Cuando ellos tampoco podían
Por Nicolás Adet Larcher
Hoy parece normal que un hombre pueda pasear por la playa sin remera, por la calle o por cualquier lugar donde quiera quitarse la ropa con aceptación. Pero — por ejemplo — en lugares como New York recién fue aceptado que un hombre descubriera sus pezones en 1936, así como también el traje de baño utilizado por la mujer fue descubriendo más piel con el paso del tiempo.
Basta con googlear imágenes de 1910, 1920 o 1930 para encontrar a hombres con trajes de baño de cuerpo completo que incluso podían ser penalizados si se los quitaban. Fue en 1934 cuando un grupo de hombres se reunió en Coney Island a protestar sin camisa, con el objetivo de que se quitara aquella regla que les prohibía quitarse la parte superior de su vestimenta en público. Esta medida de fuerza implementada llevó a cuatro hombres a un tribunal.
“Muchas personas se oponen a ver gran parte de sus cuerpos expuestos” argumentó la magistrada que los condenó. A esto siguieron otras protestas en Atlantic City en 1935 que terminó con 42 hombres detenidos que además debieron pagar una multa de 82 dólares mientras la gente les gritaba “no queremos gorilas en nuestras playas”.
En New York, donde los hombres obtuvieron el derecho de pasear con su torso desnudo en 1936, las mujeres recién pudieron hacerlo en 1992. Sin embargo, eso no eximió de polémicas a los topless que las mujeres hicieron de esa fecha en adelante. A tal punto que algunos casos resonantes terminaron con mujeres detenidas por varias horas en una cárcel, con condenas a pagar multas y con casos llevados directamente hacia la justicia.
Decidir qué usar o no usar siempre fue un tema, más aun siendo mujer. En algunos países, principalmente en Estados Unidos había grupos que se hacían llamar “Legión Nacional de la Decencia” y tenían por objetivo presionar al gobierno para que las mujeres no pudieran utilizar trajes de baño muy reveladores en la playa o en el cine. Según Rachel Moseley, a la actriz de Tarzán, Maureen O’Sullivan, la obligaron a cambiar su vestimenta entre una película y la otra. Para los luchadores de la decencia, al mostrar su ombligo en la pantalla grande, O’Sullivan cometía un acto indebido. De 1934 a 1939, se modificó su vestuario al estilo de una bikini por un vestido que cubría la totalidad de su estómago.
Por otro lado, cuando en 1934 también se estrenaba la película “It Happened One Night” muchos se horrorizaron al ver al actor Clark Gable desabrochar su camisa para luego descubrir que no llevaba una camiseta blanca debajo. Pero a Gable no le dijeron que no lo hiciera más o le cambiaron el vestuario.
En el caso de la utilización de bikini, la prohibición obligaba a utilizar ropa poco reveladora y usar bikini era una aberración. Antes de la bikini, a las mujeres se les tomaban medidas para establecer una falda “de la decencia”. Si el traje de baño estaba por encima de las rodillas, no era decente. En el caso de la utilización de bikinis, quienes contribuyeron a su popularidad y a la flexibilización de aquella prohibición fueron figuras como Marilyn Monroe y Brigitte Bardot, que fueron fotografiadas en bikini durante la década del 50 y de los 60.
Volviendo a lo anterior, el #Tetazo o el lema #FreeTheNipple (liberen los pezones) que usaron famosos en las redes sociales años anteriores (Miley Cyrus, Rihanna, etc.), no solo pone en escena cuerpos desnudos, también pone sobre la mesa las desigualdades de un sistema que le permite al hombre obtener derechos con mayores facilidades que a las mujeres y que se traduce en todos los ámbitos. A los hombres les bastó con protestas durante menos de cinco años para que se quitara la prohibición de llevar trajes de baño de cuerpo completo. A las mujeres, muchísimo más. En la última década, fue la agrupación ucraniana Femen la que revalorizó al toples como una forma de rebelión a las reglas del sistema.
Y es que una teta femenina vale más que una masculina para el sistema. Lo vale en la medida de su comercialización, e incluso vende más si es blanca aunque estemos en el siglo XXI. Facundo Cabral lo dijo alguna vez al referirse a las tetas de una mujer blanca y los de una mujer negra. Una saldrá en Playboy, y otra en National Geographic. En las tapas de las revistas o en la televisión, es lo que se tapa en la portada y lo que se devela en las páginas cuando uno adquiere la revista. Pagó para verlas. Pago el cable para verlas en televisión. Pero no, si están a la vista es un problema.
Y otro problema es cuando surgen las preguntas, las dudas, o los malentendidos con frases como “bueno, pero si las toco voy preso” ¿Y por qué hay obligación de tocar?, ¿Por qué tengo que disponer del cuerpo del otro?, se toman estos cuestionamientos como una suerte de “sentido común”, cuando es necesario establecer como está elaborado nuestro llamado sentido común. Si veo tetas y necesito tocarlas sin consentimiento, algo tengo que cuestionarme.
Hay lugares en el mundo donde está plenamente aceptado pasear con el torso desnudo, incluso en la calle, en países como Dinamarca o Suecia, y hay otros lugares donde se aplica la distinta vara de acuerdo a la región. Por ejemplo, en Brasil según una legislación de 1940 está prohibido en la playa, pero es perfectamente legal que una mujer este desnuda del torso para arriba si es una comparsa de carnaval que será televizada y publicada por todos los medios del país y del mundo, una exhibición aún mayor que la que puede tener una playa.
El #Tetazo no es una lucha aislada, no escapa a otras manifestaciones y reclamos que en la misma línea tuvieron lugar en nuestras calles. Es una continuidad, una expansión de nuestro horizonte que fortalece aún más posibilidades que hasta hace unos años eran imposibles de materializar.