La disputa por la compra-venta
"SOMISA era un estandarte para San Nicolás, era algo emblemático. Entonces, cuando viene todo el período de la privatización se produce un shock muy fuerte en toda la ciudad, como que quedamos todos diciendo qué va a pasar acá. Nosotros pensábamos dos cosas... así como íbamos, esto duraba uno, dos o tres años más, era... no había forma. Ahora, lo que acá se discutía mucho a nivel de sindicato era: quiénes eran los que iban a comprar, porque acá vinieron empresas inversionistas que no sabían ni lo que era el acero, te compraba ése y te mataba." [Fragmento de entrevista]
Según fue publicado en los diarios nacionales, existieron varias empresas interesadas en la compra de SOMISA: el Grupo Techint, ACINDAR, Hoogevens de Holanda, aliada con HTS de México y Román Ingeniería de Argentina, Casey Equipment de EEUU, Iritecnia de Italia, Thyssen de Alemania . Estas dos últimas sugirieron al Gobierno que el Estado conservara el 40 % de las acciones previstas en la privatización que pretendía llevar adelante Jorge Triaca. Sin embargo, esta era una metodología que el Grupo Techint no compartía.
El cambio de Triaca por María Julia Alsogaray no significó sólo un cambio de nombres. Se trató de darle forma a la licitación, a efectos de consolidar el oligopolio privado. Por esta razón Propulsora Siderúrgica (Techint) y ACINDAR son los dos postulantes mas importantes de la privatización en curso. El carácter de la licitación en marcha ha sido cuestionado por el único consorcio que ha demostrado interés en adquirir la empresa. Se trata de aquel que vincula Iritecnia (empresa del Estado italiano) con Thyssen (grupo privado alemán). Tanto alemanes como italianos proponen la conformación de una empresa mixta, donde el Estado argentino mantenga el 40 % de las acciones, exigen que el pliego establezca pautas que imposibiliten el 'descuartizamiento' de la de la empresa y, más aún, reclaman que los postulantes expresen el programa de expansión que prevén para SOMISA. Requieren también la no aceptación de títulos de la deuda interna, como forma de completar el pago del precio que se fije para la transferencia de la empresa. Estos criterios habían sido aceptados por la intervención anterior, pero la asunción de María Julia Alsogaray modificó drásticamente el modelo de privatización. La interventora propone la venta del 100 % de la empresa; no establece en los pliegos obstáculo alguno para la reducción de la acería luego de la privatización, y acepta títulos de la deuda interna como forma de pago indiscriminado. De este modo favorece a Techint que, una vez confirmada la transferencia, consolidaría su papel hegemónico en el mercado del acero y la reestructuración del sector se operaría en articulación con la siderúrgica brasileña USIMINAS.
Al poco tiempo que el holding Techint compró los pliegos para la privatización de SOMISA, los directivos le enviaron una carta a la interventora sugiriéndole modificaciones y garantías tales como "un mercado protegido con derechos antidumping, la exención de impuestos a los activos por dos años y la suspensión de unas 600 actas firmadas con el gremio que afectaban la productividad" . El objetivo era fusionar Propulsora Siderúrgica con SOMISA. El precio base para la venta de SOMISA había pasado de 750 millones de dólares, que habían informado las consultoras externas contratadas por el Gobierno, a 450 millones que había propuesto la interventora, pasando por los 300 millones fijados por el Ministerio de Defensa a cargo de Ermán González bajo cuya jurisdicción se hallaba SOMISA, para concluir por último en algún importe entre 100 y 200 millones de dólares que proponía el Grupo Techint. Luego de varias negociaciones y dudas acerca de quiénes serían los oferentes, el único que se presentó fue el Grupo Techint, mientras el Ministerio de Defensa fijaba el precio base para la venta de SOMISA en U$S 140 millones. Asimismo, la interventora declaraba públicamente que ganaría quien pusiera mayor cantidad de títulos de la deuda pública argentina externa e interna.
"Se entregó SOMISA porque fue un gran negocio. Según la valuación de aquel momento salía 3.600.000.000 de dólares construir una nueva SOMISA, y se entregó por 100.000.000 y 10 cuotas de 10.000.000. En total el Estado habrá cobrado unos U$S 180.000.000 es un gran negocio y alguna coima debió haber, ¿no? Nadie va a entregar una empresa así de esa manera." [Fragmento de entrevista]
La interventora María Julia Alsogaray calculó en febrero que el precio de la empresa sería de 460 millones de dólares, en septiembre lo redujo a 260 millones, y la vendió en octubre por 152 millones de dólares, sumando los títulos de la deuda y los pagos de tres a seis meses. Los diarios publicaron que el Grupo Techint se presentó con mayoría y control a una licitación con un precio base, que ellos mismos fijaron, en la que le adjudicaron la empresa y en la que no hubo mas oferta que la de ellos. Según Ricardo Primo, "la UOM logró frenar el intento del gobierno de pagar con bonos las indemnizaciones y que se incluya en las cláusulas de privatización el respeto por el veinte por ciento de las acciones que quedaban en poder del sector obrero" El precio irrisorio con el que la empresa se vendió permitió, según el autor que "el sector gremial pudiera comprar ese paquete de acciones, ayudado por créditos que consiguió paradójicamente con la ayuda de Techint"
De allí en más comenzaría la fusión con Propulsora Siderúrgica, la desaparición de SOMISA y la consagración del monopolio anunciado. En tal sentido, Horacio Verbitsky sostiene que "así como sucedió con Aerolíneas Argentinas, SOMISA fue comprada por sus nuevos dueños sin desembolsar un peso: al día siguiente de la apertura del sobre, el consorcio encabezado por Techint obtuvo en cinco bancos, créditos por los 100 millones de dólares que debió pagar, es decir un subsidio del Banco Central. La coordinación con ACINDAR en el mercado interno y con las compañías asociadas de Chile y Brasil, terminaron de definir el modelo de las privatizaciones menemistas: monopolios privados con protección estatal".