Dejar Romero: el proceso de “desmanicomialización” en primera persona

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Dejar Romero: el proceso de “desmanicomialización” en primera persona

09 Abril 2025

El pasado 6 de abril se estrenó en el cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) Dejar Romero, documental de Alejandro Fernández Mouján y Hernán Khourian. La propuesta, que invita a reflexionar sobre alternativas al modelo tradicional de encierro en manicomios, a partir de la experiencia en el hospicio conocido como Melchor Romero, se proyectará en, al menos, tres funciones confirmadas: domingos 13, 20 y 27 de abril a las 18 horas, en Avenida Figueroa Alcorta 3415, Ciudad de Buenos Aires.

El documental, premiado en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) del año pasado, sigue la puesta en práctica del proceso, llamado de “desmanicomialización”, en el Hospital Interzonal de Agudos y Crónicos “Dr. Alejandro Korn”, ubicado en Melchor Romero -de ahí su denominación más usual-, La Plata, provincia de Buenos Aires. Su narrativa pone el eje en la vida de los y las pacientes y de quienes son el motor de la iniciativa, jóvenes nucleados en el Movimiento por la Desmanicomialización en Romero (MDR), que establecen un vínculo con los mismos para preparar su reinserción.

El punto de partida original había sido documentar el archivo de dicho hospicio, ante una invitación del MDR. De ahí la recuperación de historias clínicas, fotografías, cartas nunca enviadas y denuncias jamás atendidas a lo largo de 140 años. Sin embargo, ante la implementación de la Ley de Salud Mental 26.657, que entró en vigencia en 2013, la obra toma contacto con esa revisión del trato a los usuarios del sistema y ambos directores apuntan a acompañar y potenciar la práctica diaria del proceso de “desmanicomialización”.

Dejar Romero, gracias al registro ininterrumpido a lo largo de cinco años, apunta en poco más de una hora al registro social a través de un enfoque de observación y cámara testigo sobre la vida diaria de un grupo que transita su reinserción -hay cierto paralelismo con Cruzar el muro y Los fuegos internos-. Las distintas formas y actividades en las que se van creando lazos comunitarios entre pacientes y profesionales, a medida que los límites se vuelven más difusos y permeables, se intercalan con documentos y testimonios del pasado que, en paralelo, construyen una automática comparación con el presente.

La cinta se mete con un tema incómodo, incluso se apoya en una noción de la salud mental desde una perspectiva de clase, pero no propone una discusión entre defensores y críticos del cuerpo legal actual sino evidenciar, en términos cinematográficos, las consecuencias del encierro en una institución psiquiátrica. Si bien el propio registro se va integrando al día a día, mostrando huellas tanto psíquicas como físicas, no cae en el sensacionalismo gracias a una mirada cuidadosamente respetuosa y a una estructura meticulosamente organizada.

Su mérito radica en el grado de cercanía alcanzado, tanto con los jóvenes del MDR como con los internos, que permite que las historias personales surjan, o al menos se perciban así, de forma auténtica. A diferencia de Ciclón fantasma, no postula cierto romanticismo en la realidad que registra sino que su punto de vista no deja dudas. Hay degradación, hay prejuicios y hay angustias, pero por sobre todo hay convicción en pos de la recuperación de quienes están ahí. La cámara, como parte de ese proceso, les devuelve entidad y eso es tan doloroso, por lo vivido, como esperanzador, por lo que pueden vivir.

Más allá de cualquier cuestión que se pueda señalar, como la inevitable narración sin final, dado que el proyecto sigue en curso -y el abanico de temas en esa transición que se podrían recuperar-, la importancia de Dejar Romero también radica en su reivindicación de los pacientes como sujetos de derechos, sobre todo ante la amenaza latente del gobierno nacional de volver a impulsar modificaciones regresivas a la Ley de Salud Mental. El año pasado buscaron retornar al paradigma de la manicomialización, pero no prosperó entre tantas negociaciones que sufrió la llamada “Ley Bases”. En cambio, este documental, el arte colectivo y nuestro cine aportan visiones de otros mundos posibles.

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