Guillermo Moretti: “Los empresarios debemos defender la política industrial"

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Guillermo Moretti: “Los empresarios debemos defender la política industrial"

30 Marzo 2022

Por Julián Bilmes, Andrés Carbel y Santiago Liaudat

En esta nueva entrega del ciclo de entrevistas sobre planificación, gestión y política pública, AGENCIA PACO URONDO conversó con Guillermo Moretti, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y ex titular de la Federación Industrial de Santa Fe (FISFE) (2015-2019). Su mirada sobre la planificación del desarrollo y los roles del Estado, de los privados y de la industria en particular. Y un balance sobre el ciclo kirchnerista, el período macrista y los desafíos actuales. "Con el nuevo gobierno de Mauricio Macri, el escenario cambió y el sector fue relegado en pos de la economía financiera. Esto impactó en la economía real, generando una caída de la producción industrial y la destrucción de miles de puestos de trabajo", aseguró. 

Agencia Paco Urondo (APU): Desde el punto de vista del empresariado, ¿qué papel cree que debería tener la planificación del desarrollo llevada adelante por el Estado?

Guillermo Moretti (GM): Desde mi punto de vista, el Estado tiene un rol fundamental en la planificación del desarrollo económico. En primer lugar, el Estado juega un papel central en lo que refiere a expectativas y previsibilidad. En ese sentido, cuenta con numerosas herramientas para el rumbo hacia el desarrollo industrial. Entre esas herramientas, están las políticas en ciencia y tecnología, que impactan en la productividad y en la transformación del entramado productivo. Por otro lado, están las políticas de infraestructura, que mejoran la logística y el desempeño puertas afuera de las fábricas. Otro aspecto importante son los instrumentos financieros, que son los que posibilitan a las empresas planificar en el largo plazo sus proyectos de inversión. A esto hay que sumarle todas las políticas activas sectoriales, regionales y para PyMEs. Pero una gran deuda pendiente es generar los mecanismos de evaluación que permitan observar los resultados de los esfuerzos realizados en cada una de ellas.

El desarrollo también tiene otro protagonista: el sector privado. Sector público y privado se complementan para alcanzar las distintas metas vinculadas al progreso económico y social. La inversión privada es central para aumentar la capacidad productiva, sofisticar el entramado industrial y generar empleo de calidad. Tres vértices fundamentales para el desarrollo de Argentina.

APU: ¿Qué balance hace de las experiencias de planificación estratégica del desarrollo que se efectuaron bajo los gobiernos kirchneristas (industria, agroindustria, energía, territorio, etc.)? ¿Tuvo alguna participación?

GM: El proceso de recuperación económica que se llevó a cabo a partir de 2003 fue fundamental para la recuperación de la industria argentina luego de la crisis de 2001. Entre 2003 y 2011, la economía creció un 59,7% y el sector industrial en particular lo hizo un 78,7%. Esta mejora en la producción generó un fuerte impulso del empleo y del poder adquisitivo de los salarios, traccionando considerablemente la demanda agregada, que se vio empujada por la suba del consumo y la inversión. Este círculo virtuoso generó que alcanzáramos en 2011 el pico más alto de la producción industrial por habitante. Esto representó un cambio de rumbo respecto de la experiencia vivida durante los años noventa, cuando gran parte del sector industrial fue diezmado por las políticas aperturistas, produciendo el cierre de empresas y la destrucción de miles de puestos de trabajo, elevando los niveles de pobreza y de informalidad laboral.

Este proceso obviamente no estuvo exento de problemas. A partir de 2008, nos encontramos con un panorama mucho más complicado con la crisis económica internacional y mayores tensiones a nivel local. En este contexto, comenzó a hacerse cada vez más fuerte la restricción externa, traccionada también por la caída en los precios de los commodities a partir de 2013. Se suma a esto el menor dinamismo en la economía de nuestros socios comerciales, principalmente de Brasil. Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, el apoyo al sector industrial continuó hasta 2015. Luego, con el nuevo gobierno de Mauricio Macri, el escenario cambió y el sector fue relegado en pos de la economía financiera. Esto impactó en la economía real, generando una caída de la producción industrial y la destrucción de miles de puestos de trabajo. Este proceso tuvo como agravante que tampoco se lograron mejorar las variables macroeconómicas que se habían planteado estabilizar. Por el contrario, se generó mayor inestabilidad e incertidumbre.

APU: ¿Cómo definiría el rol que asumió el Estado durante el período 2003-2015 en comparación con las etapas anteriores? ¿Cree que la planificación aportó algo importante en ello, o es un elemento secundario?

GM: Creo que en ese período el Estado tomó un rol protagónico como planificador del desarrollo nacional, como no se veía hacía varias décadas. Las políticas públicas llevadas a cabo, en conjunto con la virtuosa interacción público-privada, permitió motorizar no sólo el crecimiento económico sino también mejorar la calidad de vida de la población, con nuevos programas orientados a la protección de los sectores más vulnerables, a mejorar el acceso a la educación superior, la conectividad, entre otras. Por eso creo que este es el rol que debe consolidarse de cara al futuro para profundizar el desarrollo económico de nuestro país.

APU: ¿Considera exitosa la estrategia de desarrollo nacional desplegada durante el ciclo de gobiernos kirchneristas? ¿Qué faltó para que el desarrollo fuera sostenible -en lo económico y en lo político- y para transformar la estructura productiva nacional con mayores grados de complejidad, valor agregado y contenidos tecnológicos?

GM: Como comenté anteriormente, la economía se expandió considerablemente en general y el sector industrial en particular: la producción industrial creció más de un 70% entre 2003 y 2011. La situación desde la que se partió era muy mala, con niveles de actividad muy bajos, la pobreza superaba el 50% y la desocupación por encima del 20%. De esta manera, la economía en su conjunto vio mejoras durante este período, pero no fue suficiente para contrarrestar décadas de abandono.

Por otro lado, en el período 2011-2015 comenzaron a evidenciarse algunos problemas macroeconómicos: la inflación comenzó a acelerarse, se endureció la restricción externa y las divisas empezaron a escasear. Eso trajo como consecuencia que se introdujeran los controles cambiarios. Complementariamente, el contexto internacional comenzó a ser más negativo, principalmente por la crisis económica y política en Brasil a partir 2014, nuestro principal socio comercial.

En lo particular, creo que una de las mayores dificultades de este proceso fue no poder dar un salto cualitativo en la matriz productiva y, sobre todo, en la exportadora. Si bien las exportaciones industriales crecieron considerablemente durante este período, la canasta exportadora estuvo dominada por los commodities. La gran deuda es modificar esta estructura dependiente del sector primario que todavía tiene la Argentina.

APU: En un país que pendula entre proyectos antagónicos, ¿cómo logramos establecer políticas de Estado que se mantengan más allá de las alternancias?

GM: Estamos convencidos de que el diálogo es posible entre los distintos sectores políticos si se tiene como objetivo generar algunos consensos básicos. Políticas de Estado que perduren en el tiempo, sin importar el espacio político que esté en el gobierno. Todos son conscientes de que la industria juega un papel central en la economía argentina: por su fuerte dinamismo intersectorial y la gran participación en el empleo. Por lo tanto, es uno de los actores centrales para solucionar los problemas estructurales que tiene el país y aprovechar las oportunidades que ofrecen los activos productivos que tenemos.

APU: ¿Cómo explica las posturas neoliberales -antiindustriales- de una parte importante de los empresarios industriales? ¿Cómo se logra modificar una mentalidad empresaria antinacional? ¿Cuál ha sido y cuál debería ser el papel del empresariado en una estrategia de desarrollo nacional?

GM: Creo que eso está relacionado con la complejidad y la heterogeneidad de nuestra matriz productiva. Argentina ha logrado consolidar una gran cantidad de sectores industriales diversos. Algunos orientados al mercado interno y otros al mercado externo. Eso hace que a veces se generen posiciones encontradas dentro de las cámaras industriales donde procuramos llegar a un consenso entendiendo la importancia de la política industrial y del agregado de valor, tanto aguas arriba como aguas abajo.

APU: ¿Cómo podría entablarse una articulación virtuosa entre Estado y empresarios para un proyecto de desarrollo nacional? ¿Qué lugar piensa que debería tener la asociación público-privada? ¿Y el Estado empresario y/o emprendedor?

GM: Creo que existe una articulación virtuosa entre el Estado y los empresarios, y que puede potenciarse aún más a través del diálogo. Sobre todo si se trata de potenciar las capacidades productivas. Uno de los ejemplos más concretos de esto se produjo en el contexto de la pandemia, cuando la articulación entre Estado y empresas evitó el cierre masivo de industria y permitió mantener los puestos de trabajo que de otra forma se hubiesen perdido. Una situación que hubiera tenido un impacto muy lesivo en términos económicos y sociales, mucho más profundo del que atravesamos. También se pudo hacer frente a las necesidades de bienes y servicios que tenía nuestra sociedad, con aportes importantes en materia de vacunas, respiradores, tapabocas y otros bienes necesarios para hacer frente a la emergencia sanitaria.

APU: En la actualidad, ¿cómo cree que debería plantearse la cuestión del desarrollo productivo teniendo en cuenta lo logrado y lo pendiente durante el ciclo kirchnerista y los retrocesos del período macrista?

GM: Creo que la principal lección que hemos aprendido es tomar la experiencia de las políticas del gobierno anterior que priorizaron la esfera financiera versus la productiva como un punto al cual no debemos volver. Los empresarios debemos defender la política industrial y una orientación productiva del desarrollo. Tenemos que tener claridad en un mundo muy complejo para trabajar en el salto cualitativo de nuestra matriz productiva, incorporando nuevas tecnologías que permitan aumentar la competitividad y el valor agregado de nuestra industria, lo que nos permitirá consolidar lo que producimos para el mercado interno y para exportar. Esto último es lo que nos permitirá reducir la fuerte dependencia del sector primario y autoabastecer de divisas al país para generar un sendero sostenible y estable de desarrollo económico.