Teatro: “Cartón pintado”, las estrategias de la amistad femenina ante los mandatos sociales

Cartón Pintado es la cuarta obra escrita, dirigida y actuada por Victoria Hladilo, quien luego de una trilogía de obras teatrales premiadas que inició con La sala roja, (8 temporadas, gira por España, Panamá, Brasil y Paraguay) y siguió con La culpa de nada (4 temporadas, ganadora mención de honor del premio ARTEI) y La casa de las palomas (ganadora de la beca FNA), sigue dejando bien en claro que es una artista que sabe desgranar situaciones con un humor filoso que nos increpa a meternos en las contradicciones sardónicas de nuestras vivencias cotidianas. La obra cuenta con las actuaciones de Julieta Petruchi, Mercedes Quinteros y Victoria Hladilo, y la colaboración en dirección de Verónica Mc Loughlin.

En Cartón pintado se problematizan los mandatos que pesan sobre las mujeres y sus imperativos sociales, la hipocresía contenida en los resquicios de cómo están dadas las cosas y, sobre todo, las estrategias de la amistad, ese refugio donde los problemas se reevalúan con los distintos puntos de vista y las experiencias personales de cada una para, al final, ser el principal recurso para salir adelante.

Nos recibe una escenografía de cajas de cartón y maniquíes mientras nos ofrecen un brebaje en vasos de plástico y pasamos los primeros minutos viendo a las actrices en estado lacónico, vestidas de rosa y con estereotípicas pelucas rubias. Suenan unos temazos románticos de los años ‘90 en un clima de cinismo, como si los desgranaran por embusteros.

En el subtítulo de la obra, “demasiado perfectas para ser felices”, se deja dicho todo: la obra ocurre en el depósito de un local de ropa donde tres mujeres que rondan sus cuarenta años discuten en torno a temas como la maternidad, las relaciones y la sexualidad. El personaje de Víctor, un hombre representado por un maniquí (y por la voz en off de Mike Amigorena) viene a visitar a Raquel, que está desesperada por él. Las otras dos amigas hicieron caminos muy diferentes en sus vidas, y mientras que Miriam está soltera, enfocada en la gestión del local y el descubrimiento personal, Belén está casada, con hijos y anhela explorar la vida más allá de eso.

Pero en seguida se nos expone lo que ocurre en la trastienda del local, porque el look Barbie es insoportable de vestir. Las pelucas van y vienen de sus cabezas y los vestidos rosa se deshacen con cada momento intenso, con cada ruptura de los paradigmas, a través de cada exabrupto que ocurre en la obra. El humor, por su parte, aparece en todo momento sin necesidad de que lo llamen. En Cartón pintado se conjuga el humor físico con una exploración de los roles de género y su peso agotador, que termina por estallar en escena.

Es en las bambalinas de los mandatos sociales donde se encuentran las amigas, las que primero problematizan sin dejar de adoptar, como si no quedara otra, imperativos y estereotipos tales como la necesidad de estar “resueltas” en base a un montón de imposiciones al llegar a los 40 años. Esta forma de explorar sus vidas y sus preocupaciones es la intimidad más potente y uno de los mayores valores de la amistad.