Tenemos que defender a Hugo Moyano
En 2012 publicamos un editorial en relación a la ruptura entre el moyanismo y la conducción de Cristina. En aquel momento sosteníamos que nos costaba escribir sobre aquel quiebre. Señalábamos que Hugo Moyano estaba equivocado, pero también describíamos al moyanismo como “la fracción más combativa de la clase obrera organizada”. En esa apreciación entraba la trayectoria de lucha en los 90 y su rol valioso en el conflicto de la 125. Esa dura batalla contra las patronales agrarias.
Aquella ruptura marcó el inicio de futuras derrotas electorales ligadas, en mayor o menor medida, a la división del campo popular. Pasaría mucha agua debajo del puente, ocurrirá la campaña de 2015 y el trágico apoyo de Moyano a Mauricio Macri en su candidatura presidencial. Pero el macrismo inició un nuevo ciclo. La restauración conservadora y el avance de su programa político y económico acomodarían los tantos.
La posibilidad de una unidad en la acción vuelve a reunir al moyanismo con el kirchnerismo. Aunque esta unidad todavía no encuentra continuidad en el terreno electoral, es importante destacar los espacios de lucha en común con los compañeros.
Sin embargo, a pesar de este nuevo panorama que rectifica el rumbo de Moyano, otros sectores del campo popular insisten en una caracterización demonizante del sindicalismo en general y del moyanismo en particular. Tal vez sea una desviación histórica del kirchnerismo en sus notables falencias de formación doctrinaria. Tal vez sea el curioso periplo de la fracción progresista, que no termina de saldar su desencuentro con el movimiento obrero organizado. Ahora bien, es importante interpretar bien los mensajes de Cristina y su giro de resindicalización de la fuerza propia, con tres candidatos a diputados nacionales en su propuesta de 2017: dos pertenecientes a la Corriente Federal de los Trabajadores, Walter Correa y Vanesa Siley, y Hugo Yasky, miembro de la CTA. Aquí juegan un rol primordial referentes sindicales kirchneristas cercanos a Pablo Moyano, como se ha venido convirtiendo Daniel Catalano, de ATE Capital.
Apreciaciones para una línea histórica movimientista
Históricamente, nuestro país sufrió oleadas liberales que aprovecharon la ruptura de sectores hermanos del campo nacional y popular. El ejemplo más poderoso fueron los enfrentamientos entre las JP y el sindicalismo en los 70. Esta contradicción alentó las condiciones para la llegada de la dictadura cívico-militar.
El símbolo de tomar el nombre AGENCIA PACO URONDO (ligada a la tradición de la izquierda peronista) e insistir en la reivindicación de actores de la actualidad o históricos, como Moyano y José Ignacio Rucci, representa la posibilidad de saldar una discusión histórica entre las distintas alas del movimiento en una síntesis. El kirchnerismo logró -por momentos- saldar esa unidad entre las dos alas del movimiento. Bajo ese sello se dieron luchas claves como la 125 (2008), y se logró avanzar en la estatización de las AFJP (2008), que posibilitó la implementación de la Asignación Universal por Hijo (2009).
El camino para romper la hegemonía neoliberal macrista implica reaglutinar un gran frente antimacrista. El movimiento obrero es la columna vertebral; ya conocemos los resultados sociales y electorales de un gigante invertebrado.