"Hay una idea de copiar a Australia o Noruega, pero son estructuras sociales que no tienen nada que ver con la Argentina"
Por Enrique de la Calle
El economista Martín Schorr escribió junto a Andrés Wainer el capítulo "La economía bajo el kirchnerismo: de la holgura a la restricción externa", incluido en el libro "Los años del kirchnerismo". En esta entrevista con AGENCIA PACO URONDO, Schorr analiza los puntos débiles del modelo K y se mete de lleno en el debate sobre cómo posicionarse frente a la globalización. "La economía que quiere Cambiemos no genera empleo y va a acompañada de alta conflictividad", recordó.
APU: En el artículo analizan varios problemas de la economía durante el período kirchnerista, sobre todo en los últimos cuatro años, donde empieza a desdibujarse el modelo tal como se lo había concebido en los 8 años anteriores. ¿Cuáles son los principales inconvenientes que emergen?
MS: Hay dos grandes temas, para resumirlo de algún modo. La inflación y la restricción externa. Son dos problemas que se venían cocinando a fuego lento en los años anteriores, para no cargar las tintas sobre ese último período de Gobierno.
APU: Pasemos a la restricción externa o a la falta de dólares, para decirlo más vulgarmente. ¿Cómo se explica ese nudo conflictivo?
MS: Tenés ahí muchos temas, por un lado, está el déficit en materia energética. Por otro, está la cuestión industrial, que tuvo un crecimiento durante el kirchnerismo. Pero a mi entender se hizo muy poco en materia de sustitución de importación y de diversificación de esa matriz de desarrollo. Por eso se tuvo un crecimiento económico muy fuerte que también tiró para arriba las importaciones. Además, entre 2011-2012, tuvimos un problema en el escenario internacional que demandó menos y pagó menos por nuestras exportaciones, en general, muy primarizadas. Ese deterioro de los términos de intercambio impactó sobre la balanza comercial. En 2015 se terminó con déficit en la balanza.
APU: Otro factor que se tiene ahí y que impacta sobre la falta de dólares tiene que ver con la extranjerización de la economía. ¿Qué papel juega ese capital extranjero?
MS: El kirchnerismo vio el problema pero no aplicó políticas públicas específicas para intentar revertir una presencia, que es de más del 50% en la economía nacional. Ese capital extranjero viene a la periferia a intentar maximizar ganancias y transferir recursos a los países centrales, a sus casas matrices, lo que es la remisión de capitales. Otro punto tiene que ver con la fuga de capitales, que es un problema crónico en la Argentina, que hasta los controles cambiarios, el mal llamado cepo, fue muy importante en el país. Igualmente, durante esos años no se fugó timba financiera, como pasa ahora o pasó en los '90. En el kirchnerismo hay ganancias muy fuertes que en vez de volcarse a la inversión se terminan fugando al exterior.
APU: Decía que otro problema grave durante el kirchnerismo tiene que ver con el crecimiento de la inflación.
MS: Las grandes empresas, en la medida que controlan parte del mercado, no tienen que hacer grandes inversiones para ganar participaciones en el mercado. Cada vez que hay mejora en la demanda, la enfrentan aumentando los precios, no invirtiendo. Ahí me parece que el kirchnerismo no le dio importancia a la necesidad de regular esos mercados, para evitar las concentraciones. Hay legislación en el país, pero no se utiliza. Por eso los grandes jugadores tienen mucho margen de actuación.
APU: Ustedes describen en el artículo cómo las diferentes ramas industriales son muy deficitarias en materia de divisas. Sacando "alimentos y bebidas", prácticamente todas las industrias presentan déficit. En 2015, el rojo fue de 10 mil millones de dólares. Ante ese escenario tan estructural de nuestra industria: ¿Qué estrategias debió encarar el Gobierno K? ¿Hay posibilidades de un desarrollo industrial con ese saldo comercial tan negativo del sector?
MS: Hay dos elementos que son importantísimos. Durante la década kirchnerista tuviste, por lo menos hasta 2011, precios internacionales de nuestras exportaciones muy altos. Creo que el Gobierno pensó que esos precios habían llegado para quedarse, cuando era obvio que era un ciclo expansivo que se iba a revertir. Cuando los precios cayeron, el país no había modificado su matriz productiva y tuvo muchos problemas para enfrentar ese nuevo escenario. Por otro lado, creo que el kirchnerismo terminó asumiendo un discurso propio de la ortodoxia. Que es el siguiente: las políticas de fomento tienen que focalizarse en los sectores eficientes. La idea de eficiencia es problemática, porque se considera así solo a los sectores que son competitivos internacionalmente. Si no es competitivo, entonces lo traigo importado de otro país. Hay un problema ahí.
APU: ¿Cuánto de esos problemas inciden sobre el actual programa económico de Cambiemos? ¿Hay "pesada herencia" o en realidad lo que hace el macrismo tiene que ver con su propio programa?
MS: Como buenos liberales ortodoxos que son, en el macrismo apuestan decididamente a la reprimarización de la economía. Es una acción clara del Gobierno. Por el otro, está la apertura comercial, que está haciendo estragos en la producción argentina y que se va a llevar puesto a las PYMEs. Por supuesto que había una herencia a discutir, he sido muy crítico de muchos políticas kirchneristas. Pero esto es otra cosa. Hay una estrategia muy distinta, de insertar al país desde la reprimarización. El país que quiere Cambiemos no genera empleo y va a tener muchos problemas en términos de salarios y distribución del ingreso. Además, con la tradición política y sindical que tiene Argentina, vamos hacia un país con mucha conflictividad.
APU: Un defensor de la globalización (a la que entiende como "progresista") como Jorge Castro afirma que el macrismo está basando su economía sobre los dos sectores competitivos en materia global: Vaca Muerta y el agronegocio. Por su parte, el kirchnerismo propuso otra vía: desarrollar esas dos áreas de negocios, pero al mismo tiempo extraerles recursos para transferirlos a sectores menos competitivos a nivel mundial, pero más rendidores en términos sociales (generando empleo local). ¿Vale esa caracterización?
MS: Entiendo a dónde vas con la pregunta y la referencia a Castro. Lo que ocurre es que el planteo de Castro no cierra socialmente, por nuestra tradición política y sindical, que traería mucha conflictividad. Tiene que explicar qué pasa con eso. Hay una idea de copiar a Australia o Noruega, pero son estructuras sociales que no tienen nada que ver con la Argentina. Hablamos siempre dentro del capitalismo. El modelo de Castro puede ser interesante desde su teoría, pero no se dan cuenta que en la práctica choca contra la conflictividad social.
APU: Hago un chiste que es el siguiente: Argentina ya es Australia, en el sentido de poder incluir de modo razonable a 20 millones de personas. El tema que nuestra población es el doble que Australia.
MS: Claro, diste en la tecla. ¿Qué hacemos con esa gente? Vamos a un escenario de conflictividad social muy alto. ¿Lo vas a resolver con represión?
APU: Entiendo y comparto por supuesto lo que plantea sobre la conflictividad. Ahora, con el kirchnerismo tuvo lugar otro tipo de conflictividad, digamos en modo esquemático: los sectores competitivos que se fastidian de los no competitivos. Y aparecen todos estos discursos anti intromisión del Estado. Se tiene una conflictividad de otro tipo y que políticamente tampoco no es fácil de resolver. ¿Cómo se sale de ese nudo conflictivo?
MS: El desarrollo industrial cuesta plata y es conflictivo. No hay otra. Lo que pasó en 2008 te da cuenta de eso. Un modelo puede ser Corea del Sur, que realizó ese desarrollo con una dictadura. Por supuesto ese camino no es posible. La otra es ir a una lógica de confrontación con los sectores que pretenden otra matriz sumando base de sustentación para encarar ese desafío. En Argentina no pasó ni con el 54% de los votos.
APU: El dilema es complejo: muchos votantes de Cristina se fastidiaron cuando el Gobierno puso el cepo al dólar.
MS: Base electoral no es base social. Son cosas diferentes y vale para el kirchnerismo y para el macrismo ahora. Para encarar el desarrollo industrial es necesario la disputa con actores de mucho poder y para eso tenés que tener base social. Para mi un ejemplo en muchos sentidos es Bolivia, que elevó las regalías petroleras. Lo hizo gracias a una base social muy fuerte que apuntaló esa medida. Insisto: el desarrollo cuesta plata e incluye disputa política.
APU: Con respecto a la industrialización, el Gobierno anterior defiende su política tomando el ejemplo de la industria de Tierra del Fuego, que en general se caracteriza por ensamblar partes importadas para hacer televisores, aire acondicionados, celulares, etc. No hay mucho valor agregado ahí ni sustitución de importaciones. Eso hace que sea una industria muy deficitaria en términos de divisas. ¿El modelo Tierra del Fuego es un modelo a "profundizar" para pensar la industrialización de Argentina? Porque digo: Tierra del Fuego es deficitario estructuralmente, en el sentido de que así está planificado en términos globales.
MS: Ahí hay elementos para tener en cuenta. En primer lugar, es cierto que Tierra del Fuego es una parte de una cadena organizada globalmente. El Gobierno anterior se jactaba de hacer celulares acá, pero la mayoría de sus componentes son importados. Entonces, vos hacés programas destinados al consumo de esos equipos y tenés un problema en términos de divisas. En eso tenés razón. Pero hay otros elementos a considerar: nosotros hicimos un estudio sobre las industrias de la isla, y te daba que la rentabilidad es del 60%. Si le hacías pagar el impuesto a las Ganancias, que no lo pagan, caía al 40%. La rentabilidad promedio de la industria en Argentina es del 20%. Qué quiero decir: que se le generó al sector condiciones muy propicias para que pudiera avanzar en otra dirección, por ejemplo, sustituyendo alguno de los componentes importados. El Estado le dio todo al sector y no le pidió nada para profundizar la sustitución de importaciones. Se pudo castigar a los sectores que no sustituyeran importaciones bajándole la rentabilidad al mismo nivel de toda la industria. Las políticas de fomento en el mundo funcionan con lógica de zanahoria y garrote. Acá no.