“El agronegocio es una lógica, un modelo de producción”
Por Juan Ciucci
APU: En principio una definición general de cómo pensar los agronegocios.
Carla Gras: Nosotros al agronegocio lo pensamos como una lógica de producción o como un modelo productivo que, como desarrollamos en el libro, tiene una serie de pilares, elementos sobre los que se apoya. Uno son las biotecnologías. El otro elemento es la importancia que cobra el capital financiero en la producción agropecuaria, que obviamente no es nuevo. La cuestión del uso de insumos industriales tampoco es nuevo en el agro, pero se potencian y se articulan de una manera particular en el agronegocio. Nuevas modalidades de organización de la producción que son extremadamente flexibles, la asociación de este modelo productivo a gran escala y la centralidad que tienen en esa lógica productiva un número reducido de cultivos. Que son aquellos en que las empresas transnacionales desarrollaron las biotecnologías y que algunos autores llaman cultivos flexibles. En el sentido que pueden satisfacer una serie de demandas de distintos actores: crisis alimentaria (aunque el hambre sigue creciendo en el mundo por más que haya enormes producciones), crisis energética (a partir de muchos de ellos se desarrollan los biocombustibles, los agrocombustibles), crisis financiera (porque se convierten en una opción de inversión para un montón de actores que no tienen nada que ver con la producción agropecuaria).
Nosotros definimos al agronegocio como una lógica y no como un actor, hay veces que la gente habla del agronegocio y está pensando en un actor. Nosotros lo pensamos como una lógica para poder entender cómo distintos actores se apropiaron de ésa lógica y qué dinámicas resultaron de ésa apropiación. Por otra parte, implica la incorporación de tierras anteriormente no cultivables, expansión de fronteras agropecuarias. Es eso, sintetizarlo como una lógica, como un modelo de producción.
APU: En ese marco marca una diferencia con la agroindustria.
CG: No con la agroindustria, porque obviamente la producción agropecuaria está integrada a procesos posteriores, hacia atrás y hacia adelante. Hacia atrás con todo lo que son los procesos de insumo y hacia adelante con todo lo que son los procesamientos posteriores, por ejemplo, en el caso de la producción de aceite. Nosotros lo diferenciamos de un momento previo históricamente, que muchos actores hablan de la expansión agroindustrial en décadas anteriores a la del ´80. Que comparte muchas características con esa etapa previa de expansión agroindustrial y también ciertas diferencias que nos interesaron marcar para entender por qué hay un quiebre y por qué hablamos del agronegocio como un modelo de producción.
Entre las diferencias más significativas me parece importante subrayar que durante la etapa de la expansión agroindustrial no sólo crecían actividades vinculadas a la exportación, sino también actividades vinculadas al mercado interno, lo que llamamos las economías regionales. El té, la yerba mate, el algodón, los cítricos, producciones que siguen estando obviamente presentes. Pero en todas esas actividades lo que veíamos era una forma de inclusión de otros actores y no sólo los sectores empresariales y los productores de mayor escala. Por supuesto que participaban también en forma subordinada y eso formaba parte de los debates de la época, pero participaba la agricultura familiar en sus distintas escalas.
Productores de tipo campesinos, productores familiares capitalizados, había una cierta coexistencia de la gran explotación con la pequeña y mediana explotación. Por supuesto que en un proceso que tenía tensiones, porque la cuestión de la liquidación de unidades productivas es secular en el agro argentino, uno lo puede seguir mirando los censos de principio del siglo pasado. Y políticas públicas que enmarcaban y brindaban cierta posibilidad a esos actores de capas medias de insertarse y obviamente la expansión agroindustrial producía alimentos. Mucha de esa producción de alimentos implicaba también la influencia de las empresas, sobre todo en aquellas agroindustrias donde hay una fuerte presencia de capitales transnacionales, una intervención en patrones de consumo. No es un alimento, pero en el caso del tabaco eso se puede ver perfectamente. Durante la expansión agroindustrial, el sector agropecuario tenía mayores grados de articulación social que el agronegocio, hay ciertas continuidades pero también hay diferencias importantes que son interesantes marcar.
APU: ¿Cuál es el papel de la innovación tecnológica en lo que tiene que ver con los agronegocios?
CG: Es central. Nosotros lo pensamos como un pilar a la biotecnología. No sólo tecnologías de insumo o de ciertos tipos de maquinarias, sino ciertas tecnologías de gestión. Por eso la idea de “paquete”: porque tenés que adoptar todo en conjunto, es la capacidad que tienen esos productos de orientar y de determinar funciones de producción y orientar estrategias de acumulación. Porque ese paquete es más eficiente a medida que se va asociando con otros elementos. Si ves los suplementos de los diarios, ahora se publicita lo que se llama “agricultura por ambiente”, eso implica un determinado perfil de formación de los trabajadores o de los que tienen a cargo la gestión de la producción. Tiene un impacto que se extiende mucho más allá de un mero uso y por otra parte son tecnologías que demandan niveles de capital cada vez más altos para persistir en la producción. Eso configura pisos que ponen barreras de entrada cada vez más altas.
APU: En ese marco ¿cuál es la relación con el capital financiero?
CG: El agronegocio se apoya en ciertos cultivos que tienen la capacidad de responder a distintas necesidades del sistema, entre esas, la crisis financiera. Por un lado, es histórica la relación entre el sector agroexportador y el sistema financiero: bancos, cooperativas que daban créditos, el productor siempre necesitó financiarse. Pero lo que ves como la figura paradigmática de eso es cómo con los precios internacionales -por las nuevas modalidades de la producción que trae el agronegocio- entran a participar un montón de capitales que no tienen ninguna relación con la producción, sino que simplemente buscan una inversión más rentable que otra.
Hay distintos capitales que entran en un “pool de siembra” que pueden ser de distintos tamaños, más o menos formales. Ahora están en retroceso, pero en su auge, los que tenían unos ahorros ponían plata con otra gente, obviamente hay un ingeniero agrónomo que funciona como gerenciador de ese proyecto y hay una rentabilidad esperada. Muchos de esos capitales se invirtieron por una campaña nada más, entran y salen, eso le va generando una dinámica financiera a la producción, porque tenés que producir resultados que puedan responder a ese capital que recibiste. Los “mercados de futuros” también tienen que ver con los cambios de la dinámica del mercado internacional. El mercado de futuros de Chicago no es nuevo, pero hay una serie de cambios en la década de los ´90 que flexibiliza la posibilidad de que entraran inversores no institucionales y baja las posiciones que uno podía acaparar en el mercado.
Eso lo que hace es que un mercado a los que recurrían los productores normalmente para cubrirse de riesgos, para tener una determinada proporción de tu producción garantizando, un precio para cubrirte de posibles bajas para cuando fueras vendiendo tu producción; se convirtió no sólo en mercados privados, sino que iban capitales de cualquier otro tipo. Entonces, cuando tenés precios en alza y empezás a comprar posiciones o “posicionarse en soja”, comprás contratos y los vendés sin necesidad de entregar el producto; así no necesitás ni producir soja ni comprar ni vender maíz, sino que sólo es el título. Eso fue llevando en distintos momentos a que los precios de los commodities, incluyendo también los del tipo del petróleo, crecieran más allá de la demanda real que había.
Eso por un lado hace que mucha gente quiera meterse a producir eso o invertir en eso porque aparecen ganancias muy interesantes y eso le va imprimiendo un dinámica diferente que, no sólo los resultados que se van a buscar para los productores son resultados productivos, sino también resultados financieros. Estos mecanismos hacen que el sector agropecuario se convierta en espacio de disputa de distintos tipos de capitales y no sólo entre el sector agropecuario y los actores vinculados a la producción. Sino que se convierte en un espacio de formación y de disputa de rentas para capitales de diferentes tipos.
TIERRA / TRABAJO
APU: ¿Cómo impacta el agronegocio en el tema de la tierra?
CG: Por un lado hay que decir que uno puede brindar ahí datos parciales por problemas con los datos del censo del 2008. Que no llegó o que se hizo en distintos momentos y no son comparables de una región a otra; y no cubrió toda la superficie agropecuaria. Datos buenos, confiables, tenemos al 2002. Pero si uno mira el estudio que hicimos de grandes empresas, lo que se ve es que efectivamente se constituyeron en los últimos 20 años empresas de un tamaño inimaginable, por lo menos desde principios del siglo pasado. Aunque no necesariamente la concentración en el uso de la tierra fue acompañada de la concentración de la propiedad de la tierra.
Sobre eso hay menos estudios, hay algunos datos que muestran que sí hubo muchas transacciones de tierras en los últimos años pero todavía el modelo argentino, el agronegocio hecho en Argentina, se apoya en el tema de la arrienda de la tierra. Esto no quiere decir que el agronegocio funcione así, porque de hecho en Brasil, por ejemplo, el agronegocio funciona con empresas mucho más integradas, con un grado de centralización del capital mucho más grande que acá. En Argentina tenés, por ejemplo, en la región pampeana propietario de la tierra que da en arriendo, el contratista de maquinarias… Aparecen como varios actores articulados donde el núcleo de esa articulación obviamente es la gran empresa.
Si una mira toda la disposición que hay respecto a lo alto que está el precio de la tierra, ciertos actores importantes como El Tejar, hay zonas donde se fueron, en San Cayetano (provincia de Buenos Aires) tenían una presencia importante como tomadores de tierras y dejaron. La empresa, además, tuvo que rever esta lógica de crecimiento basada en el arriendo y en pagar arriendos altos, justamente para garantizarse las tierras. Y el punto fundamental es sumar su posibilidad de ganancia por el peso de la renta de la tierra. Esto es interesante para ver cómo cambia el enlace con la tierra por parte de los actores más dinámicos locales del agronegocio.
Por otra parte, también registramos compra de tierra por parte de grandes empresas, posibilitada por las conexiones de esas empresas con capitales financieros, muchos de ellos fondos de inversión europeos, inversores institucionales. Hay dos o tres empresas grandes que parte de su paquete accionario es comprado por algunos de estos grupos inversores y eso ha permitido que se capitalicen en tierras. Muchas veces esa capitalización en tierras no se dio tanto en Argentina como en los otros países, en Bolivia, Paraguay, Brasil y en Uruguay.
Hasta ahora el acaparamiento de tierras no es por la propiedad, sino vía control de ese recurso bajo otras formas. Lo que permitió que muchos voceros del agronegocio planteen que este es un modelo que permite la participación de muchos, el pequeño rentista recibía un ingreso nada despreciable por poner ese capital a que lo gestione otro de un modo más eficiente. A medida que la competencia y las disputas por los excedentes sea mayor, habría que ir viendo qué forma toma ese acaparamiento de tierra.
APU: En relación con el trabajo, marcan que el agronegocio potencia por un lado la tercerización y por otro la especialización.
CG: Sí, la tercerización no es nueva pero en los últimos años aparecen un montón de servicios que no sólo están asociados al proceso productivo, como puede ser la fumigación, la siembra, la cosecha, sino muchos servicios que tienen que ver con la gestión. Los servicios de software que te arman programas para poder trabajar esto de la “agricultura por ambiente”, viendo qué productividad tiene la tierra, cómo recibe, cuánto fósforo necesita. Por ese espacio la máquina tiene que poner tanto insumo, en cambio por el lote de al lado menos. Eso fue generando un compromiso cada vez menor en la agricultura familiar, en la región pampeana eso se veía, en el caso de la familia con el trabajo, eso se ha profundizado y se ha extendido hacia otras etapas de la producción y se ha incorporado a nuevos servicios financieros.
Eso fundamentalmente modifica la organización de las empresas e introduce también cambios en el tipo de trabajo del empresario, compartiendo muchas veces niveles de decisión con contratistas, en cuanto a lo productivo. Porque a veces el contratista necesariamente interviene en la toma de decisiones.
APU: ¿Cómo pensar lógicas posibles para salir de este modelo o la posibilidad de pensar en otro modo de producción?
CG: Lo primero que hay que decir es que la consolidación del modelo implicó y se apoyó también en un aparato ideológico muy potente. Que incluye desde medios de comunicación hasta la pregnancia a que este modo de pensar la producción agropecuaria que adquieren en su formación los ingenieros agrónomos. Uno puede mirar en la FAUBA (Facultad de Agronomía, UBA) los programas de agronegocios, y un montón de postgrados de agronegocios.
Sin embargo es cierto que la salida de la crisis del 2001 aparece asociada al aporte del sector agroexportador y más comúnmente al sojero, porque a diferencia de los ´90, la restauración de las retenciones permitió al Estado participar de esas ganancias.
Por otro lado, ¿quién renunciaría al oro verde y a favor de qué? Con esto lo que quiero marcar es que incluso hasta desde lo productivo muchas veces (por eso insistía con lo de la formación de los ingenieros agrónomos que no es menor), la hegemonía del modelo tiene que ver justamente con la debilidad de otros espacios para pensar modelos alternativos. En ese sentido, un elemento a tener en cuenta es que tampoco la política pública está pensándolo, lo cual no es un dato menor frente a ciertas posiciones discursivas.
Hay un sujeto que fue importante en algunos otros momentos históricos, que dinamizó o que participó del crecimiento agropecuario y que hoy está como más arrinconado: esa agricultura familiar capitalizada. Ese sector medio que vive en los pueblos, que ha tenido capacidad de innovación tecnológica, que ha podido producir para el mercado interno o externo, que trabaja con la mano de obra familiar pero que no es un sector de subsistencia. Difícilmente uno pueda pensar que sectores de subsistencia puedan integrarse a un proceso de desarrollo en un modelo que tenga la agricultura más empresarial y ese sector de subsistencia en el otro lado, porque ese sector va a seguir siendo de subsistencia.
No veo que desde la política pública o desde otros ámbitos esa figura de la agricultura familiar capitalizada sea tenida en cuenta, porque muchas veces también adopta posiciones antipáticas y en los últimos años no ha concitado apoyo popular. Creo que ahí hay un actor sin el cual es difícil pensar alternativas.
Carla Gras: Licenciada en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Doctora por la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Filosofía y Letras). Investigadora Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Gral. San Martín. Sus temas actuales de investigación se centran en la expansión del agronegocio, las transformaciones en la agricultura familiar, la concentración empresarial, las identidades sociales y políticas del empresariado agrario, y los procesos de acaparamiento de tierras. Actualmente es docente en la Universidad Nacional de Gral. San Martín.