"Hay muchos antecedentes de convivencia de arte y política"
Por Juan Ciucci
AGENCIA PACO URONDO: Hiciste un relevamiento intensivo sobre todas las prácticas estéticas que hubo en relación del reclamo de aparición con vida de Jorge Julio López. ¿Cuáles fueron las más importantes que se realizaron?
Pablo Russo: Empecé estudiando el sellado de billetes a partir de una experiencia en Brasil de Gildo Meireles, un artista plástico que en los años 70 había hecho intervención con sello en los billetes y retomé esa investigación acá con varios grupos que los sellan pidiendo por Julio López, con esa particularidad de transformar el billete en un volante de circulación continua e irrastreable. A partir de ahí, se me fue abriendo un panorama de distintas intervenciones artísticas en relación al reclamo de López que realizaban a veces artistas, a veces grupos políticos y a veces una convivencia de ambos y así fui encontrando, por ejemplo, una persona que sellaba las botellas de vino López en los supermercados y les ponía un sello arriba que decía: “Aparición con vida de Julio” y me encontré también con otros artistas políticos que en Chaco, en Córdoba, también hacían trabajos relacionados al tema con esténciles, radios abiertas, distintos tipos de intervenciones, gente que pegaba carteles con la cara de López arriba de las publicidades cambiándoles el sentido o resaltando lo de Julio en otro discurso.
No te podría decir cuál es la más importante o la más difundida, también hay murales, hay historietas como la de Chelo Candia, que es un artista de Neuquén que tiene una página muy buena que circuló muchísimo por Internet y ahí lo contacté, que es una historieta de una carilla donde está Julio López diciéndonos a nosotros que no desaparezcamos. Pienso que lo de los vinos es muy ingenioso pero bastante restringida la cantidad de gente que lo puede llegar a ver, en cambio un mural o un esténcil en la calle siempre está presente y dura muchísimo tiempo igual que un billete sellado que puede circular infinitamente hasta que se desgaste el material. He visto en Chaco algunas intervenciones en colectivo también que se hicieron antes de la desaparición de López, trabajando desde lo institucional con la Casa de la Memoria de Chaco que con las empresas de colectivos, habían ploteado la cara de López en los vidrios de una línea urbana y, al ver pasar el colectivo parecía que él estaba en uno de los asientos, como una forma de marcar la presencia.
APU: Sí se puede remarcar que la mayoría son prácticas que tienen que ver con el espacio público.
PR: Son todas prácticas que tienen que ver con el espacio común a todos que también es el espacio de la política, donde está el encuentro con el otro y donde, en ese cruce de estética, arte y política se potencia el reclamo.
APU: ¿Porqué hubo tanta participación del espacio artístico de este reclamo? Con otros reclamos, a veces pasa y a veces no pero con el caso López es bastante marcado –de ahí tu participación-. ¿Qué te parece que despertó esa participación artística?
PR: Supongo que debe haber muchos factores que hicieron que esto ocurra de esta manera. Por un lado, la tradición artística de la Argentina es fuerte desde los años 60 y 70 y podemos marcar como un antecedente artístico-político en los años 80 el ciclo de Tasso, en relación, sobre todo, con estos crímenes de la dictadura. Hay muchísimos antecedentes de convivencia de arte y política en los reclamos, en las consignas, hubo muchos grupos de artistas ligados a partidos políticos y, también, me parece que lo de López fue muy fuerte para el momento en que se impulsaban los juicios a los militares, a los genocidas, y se pedía la participación de los testigos, de las víctimas, para llevarlos adelante y su desaparición, que fue la primera porque siempre los ex detenidos sufrieron amenazas, persecuciones, llamados telefónicos, alguien en la puerta que los miraba pero la desaparición concreta de un testigo cuyo testimonio fue vital para condenar a Etchecolatz, hizo que se pusieran en alerta todas las organizaciones de DD.HH., partidos políticos y agrupaciones sociales porque, evidentemente, fue un mensaje muy claro hacia todos ellos.
Hay muchísimos caso de desaparecidos en democracia, muchos más de los que uno quisiera, como los de gatillo fácil. Hay algunos que prenden en la sociedad como símbolo, el caso de Luciano Arruga es un caso emblemático o el de Miguel Bru, hace ya como 20 años atrás y hay otros que pasan más desapercibidos, tal vez porque se dan en otro contexto. A Silvia Suppo la asesinaron en Rafaela y el asunto es muy poco conocido. Si uno pregunta en la calle quién es Julio López mucha gente lo sabe pero de Silvia se tiene poco registro, no están en la misma línea y hay otros desaparecidos que ni siquiera figuran.
Hay un pibe de Salta que fue a trabajar a la cosecha de manzanas en la Patagonia desaparecido hace casi un año que empezó a organizar gremialmente a los cosecheros y desapareció de un día para el otro, no hay noticias y los medios tampoco hablan de él. En el caso de López hay una conjunción de elementos políticos, los juicios a los militares, era un hombre grande, su segunda desaparición después del testimonio tan fuerte que dio en el juicio.
APU: De las prácticas que venías analizando, quizás nos quedó por afuera el trabajo realizado por la revista Barcelona, que nació y fue discutido por familiares y organismos y terminó siendo uno de los espacios de mayor pedido por López.
PR: El espacio público de la calle, además del entente entre artistas y militantes, también fue tomado por los medios alternativos -y contrahegemónicos muchas veces- y la revista Barcelona es un caso emblemático en relación a López porque tomó el tema y lo siguió instalando más allá de sus cinco minutos de fama mediática o más allá del aniversario de la desaparición que es cuando todos los medios -y todos- nos acordamos que también falta López. Barcelona, cada quince días, o cada semana cuando salía semanalmente, tenía, en la página 2, esa infografía donde preguntaba qué se hizo en la quincena por la aparición de López, qué hicieron los investigadores y por supuesto, en un tono irónico de mucho humor negro, seguía instalando el tema de que López no estaba y que no se hacía nada para buscarlo y encontrarlo y, más allá de eso, muchas veces ha tenido tapas y contratapas muy ingeniosas en relación a Julio.
Alguna vez pude conversar con los directores de la revista y me han contado que al principio, generaba, entre los amigos progres, cierta rispidez el tratar así el tema de la desaparición pero que, con el tiempo, la mayoría fue aceptando que es una manera de instalar el tema y de mantenerlo presente. Lo suele hacer también con Luciano Arruga, suelen poner: “Julio López no está, Luciano Arruga tampoco”, uno de los casos más interesantes dentro de la prensa comercial que se puede encontrar en todos los kioscos.
APU: ¿Cuál es, a seis años de la desaparición, tu evaluación? ¿Qué avances hubo y cómo ves socialmente instalado el tema?
PR: En cuanto al reclamo concreto de aparición con vida, obviamente me parece que es algo que, con el tiempo, se va diluyendo por decantación porque, a medida que éste pasa es más difícil encontrar a Julio López. Tanto el Gobierno Nacional como el Provincial, desde mi punto de vista, no hicieron lo suficiente para buscarlo y encontrarlo porque es obvio que su desaparición está relacionada con alguna especie de grupo organizado con algún tipo de amistad con fuerzas todavía en actividad y se ve que, evidentemente, las depuraciones que hubo en las fuerzas de seguridad no llegaron al corazón o a una limpieza total de estos elementos. Hay una responsabilidad del Gobierno, en principio, por no haber protegido adecuadamente a un testigo clave tan importante y otra responsabilidad que es la de no haber tenido la voluntad política suficiente para poder encontrarlo y, más allá de eso, si no fuera por el reclamo de los grupos militantes, de los artistas y de la gente común, Julio López no estaría marcado en ningún tipo de agenda.
La Presidenta de la Nación nunca lo ha nombrado en alguno de sus discurso, no así Néstor Kirchner que lo llamaba “el amigo López” al igual que Felipe Solá que era Gobernador en ese entonces. Creo que el caso López queda como un caso enigmático y, desde mi punto de vista, no creo que lo vayan a encontrar.