¿Por qué lo que hace Maratea es tramposo, turbio y cuasi ilegal?
El influencer del mercado Santiago Maratea utiliza la colaboración histórica y desinteresada del pueblo argentino para beneficio propio. Con la excusa de ayudar a pagar la millonaria deuda en dólares de Independiente, aparecieron sus contradicciones, y su habilidad para pasar una estafa lisa y llana -símil "Cuento del Tío"- como una caridad fundada en la más alta ética. En las últimas horas, la curva de la recaudación comenzó a bajar ante la polémica suscitada porque el “influencer” pretende gane dinero por su “trabajo” de juntar fondos.
Todo tiene un principio. Lo primero que necesitó Maratea para demostrar que su sistema funcionaba es que, efectivamente, funcionara. Sus primeras colectas fueron sentidas, altruista: Emmita la beba chaqueña, los bomberos de Corrientes, un vuelo charter para los deportistas albicelestes, ayuda al club Ezeiza; es decir donde no llegaba el Estado ahí estaba la ayuda, y eso es un montón ya que justamente es el objetivo de lo comunitario. Sin embargo, a los días mostraba su verdadera cara y hacía mucho ruido: una colecta para él, y para un lujo, así tal como lo expresaba ¿Qué era eso? ¿Cómo saber si separaba las dos cuentas (lujo y ayuda)? ¿Cómo saber si en realidad gastaba más en lujo que en ayuda? Ruido.
El caso Independiente fue un parteaguas para Maratea, lo que hacía ruido se tradujo en una tormenta. El influencer echó a toda la gente del Rojo de su propio Estadio Libertadores de América, y se sentó a hablar con los periodistas, junto al arquero Miguel Angel "pepe" Santoro, una gloria que le calzaba justo. Armando esta escena, el resultado fue que la vida democrática de un club más que centenario -y uno de los más importantes de América- quedó hecha trizas en segundos.
En las últimas elecciones de Octubre de 2022 votaron más de 16 mil socios y ese día se batieron todos los récords de participación eleccionaria en el club de Avellaneda. A Fabian Doman, lo eligieron 11.492 personas por la lista “Unidad Independiente”. Pero parece que eso no importó. Lo que importaba era vender la imagen, calzarse la camiseta roja y las gafas negras, recorrer la cancha, salir bien en las fotos y postear correctamente los links en las historias de Instagram. Todo con mucho gusto a lo siguiente: “no me rompan mucho las bolas”, “el que piensa así es porque es chorro”, frases que dijo durante la conferencia de prensa, y después en su casa.
Luego, vinieron las contradicciones y las mentiras de Maratea: en un primer momento recaudar algo solo para los gastos del fideicomiso, luego el 5% “por el trabajo”, después que el dinero no debía pasar por las arcas del club y, todo indica, que deudas se pagaran sin auditarse, también un fideicomiso inscripto en Neuquén. Y finalmente ni garantes, ni garantías. Por estos temas la curva de recaudación comenzó a bajar, y la lupa se posó sobre el influencer, también, por algunos periodistas del establishment como Eduardo Feinmann y María O'donnell.
En otra sintonía, pero con palos propios de su estilo, se mantuvieron enérgicos y supercríticos de la colecta (“Es lavado de guita”) “El Loco y el Cuerdo”, Andres “Duka” Dukatenzeiler y Flavio Azzaro.
Un poco de historia de rifas, colectas y chancho móviles
Hace pocos años cumplimos el bicentenario de la declaración de la Independencia, somos una Nación joven pero que lo hemos atravesado todo en estos pocos años. Avances y retrocesos, idas y vueltas, en casi todos los ítems. Por décadas aparece el borrón y cuenta nueva, las presiones extranjeras, el vaciamiento, las botas en las calles, los enfrentamientos y ese volver a empezar. Eso sí, de lo que nunca volvemos a empezar es de ayudarnos entre nosotros y nosotras.
Siempre que hay una necesidad, hay un derecho, parece ser que se repiten los argentinos y argentinas cuando sucede algo urgente, y es necesario actuar. El derecho de todo habitante del territorio es ser alcanzado por la ayuda comunitaria, la ayuda que está anclada en el tejido social de forma lógica y automática, y que se materialice a través de colectas, rifas, donaciones, concursos, festivales, recitales, “chancho móviles”.
Un rápido racconto histórico puede darnos como primer resultado las donaciones que consiguió San Martín para el Ejército de los Andes, de la cual no estaba muy contento según Martín Pueyrredón, ya que las consideraba insuficientes. Según el historiador Felipe Pigna 29 mujeres sanjuaninas donaron 14 mil pesos, ropa y alhajas. Por esos mismos días, en Córdoba, 60 mujeres organizaron una colecta más que beneficiosa para el ejército patrio.
Más acá en el tiempo, el terremoto en San Juan en Enero de 1944 -de cuando se conocieron Perón y Evita- con recitales en el Luna Park, colectas, rifas, para ayudar a los damnificados de un temblor que se cobró 10 mil muertes.
Durante la guerra de Malvinas, en 1982, miles de familias lo donaron todo: joyas, cadenas y anillos de oro, dinero, abrigo, comida; niños llevando personalmente lo poco que tenían, está demostrado que muy poco de eso llegó, y que mucho fue robado por los militares.
La solidaridad y la empatía que produjeron en el pueblo argentino las inundaciones de La Plata, en 2013, fue el último gran hecho donde los argentinos y argentinas estuvieron presentes, por largas semanas con donaciones de todo tipo para ayudar a las familias que lo habían perdido todo. Desde todos los puntos del país llegaron militantes políticos y de organizaciones sociales, religiosas, de ONGs, de sociedad de fomento; también las fuerzas armadas, con el único objetivo de sacar a una ciudad de sus ruinas.
Siguiendo esta tradición, en la actualidad -más allá de que hay una Ley específica sobre rifas y colectas- pululan por las redes sociales y en la vida social y comunitarias un sinfín de rifas y colectas que van desde pagar los gastos de un cuartel de bomberos voluntarios, costear el tratamiento de salud de un niño, pagar el viaje de egresados a Bariloche, con todo tipo de herramientas ya constituidas: feria del plato, ferias americanas, chancho móvil, polladas, cantinas y parrillas, mesas de dulces, concursos.
Cuando mete la cola el Mercado (Pago)
“La cuenta es de Mercado Pago y se puede hacer una transferencia o depósito desde cualquier banco o en un Pago Fácil”, explicita la web de Tyc Sports en la nota titulada ¿Cómo colaborar con la colecta de Santiago Maratea en Independiente?, donde también dejan directamente los links para entregar 4 mil, 8 mil, 16 mil o 32 mil pesos.
Lo que hizo Maratea y (Marcos) Galperin fue sistematizar -y aprovecharse- de la ayuda del corazón, meterla en el mercado y que le de rindes siderales -al escribir esta nota ese 5 % se había convertido en 135 mil dólares-, y eso no cumple con la regla básica y dorada de toda colecta: el que la hace no se queda con nada, y cuando es nada, es nada.
No alcanza con decir que la gente cree en mí, y me da dinero. Cuando se trata de una estafa, es una estafa sin vueltas. Sí se le dice que sí a las colectas de Maratea, sí se las válida, también debería validarse, por caso, el cuento del tío. En esta maniobra delictiva también hay sugestión y mentira, efectivamente la víctima cree que hubo un error y que será subsanado a la brevedad y, al creer en su interlocutor, acepta y entrega sus claves al delincuente del otro lado del teléfono. Estas características son compartidas para con la maniobra del influencer porque efectivamente quien dona, cree.
Finalmente asistimos al triunfo -y a la derrota de la construcción colectiva- de la individualidad, quizás este sea el mayor peligro en la superficie que habitamos, caracterizada ya por la monetización del todo sin importar sentimientos ni amores, algo que -por el contrario- es condición en nuestro fútbol argentino como en ningún lugar en el mundo. Nos queda esa esperanza que, por supuesto, no es para nada poco.
“El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ´en grupo´, nunca el héroe individual, el héroe solo”, lo dijo para siempre Hector Germán Oesterheld.