Presupuesto recortado (un análisis comparado del presupuesto 2018)
Por Ramiro Bogado*
A medida que nos acercamos al último trimestre del año 2017, el tema del presupuesto para el año siguiente cobra mayor relevancia, no solo porque el mismo tendrá que definir una hoja de ruta a seguir en materia de ingresos y gastos, sino que políticamente marca un orden de prioridades de cada gobierno. Tomando en cuenta los recortes y vaciamiento de algunas partidas en el presupuesto 2017 respecto al 2016 y del mismo respecto a 2015, es de esperar que el próximo año no modifique su tendencia, puesto que el hilo de acción es el mismo.
El plan presupuestario 2018 muestra un leve incremento en los gastos tanto corrientes como no corrientes, pero fundamentalmente disminuciones en diversas partidas relacionadas con servicios sociales, salud, educación, ciencia y tecnología, entre otras. A nivel macroeconómico, el proyecto plantea de manera optimista un crecimiento del PBI del 3,5%, una inflación anual del 15,7%, una disminución del déficit fiscal del 3,2% del PBI y un suscitado aumento de la inversión hasta el 17% del producto bruto interno. Hay que tener en cuenta que el 2018 viene con una ausencia de ingresos extraordinarios (como el blanqueo), incremento de los intereses de la deuda y una “impredecible” lluvia de inversiones.
Según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, al analizar la relación gasto/PBI se observa un crecimiento proyectado para el año entrante de 20,2%, donde las mayorías de las partidas sociales pierden participación en el gasto y las ganan las erogaciones destinadas al pago de intereses de la deuda. Se remarca, además, que todas las partidas de inversión social han mostrado una reducción en el último bienio, mientras que las relacionadas al pago de la deuda se han ido incrementando. La relación inversión social/PBI, proyectada para el 2018 (3,8%), es la más baja de la última década, solo superada por el año 2008, año en el cual el proyecto de presupuesto establecía un cociente de 3,6% entre ambas variables.
A su vez, se retorna a los déficits gemelos, donde el déficit primario proyectado para el año entrante se estima en unos 395.001 millones de pesos, equivalente a unos 20.500 millones de dólares (al tipo de cambio promedio para 2018, estimado en el mismo presupuesto), mientras que el comercial se observa un crecimiento más que proporcional de las importaciones con respecto a las exportaciones, y, por consiguiente, un resultado comercial negativo por unos 5.600 millones de dólares. En el agregado, se espera que el déficit gemelo (fiscal y comercial)1 consolide una cifra superior a los 20.500 millones de dólares en 2018, esto es, 5,5 puntos del PBI. Dicho resultado negativo se prevé cubrir con más emisión de deuda, reflejado en el proyectado de servicios de deuda.
Es notable como la formulación de la ley presupuestaria marca un hecho económico y político. Económico ya que el mismo tendrá que poseer la capacidad de responder responsablemente a todas las erogaciones que se presenten en el periodo de tiempo, buscando cumplir y ejecutar de manera razonable todas las partidas formuladas en dicha norma, pero a la vez garantizando que la misma ejecución esté alineada con el objetivo de crecimiento y estabilidad económica y erradicación de las diferentes desigualdades. Político ya que se encontrará fuertemente marcado por el gobierno de turno que sea el que determine las prioridades a atender, gastos para la gran mayoría de la sociedad o para unos pocos. La discusión del presupuesto debe ser entendida como la cara visible de cada proyecto político y en base a la misma, la sociedad tendrá que decidir: o el poncho es para pocos o es para todos el invierno.
* Economista de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) e integrante del colectivo EPPA.