo Hacia el Buen Vivir. Si las condiciones son desfavorables, todas estas iniciativas perderían su lugar de confluencia y trabajo”. Además señaló Ana María: “Es más fácil tener un boliche que un centro cultural autogestivo.”
Andy Fiorino, gestor cultural alternativo asevera: “Muchos de los espacios alternativos son espacios de contención ya que es donde va la gente a distraerse, compartir e interactuar. Al mismo tiempo son espacios sumamente creativos donde compartir el conocimiento. Todos sirven efectivamente para crear un nexo entre ambas cosas y así dejar generar aquello que a todos nos identifica por más distinto que sea. La cultura. Es importante el hecho de que al mismo tiempo es una gran fuente de trabajo que alimenta a la gente intelectualmente”.
Pero la cultura no puede desaparecer, cuanto más fuerte es la opresión del sistema oficial, más conciencia de unión y resistencia artística y cultural. Según Alejandro Falcone: “Esta suma de factores motiva que prevalezcan justamente aquellos espacios que sólo ven en la cultura, en los espectáculos artísticos, una manera más de hacer negocios, priorizando el dinero por sobre el contenido y entendiendo que sólo debe contenerse a aquello que genere plata. Esta forma de construcción vacía completamente la cultura (entendida como la identidad del pueblo), al promover valores que alientan al exitismo y al individualismo, dejando de lado la diversidad.”
El próximo 11 de febrero se realizará el festival: #LaCulturaNoSeClausura. Será en Julián Álvarez y Córdoba el sábado 11 de febrero de 19 a 22 hs. Van a tocar Tinkunakuy, Tawa, Lastronauta y Tsunami. La cultura no se clausura.