Noticias de ayer: encuentro pro genocidas
Por Juan Ciucci
La charla con los periodistas que se hicieron presentes en el Hotel Meliá y no pudieron ingresar (algo que en principio solo pudieron hacer los trabajadores de La Nación, y que luego de la insitencia se les permitió a todos) era de la trascendencia de la nota en cuestión. Cuánto valía el testimonio de esos viejos militantes de la derecha más rancia de nuestro país, en épocas en que van quedando al costado de la Historia.
Sin dudas uno puede creer que al darles un micrófono se potencia un discurso reaccionario y minoritario, por lo que sería preferible dejarlos vegetar en sus soliloquios. Al ingresar al "foro" se corroboran las sospechas de decrepitud reinante, con disertantes que continúan su "batalla" musitando odio y derrota. Son un par de viejos con discursos del pasado, y poco más.
Pero claro está, algunos son aún muy poderosos. Como quien mañana disertará a las 11:30 en el panel "La Defensa Nacional y la función política de las Fuerzas Armadas": Vicente Massot. Para ver su prontuario pueden visitar las numerosas notas de nuestro cronista en Bahía Blanca, Diego Kenis. Están también algunos otros personajes oscuros rondando esta sala, entre ellos Cecilia Pando o el "Tata" Yofre. Apologistas que encuentran aquí quienes los contengan, y hasta festejen. Han venido "especialistas" de algunos países suramericanos, con los que quieren conformar un Plan Cóndor contra las avanzadas "populistas" del continente.
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Desde ese punto de vista, son espacios peligrosos por sus contactos en el mundo económico, jurídico, político y militar. Pero la sensación al visitarlos es de un inevitable anacronismo, un sector de nuestra historia que está a punto de fenecer. Sin dudas sus peleas y reivindicaciones son absolutamente minoritarias en nuestra sociedad que ha alcanzado con lucha los objetivos de memoria, verdad y justicia (aunque siga faltando tanto por conseguir).
Pero si bien la derecha más rancia no logra congregar ya a casi ninguna figura pública relevante en estos encuentros, va cambiando de estrategias y banderas. El triunfo del campo popular permite que hoy no puedan insistir con sus reivindicaciones genocidas impunemente. Se esconden en sus reuniones de camaradería, a escucharse repetir sus viejos disparates. Son de un tiempo que se resiste, pero que cada día muere un poco más. El peligro real está en quienes han trasmutado y quieren engañar con sus nuevos ropajes; por caso Massot, que lo sigue intentando.