Lo que dejó el debate presidencial 2019
Por Lucía Ferreri Ochoa
Foto Esteban Collazo
Los seis principales candidatos presidenciales se enfrentaron ayer en Santa Fe en un debate con más perdedores que ganadores.
El formato del encuentro, que consistía en cuatro bloques temáticos -Relaciones Internacionales; Economía y Finanzas; Derechos Humanos, Diversidad y Género; y Educación y Salud- sin intercambio entre los candidatos hacía prever una noche tranquila. SIn embargo, el candidato del Frente de Todos subió la temperatura haciendo alusión al presidente Mauricio Macri en todas sus exposiciones.
En ese sentido, durante su presentación, Fernández recordó que "hace 4 años hubo otro debate y alguien mintió mucho. El que mintió es el Presidente, que quiere volver a ser Presidente, el que dijo la verdad, está sentado en primera fila".
A partir de ese momento, el candidato del Frente de Todos fustigó a su par de Juntos por el Cambio a lo largo de presentaciones perfectamente cronometradas (aunque en un tono quizás algo más duro de lo recomendado por los expertos).
Por su parte, Macri comenzó el debate pidiéndoles “confianza” a sus votantes con aspecto sonriente y conciliador. Sin embargo, a partir del bloque de Educación se lo vio visiblemente molesto y su discurso dio un giro de 180º, saliéndose del libreto. A partir de allí, el mandatario pasó al ataque y, tras acusar a Fernández de encarnar la vuelta de “la canchereada kirchnerista” y el “dedito acusador”, tuvo una serie de furcios como su denuncia de la “narco capacitación en las escuelas” que, según aseguró con tono sarcástico, Axel Kicillof realizará en la provincia. Durante el mismo bloque, -Salud y Educación- un Macri acelerado enumeró una serie de datos confusos y aseguró que “los abuelos tienen las recetas en sus celulares”, a lo cual el candidato kirchnerista le respondió: “Los abuelos no tienen celulares porque no pueden pagarlos. Hablemos en serio”.
Por su parte, el candidato del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño, también protagonizó momentos que se viralizaron en las redes sociales y lo volvieron el tema de numerosos memes, como la utilización de su tiempo reglamentario para rendir homenaje a las víctimas de la represión en Ecuador, o su puño en alto con el pañuelo verde por la despenalización del aborto.
Mientras tanto, el candidato de ultra derecha Juan José Gómez Centurión daba su propia lucha contra sus molinos de viento: los 30 segundos. El ex combatiente de Malvinas presentó una gran dificultad para hacer caber sus ideas en el tiempo pautado y fue el centro de numerosas bromas en las redes sociales por ello. Más allá de eso, el candidato fue uno de los pocos que planteó -polémicas- propuestas propias como el arancelamiento de la universidad pública y la penalización de todos los casos de aborto.
Otro que tuvo dificultades para transmitir sus propuestas fue Roberto Lavagna, quien transcurrió el debate en un tono monocorde en el que no dejó en claro sus ideas.
Lavagna fue uno de los grandes perdedores de este debate, ya que tenía una gran oportunidad y se esperaba que saliera a intentar atraer al voto defraudado con el gobierno de Macri. Sin embargo, su nula presencia televisiva y su incapacidad de expresarse en un lenguaje claro y accesible lo hicieron perder esa oportunidad.
Asimismo, Macri tampoco salió beneficiado del encuentro ya que, pese a haber comenzado la noche buscando reconquistar a su electorado mostrando temple y solidez, finalmente cedió a las pasiones y se mostró molesto e incómodo, respondiendo a las acusaciones de Fernández con chicanas más propias de su ejército de trolls que de un Jefe de Estado.
A la hora de analizar el resultado del mitin, es necesario diferenciar entre los ganadores y quienes salieron beneficiados. Al analizar vencedores y vencidos queda claro que esta calificación es profundamente subjetiva -y eso se ve reflejado en las redes y las primeras coberturas al respecto-. Por otra parte, al observar a los beneficiados por la convocatoria, la situación es más compleja. Pese a tener una base sólida compuesta por su núcleo duro que lo respalda, lo cierto es que a Macri se lo vio descolocado durante gran parte del debate y no logró transmitir un mensaje que le permita reconquistar a su electorado desencantado.Del otro lado, Fernández mostró una mayor solvencia y desde el inicio fue a buscar el resultado, llevando la premisa de que “no hay mejor defensa que un buen ataque” como bandera, aunque el tono excesivamente confrontativo le jugó una mala pasada sobre el cierre del encuentro. Gómez Centurión y Lavagna se quedaron en el camino y Del Caño protagonizó una serie de momentos casi cómicos que lo dejaron al margen de la discusión.
En el balance final, esta noche no hizo más que confirmar lo sospechado: la fluctuación del electorado a partir de los debates es casi nula y esta puesta en escena no hace más que convencer a los decididos.
En ese sentido, una encuesta realizada por el analista en comunicación política Mario Riorda en su cuenta en la red social Twitter, reveló que sobre más de 1.700 personas, el 87 por ciento no modificará su voto a partir de lo visto ayer, mientras que sólo un cinco aseguró haberlo reconsiderado.
Esto refleja la poca eficacia de estos formatos a la hora de seducir votantes, lo que lleva en muchas ocasiones a los candidatos a elaborar discursos destinados a conservar a su electorado. A pesar de ello, esta teoría no contempla los imponderables de la cotidianeidad de un país que vive actualmente una crisis económica, social y política, la cual puede llegar a inclinar definitivamente la cancha en la recta final. Aún queda el segundo tiempo y la pelota sigue en la cancha.