Recomendación de amigo: Mi vida como un perro

 Por Santiago Gómez, desde Florianópolis

El que calificó esta película en Netflix como comedia no la vio. Las risas que puede generar son para poder pasar el mal trago, de esos dolores que los artistas consiguen hacerlos pasar con un gesto cómico porque, si no son intragables. Mi vida como un perro está basada en la novela homónima del escritor sueco Reidar Jönsson, que según se puede averiguar en internet, está hecha sobre su historia de vida. Desconozco si existe una edición en español, después de ver la película salí desesperado a buscar el libro y solo pude conseguirlo en portugués.

Esta historia cuenta la historia de un nene que la madre decide no criar debido a su enfermedad. No es la tuberculosis la que le impide a la madre criar a los hijos, sino que pareciera no tener más fuerza para hacerse cargo de sus dos varones.

Esta es una de esas películas por las que valen los siete dólares Netflix, y para quienes por principios o recursos no están suscriptos, acá está un amigo para ir a buscar en línea estas maravillas para poder compartirlas.

La actuación del pibe es maravillosa. La historia transcurre en un pueblo pequeño de Suecia, donde la comunidad vive de la producción de vidrio. En ese pueblo vive el tío de Ingemar, quien se hace cargo del niño ante la imposibilidad de cuidarlo de su hermana. El padre de Ingemar trabaja en Ecuador en la producción de bananas. El hermano mayor fue enviado con otra parte de la familia, por lo que Ingemar está solo en su nueva vida.

Peliculón. Una de esas obras que demuestran que la historia condiciona pero no condena. Es de esas películas que me dan ganas de contarlas, de conversar sobre sus detalles, sobre los temas que aborda: el amor, el rechazo, la seducción en la infancia, el deseo de ser amado y los esfuerzos de un niño por defender a sus padres por su desprotección. Pero no, acá no estamos para contar películas sino para tentarlos a que las vean.

Consejo: algo dulce cerca.

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