La Nación se envalentona: Sirvén contra los "tirapiedras"
Por Juan Manuel Ciucci
Mis enemigos me van a asustar
Cuando comiencen a tener razón
Indio Solari
Una extraña simbiosis hemos construido a lo largo de estos años de batalla periodística con la "tribuna de doctrina": cuando queremos saber qué opina el enemigo sobre algún tema puntual, leemos las páginas del centenario periódico oligárquico. Y en estos últimos tiempos, parece ser que La Nación hace lo mismo con nosotres. Una vez más, publica una nota en la que nos cita para ejemplificar lo que opina su principal contrincante: el kirchnerismo.
Tiempo atrás el periodista estrella de la derecha, Carlos Pagni, retomó lo que decíamos sobre Milani en épocas de críticas profundas por su accionar durante la última dictadura cívico eclesiástico militar, aquella que La Nación apoyó con entusiasmo (¿con qué dictadura no lo hizo?). Esta vez es el periodista de espectáculos Pablo Sirvén el que nos retoma, como para apoyar sus palabras con nuestro análisis de la jornada del miércoles pasado que culminó con la aprobación del Presupuesto del FMI.
Entusiasmado por el “triunfo” del macrismo al lograr imponer un presupuesto de ajuste y saqueo, Sirvén analizó los pormenores de aquel día, festejando “el ocaso de los tirapiedras”. Cita una frase de la nota donde explico lo que considero una derrota, tanto dentro del palacio como en las calles del Congreso, por la falta de unidad y de organización que nos hace preocupar ante el futuro por venir. Sin embargo, Sirvén no menciona el debate que esta misma Agencia propuso con notas de compañeros que discrepaban con mi opinión. Le servía esta reflexión un tanto “apesadumbrada”, como me dijese una compañera, para demostrar que hasta el enemigo reconocía su derrota.
Son los riesgos de la tan mentada autocrítica, que desde tantos espacios se demanda, y que sirve para que desde la trinchera contraria sea utilizada en contra de nuestros propios intereses. Así como exigir la renuncia de Milani podía ser utilizado para demostrar fisuras internas, problematizar nuestro presente les sirve para mostrarnos en derrota. No está de más verbalizar este punto, como para que nos quede claro qué nos piden cuando quieren que nos critiquemos públicamente. Pero más allá de estos bemoles del adversario, nos parece fundamental permitirnos la reflexión conjunta, en la que nuestras fuerzas puedan pensarse de un modo crítico.
Así, este espacio de periodismo militante ocupa un lugar claro en este panorama de voces diletantes y anchas avenidas del medio. Lo sabe bien el enemigo, y también les compañeres que apoyan esta construcción colectiva. Lejos de renunciar a explicitar nuestros desacuerdos o resquemores, creemos nos es dado ocupar ese espacio para permitirnos, también, ver claro qué pretende el adversario.
El lado Sirvén de la vida
El texto de una de las plumas estrella de la cada vez más deslucida tribuna de doctrina es bastante llano. Pretende asustar a sus lectores, con supuestos “golpes de Estado técnicos” y “alzamientos contra el sistema democrático”. Retoma para esto a una pluma tan menor como la propia: el inefable Noriega y su idea de los “tirapiedras”. Los ecos de diciembre preocupan a los cómplices del macrismo, e intentan entonces deslegitimar y enterrar pronto ese recuerdo. Las revueltas de nuestra historia también les resuenan cercanas, por lo que estas palabras intentan también alertar a los Bullrichs que gobiernan.
Así, es capaz de escribir un párrafo donde se supone critica los “excesos” represivos, para luego criticar el carácter heroico que adquieren los detenidos por el macrismo. Termina alertando sobre el decoro de la Cámara baja, más cercano a la “guerra de vedettes” (dirá) que a las funciones de un legislativo nacional. Una vez más, el eco de aquella vieja perorata de las instituciones y la república, viejo escondite de los reaccionarios para azuzar la necesidad de orden y progreso.
En fin, nada nuevo bajo el sol, tan sólo una nueva habladuría de lugares comunes y celebraciones de victorias no del todo confirmadas. Decir que hemos perdido el miércoles en el Congreso no significa pensar que el macrismo esté triunfando. Más bien alerta sobre este sinuoso presente donde el discurso antipolítico que los Sirvén construyen gana cada día más lugar. Escenario propicio para Bolsonaros advenedizos, criticados en la pública declaración pero festejados en los sótanos de vernáculas derechas.
A pesar de nuestro apesadumbrado diagnóstico del hoy que transitamos, el futuro deberá ser, una vez más, nuestro. Cerrábamos el pasado texto con esta consigna hacia el porvenir, y volvemos a exhortarnos hacia ese devenir. En tanto, resuenan desde dentro y fuera proclamas que encienden fuegos en nuestros deseos de Patria justa, libre y soberana. Esas palabras que nos alientan son consignas viejas que prometen volver a redimirnos.