“Este modelo no tiene lugar para Pymes; irán desapareciendo y generará altos niveles de desempleo”
Por Branco Troiano
APU: ¿Cómo entiende Cambiemos a la economía? ¿Qué rama de la ciencia sigue?
MG: No tiene mucha novedad. Claramente su proyecto se enmarca en la concepción neoliberal, que supone la libre movilidad de mercancías y capitales, sobre todo de capitales financieros. Y un rol reducido del Estado, más que nada en lo que respecta a la prestación de derechos sociales. No es nada nuevo. Es una reiteración de lo que se vivió en América Latina en la década del 90.
En cuanto a la rama de ciencia económica, la que responde al proyecto neoliberal es la economía neoclásica ortodoxa, aquello que supone que los mercados son asignadores eficientes de recursos, y que lo que se debe hacer es desregular los mercados de bienes y servicios y de factores lo más que se pueda.
APU: ¿Qué espera del empresariado nacional? ¿Cuál es su rol?
MG: Es una pregunta compleja porque no se puede hablar de un único empresariado nacional. Acá, es evidente que hay sectores beneficiados: el energético, el agro, la minería y un sector industrial que está altamente concentrado y que es básicamente exportador de commodities industriales (productos con bajo valor agregado). Es un sector muy competitivo que opera en la frontera de posibilidades tecnológicas, y que está en condiciones de insertarse a los mercados mundiales. Como contrapartida, todo lo que es el entramado productor, que está orientado al mercado interno y está compuesto en gran medida por Pymes, tenderá gradualmente a achicarse de manera considerable. Este modelo no tiene lugar para Pymes. Irán desapareciendo y generarán altos niveles de desempleo. Este modelo, en realidad, tiene lugar para todos los sectores asentados que dije anteriormente. Aquellos que están asentados en ventajas comparativas estáticas, que pueden insertarse al mundo en forma competitiva en mercados exportadores. No alcanza su función para generar puestos de trabajo, es un modelo que estructuralmente va a tener altos niveles de desempleo.
APU: ¿Qué papel están jugando los capitales extranjeros?
MG: Hasta ahora han sido casi exclusivamente capitales financieros que han venido a beneficiarse por la alta rentabilidad que permite la bicicleta financiera. Las inversiones reales que pueden llegar a venir se asentarán en aquellos sectores más rentables, agro, minería, servicios públicos, los que mencioné recién. Eso no permite generar cadenas de valor diversificadas, integradas, que generen puestos de trabajo de calidad.
APU: ¿La economía argentina actual es vulnerable?
MG: Es muy vulnerable, extremadamente vulnerable. El modelo que viene aplicando el macrismo consiste en lo siguiente. Por un lado, endeudarse en moneda extranjera para financiar fuga de capitales. Si uno mira datos del balance cambiario, ve que el macrismo, desde su asunción, se endeudó en aproximadamente 80 mil millones de dólares adicionales, y de esa plata más de 50 mil millones se han ido por diferentes canales financieros. Si uno mira ese balance, nota que se han ido dólares por déficit comercial, por pago de intereses, por remesas de utilidades de empresas, y sobre todo por formación de activos externos. Más de la mitad que ingresó, dicho de otra forma.
APU: Espere, ¿y la diferencia a dónde fue?
MG: La diferencia fue a engrosar las reservas del banco central. En diciembre había poco menos de 25 mil millones de dólares, hoy tenemos 52 mil millones. Lo que no está en reservas, está afuera. Sabemos que estos ciclos en algún momento colapsan. O bien, porque hay algún evento internacional que restringe el acceso de Argentina al crédito externo, o algún descalabro en la economía. O, sino, pasa en algún momento que la deuda se abulta tanto, y la carga de intereses sube tanto que las nuevas líneas de créditos son insuficientes. Cuando sucede eso, existe la percepción de que el tipo de cambio no puede sostenerse. Rápidamente hay una corrida cambiaria, y eso siempre termina en fuertes crisis económicas y sociales.
APU: ¿Tan claro es el panorama de cara al futuro?
MG: Sí, claramente parece que la economía del gobierno actual se encamina hacia ese desenlace. Te diría que casi indefectiblemente. Y hay otro factor adicional, el déficit fiscal, que se engrosó fuertemente por dos causas. Primero se resignaron dos tipos de impuestos, se le quitaron retenciones a las exportadoras de granos y a las mineras, ahí el Estado perdió una fuente de ingresos muy importantes. Y por otro lado, la recesión de 2016 hizo que callera la recaudación tributaria en términos reales y la recaudación en concepto de aportes a la seguridad social, porque hubo una caída inicial del empleo registrado. Y, además, salarios nominales por debajo de la inflación. En ese contexto, el déficit fiscal del 2016 superó al del 2015, y todo parece indicar que el del 2017 también será muy alto, y con un agravante: ya en este año empieza a pesar la carga de intereses de deuda tomada el año pasado, o sea, resignación de determinados impuestos, una recesión que hace que la recaudación disminuya, y gastos de una deuda pública creciente.
APU: Entonces, ¿Cómo cubre el gobierno el déficit fiscal?
MG: Si uno mira los boletines oficiales monetarios del Banco Central ve que los factores de expansión de la base monetaria, que es la cantidad de medios de pagos creado por el BC, crecieron básicamente por dos factores. Uno se trata de adelantos transitorios y transferencias de utilidades del Banco Central. Esto es, en términos simples, emisión de dinero lisa y llana para financiar gasto público. Y el otro factor importante es la compra de dólares al tesoro. Estos son los dólares provenientes del endeudamiento externo que los toma el Estado Nacional y algunos Estados Provinciales. Esto ocasiona un incremento de pesos en la calle que presiona la demanda de dólares, entonces lo que hace el gobierno para lidiar esa situación es reabsorber las famosas Lebacs. Al día de hoy, el monto de Lebacs en circulación ya supera el billón de pesos. Billón con “b”, eh. Supera la magnitud de la base monetaria en casi un 10%. Y es una deuda de cortísimo plazo. La cantidad de Lebacs vencen en 30, 60 y 90 días.
APU: ¿Y eso qué significa?
MG: Significa que hay una masa de deuda en pesos de corto plazo que cuando se venzan pueden generar una corrida cambiara descomunal, porque si los tenedores de Lebacs, a su vencimiento, no quieren renovarlas, el Banco Central se va a ver obligado a una emisión de dinero gigantesca, y es muy previsible que los inversores irán a comprar dólares, con esos pesos. Si hacemos la conversión de la cantidad de Lebacs en circulación a dólares, tenemos un monto superior a 60 mil millones de dólares, o sea, un monto superior a nuestras reservas. Es decir, no estaríamos en condiciones de enfrentar una corrida.
APU: ¿Qué es exactamente la bicicleta financiera?
MG: Es endeudarse en los mercados internacionales en dólares y traer esos dólares al país. Acá, convertirlos a pesos, depositarlos en el sistema financiero interno. Luego, se compran de dólares de nuevo, y se efectúa la salida de esos dólares del país. Hoy, las Lebacs rinden un 27% anual. Las tasa de interés a las que puede endeudarse un privado en los mercados internacionales es apenas a un 10%. Esta bicicleta se lleva a cabo sin generar un solo puesto de trabajo, y en una operación que al día de hoy tiene riesgos muy bajos. La rentabilidad es la tasa de interés que rinden los activos nacionales, en este caso las Lebacs, menos la tasa de interés a la que te podés endeudar en el extranjero y menos la tasa de devaluación. La rentabilidad es la diferencia entre tasas.
APU: ¿Argentina ha vivido ya fenómenos así?
MG: Sí. La Argentina vivió dos situaciones similares, dos grandes ciclos de bicicleta financiera: la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y la convertibilidad. La primera duró poco más de dos años, y la segunda casi seis años. Durante esos seis años hubo una bicicleta descomunal. Y eso, a la larga, termina siendo impagable. Esto va a terminar igual. Yo, en las discusiones de café, siempre caracterizo a la situación de la siguiente manera: Argentina es un auto que a 200 kilómetros por hora va directo a chocar contra una pared y le quedan diez metros para frenar. Mientras, los pasajeros, adentro, van todos contentos.
APU: ¿Qué destacaría y qué criticaría de la gestión anterior?
MG: Mirá, los logros fueron muchos. Enormes en materia social. Las jubilaciones que se otorgaron. Tres millones y medio de asignaciones universales por hijo, doscientos mil planes Procrear. La creación de cuatro millones y medio de puestos de trabajo registrados. En fin, los avances son incontestables. Lo mismo en planes de salud, de planes sociales. Y en materia macroeconómica sin duda, también. El desendeudamiento kirchnerista fue algo inédito en la historia económica argentina. Sustentado, es verdad, en algunas condiciones favorables. Sobre todo en el gobierno de Néstor, con el tema de los altos precios de las materias primas que exportábamos. Lo mismo puedo decir en relación a la recuperación del producto industrial, del empleo en ese sector. Ciertos avances en la diversificación de la estructura productiva, sobre todo durante el segundo gobierno de Cristina.
APU: ¿Y en el plano institucional?
MG: Igual. Hubo grandes logros en el plano institucional. Para mí, uno de los más transcendentales fue haber terminado con la estafa de las AFJP, un engendro indefendible desde cualquier punto de vista. Sorprende que la mayor parte de la sociedad argentina, bah, no sé si sorprende tanto a esta altura, no comprendiera lo que significó la estatización del sistema previsional. Las AFJP fueron uno de los grandes saqueos estructurales a los que fue sometida la sociedad argentina en las últimas décadas. Una fue la estatización de la deuda privada en la última parte de la dictadura militar, en la cual, entre otros, fue beneficiaria la familia Macri. Y la otra gran estafa, que fue hasta grosera, y muy simple de entender, fue la privatización del sistema previsional. Crearon un agujero fiscal enorme. Luego, en 2008, fue estatizado. Y tuvo consecuencias favorables muy visibles. Benefició a los sectores más necesitados, porque de allí se financió la Asignación Universal por Hijo y la Ley de Movilidad Jubilatoria.
Y otras dos cosas que creo que son criticables del kirchnerismo fue la demora en la recuperación de YPF. Estoy de acuerdo, claro está, con su estatización, pero fue tarde. Se tomó cuando ya el déficit generaba un rojo en la cuenta corriente muy grande. Y la recuperación de un sistema de transportes ferroviario. Si bien se pusieron en marcha, fue tarde. Habría que haberlas hecho mucho antes, o al menos iniciado.
Y por último, la otra gran reforma pendiente fue la reforma judicial. Si bien se intentó, no prosperó. Sin una reforma del sistema financiero y judicial, y de la ley de medios, que tampoco prosperó, es difícil que se logren las transformaciones de fondo que le faltaron hacer al kirchnerismo.
APU: ¿Cómo cree que le darán los números al macrismo al final de su mandato?
MG: Mirá, las políticas de ajuste ya sabemos que no sirven para equilibrar asuntos macroeconómicos. Ya sabemos que lo único que hacen es profundizar el déficit fiscal porque cae la recaudación. La verdadera finalidad de esta política es traspasar ingresos desde los pobres hacia los ricos. Los desequilibrios ahondan, pero mientras tengan acceso al endeudamiento externo, la situación se podrá ir sobrellevando. Cuando eso se corte, el esquema se va a derrumbar. Es así de sencillo. Es difícil saber cuánto tiempo podrá durar, todo depende de la voluntad de los acreedores externos.
APU: ¿Qué supone la inminente reforma laboral?
MG: Flexibilización laboral. Es una pieza que encaja en este esquema. Una política de ajuste genera desempleo, y para facilitar los despidos en las empresas, necesita flexibilización laboral. Es muy cínico que presenten esta reforma laboral como una medida que va a crear trabajo cuando es todo lo contrario. La flexibilización laboral es una herramienta de destrucción de fuentes de trabajo. Es básicamente su objetivo, reducir el costo salarial argentino, que no es más que el nivel de vida del argentino.