Dora Barrancos: la candidata de los Feminismos Populares
Por Abril García Mur y Juan Manuel Ciucci
Segunda parte de la entrevista a Dora Barrancos: la candidata a Senadora por el Frente de Todes analiza los desafíos del movimiento feminista de cara a la contienda electoral.
Agencia Paco Urondo: Además de formar parte de un Frente contra esta “maquinaria de destrucción”, como afirmaba en la primera parte de la entrevista, ¿cómo enfrenta el desafío de representar también a los feminismos en esta elección?
Dora Barrancos: Eso fue lo que me hizo decir sí. Tenemos un grado de alta sororidad, de correferencia, hay una vibración grande, una conformación de feminismos populares que es extraordinaria. Entonces, cuando me invitaron, me pregunté ¿cuál es el eje identitario que una tiene en este momento como referencia en la política?: el feminismo. Sin dudas hay otros como, el ser miembro de esa gran comunidad de ciencia y técnica del país, pero que podríamos decir es específico y corresponde a un segmento. La condición de las mujeres y de las otredades es el universo, lo otro es una parte. Porque justamente están correspondidas relaciones de géneros, nadie queda afuera de esto. Porque nos ocupamos de la condición femenina para mejorar la condición humana, para darle otro soporte a la vida, más justo, equitativo, sensato, racional. Que cree otro sentido común, que elimine este sentido común que es atenazador y que vulnera absolutamente todo. Y para esto estamos hoy en condiciones inéditas, inclusive pensando en la propia Argentina, desde el punto de vista jurídico, y eso es lo interesante.
Esta sociedad todavía no ha calibrado el paso que dio con la Ley de Identidad de Género. Qué suerte que pudimos dar semejante paso que dio un cimbronazo al orden jurídico: la primera vez en la historia de los estados modernos que tienen la enjundia óntica de pensar varón-mujer, cuya primera organización política es la vida privada. Y nada menos que sea el Estado el dice “haz lo que desees ser”. Y esto es algo que aún asusta al propio Estado, y que debe completarse y para eso es también este sí a esta oportunidad. Tenemos que seguir pensando nueva norma, y creo que los grandes desafíos que tendrá - en especial - el Ejecutivo es cómo va a llevar adelante estas políticas generalizadas de veras. La primera preocupación que yo tendría es cómo hacer prevención contra la violencia hasta erradicarla. Eso es fundamental: no hay políticas de prevención, tenemos mucha política punitiva por considerables reformas del código penal. Lo que está retardada es la justicia, las agencias de justicia todavía no se compadecen bien con el estatuto normativo.
Debo decir que me llaman la atención algunos fallos, fallos terribles como el de Lucía Pérez en Mar del Plata, que seguramente la Cámara lo dará vuelta. Porque es algo que ocurre, fallos tremendos en primera luego son revocados en segunda. Y muchas veces se habla de contextos que no ayudan por ser conservadores, algo que no me creo mucho porque la Ciudad de Buenos Aires ha tenido también representantes súper conservadores como la vicepresidenta de la Nación. Hubo fallos muy interesantes, como el de Tucumán respecto a la una resolución creativa de una jueza: una pareja donde él la hostigaba, en un pueblo pequeño donde la restricción perimetral no cumplía su función, y entonces la jueza le indicó que debía irse, y lo ayudaron a establecerse en otro lugar. Yo estoy muy de acuerdo con ese tipo de fallos, porque es punitivo de baja punición, es adecuado y proporcional. ¿Lo van a meter preso de por vida? No, nuestra acendrada vocación antipunitivista nos remarca que eso es un disparate. El hombre habla lo que habla la sociedad de contexto, el tipo estuvo habilitado para semejante tragedia. Lo que tenemos que hacer es sacar la posibilidad de que eso ocurra, desestabilizar completamente la base patriarcal. Eso es prevención, tareas que tiene que hacer el próximo gobierno nacional y popular. Por ejemplo, modificar toda la malla curricular de primaria, modificar las relaciones interpretativas de les docentes - que como siempre digo son nuestro mejor ejército popular - que debería ser feminista. Si pudiéramos simplemente desorganizar los sentidos comunes de esa enorme presencia de congéneres. Tienen que existir aparatos específicos de prevención, no basta con la ESI, tenemos que tener unos pequeños cuerpos especializados que visiten diariamente las escuelas, en especial las secundarias. Que se den el trabajo de estar 15 minutos en sintonía directa, para ver qué pasa, “a ver quién es tan celoso”, explicar que no se puede permitir brindar las contraseñas de las redes sociales, por ejemplo. Pero para esto son necesarios recursos y gente especializada.
APU: La victoria de octubre parece fundamental para romper desde el feminismo el sentido común conservador que se nos intenta imponer, y para propulsar desde el Estado esas demandas para que se conviertan en derechos….
DB: Creo que ese es el gran lance, que tenemos que llegar a esta oportunidad con un doble plano. Cuando nos preguntan a las feministas “¿pero no es individualista ´lo personal es político´?”. Saben, es lo más socialista que usted se puede proponer. Lo personal no es individualmente mío, es político, es lo que le pasa a todas/os/es, es lo que me muestra en la agregación, es exactamente lo contrario. Es descubrir que lo mío es una malla social. Y es un acopio de sentido extraordinario que dio el feminismo y lo notable es que no identifica hoy autoría. Hay un corrimiento de quién fue la autora de la frase, y ocurrió una sororidad entre las emisoras, que cuando les dicen que fueron ellas siempre mencionan a alguna otra. He ahí el tono más social de nuestras luchas, que ni siquiera tenemos una identidad firme respecto de un régimen de locución que pasó a establecerse como un gran lema de la condición de posibilidad. Creo que el próximo gobierno va a tener que resolver lo que deben hacer las democracias intensas hoy. Algo anunciado por Laclau y Mouffe, las vías de recuperación de lo democrático como un sistema que no podemos perder, y en su riesgo por garantizar libertad individual mientras garantiza cóncavo social confirmatorio de que no habrá permisos para la exclusión, ni para que la concentración tenga lugar. La concentración es el acto que marca la exclusión, desde el punto de vista societal general. De la misma manera que la patrimonialidad patriarcal es lo que marca la exclusión de géneros. Sin ese viejo sentimiento acerca de lo patrimonial que enlaza las dos dimensiones, no se hubiera aferrado tanto la posibilidad patriarcal. Porque el cuero es de patrimonialidad de los varones, y voy a decir algo duro y difícil, pero que después de haber andado tanto con la historia de las mujeres comprobé que es así: la burguesía puesta en su gran escenificación de triunfo consigue imponer el copyright de sus modos patriarcales en todos los conjuntos sociales, incluidos aquellos a los que domina. Es como que les dice: “¿de qué se quejan, ustedes tienen a sus mujeres?”. Hay algo sádico en esa instrucción que no fue dicha así, pero que es evidente que es así. Porque cada segmento replica el orden del segmento dominante. Tomando incluso planteos de un feminismo radical, liberal y conservador, que nos ha dejado algunas visiones buenas para llevar adelante. ¿A quién escapa que lo que tenemos que hacer es posibilitar que las mujeres tengan autonomía, individuación, que puedan insertarse en el mercado laboral?
Es una tarea fundamental del nuevo gobierno hacer que el mercado laboral se desestructure en su raigambre patriarcal, las principales funciones de mayor productividad y acierto retributivo están puestas en manos de varones. Ahí el Estado puede hacer mucho, tiene incentivos para decir “tomen más mujeres, no les doy créditos si no toman más mujeres”. Son muchas las iniciativas que puede tener solamente con incentivos fiscales para actuar. Ni digo en algunas cuestiones donde se necesita una acción más directa, como por ejemplo el empleo de las mujeres en el área de las tecnologías más duras, más complejas. Primero la sostenibilidad de chicas en las escuelas técnicas, en las matrices de ingeniería eléctrica, civil, etc.
APU: ¿Cómo ve esta necesidad de mayor participación en la política, con el caso de la paridad en las listas?
DB: Cuando apareció el cupo teníamos el mismo entrevero, “está lleno de la mujer de” se decía, como si los varones no tuvieran delfines. Todo eso se apaciguó mucho, desde el ´91 que tenemos cupo y ya a la década estaba claro que muchas mujeres habían hecho carrera gracias a esa ley. Ahora estamos en lo mismo, hay algunas quejas. Pero yo que soy una optimista irredenta habíamos hablado mucho con diversas conformaciones feministas que están en el Frente que había que arremeter. Que dejaran de esperar, que hicieran mucho lio. Y en algunos casos creo que estamos en una contabilidad en default, y en otros casos con experiencias muy interesantes. Hay poca candidatura a Intendenta, eso hay que mejorarlo. Tal vez una de las mayores dificultades que tienen las mujeres para transitar la política es el orden local, que suele estar marcado de un modo convencional en cuanto al papel de las mujeres. Entonces quizás se dan mejor las mujeres en órdenes más abstractos y no de tanta urgencia local.
Alguna vez escribí que la vida política es una vida de alta absorción. Las mujeres tienen un problema con la temporalidad, el tiempo de las mujeres es un mandato tremendo, es un mandato de género, que no permite tiempos muertos. Y la política es notablemente diferente para los varones: los varones están dispuestos a perder todo el tiempo del mundo para acumular poder. Esa es una diferencia muy grande, por ejemplo en el cierre de listas que se produce en los ajetreos anteriores, donde hay que tener mucha vocación, voluntad y mucha sororidad. Creo que tenemos problemas también en cómo las mujeres sostienen a las mujeres, es algo que debemos desentrañar: las condiciones de competitividad de las mujeres son duras. No es fácil la oportunidad de la sororidad en la política.
APU: ¿Cuál es su análisis ante las distintas posibilidades o incluso exigencias que se le intentan imponer al feminismo desde la política, en torno a la organización o incluso el encuadramiento partidario?
DB: Hay que hacer de todo, no creo que haya una sola receta. Hay que hacer correa feminista, y al mismo tiempo hay que penetrar todas las oportunidades, en especial de trabajo barrial, etc. Hay que ser estratégicas, los grupos deben darse una estrategia. Y creo que las organizaciones feministas deben aprender de las grandes tretas históricas de las mujeres: dónde no hay mala fe, saber en qué momento, qué condiciones de oportunidad, cómo, en qué momento se va estar disponiendo de mayor fuerza contaminante, etc. En este momento, en algunas áreas, el gran elector va a ser el movimiento feminista. No tengo dudas que en Capital se dará una gran vibración, no me atrevo a decir en porcentajes. No estoy de acuerdo con los partidos feministas (que la argentina ha tenido), porque lo que necesitamos es alta transversalidad del feminismo en toda y cualquier plataforma que sea interesante. No estimulo feministas en filas conservadoras (risas), que las hay, pero no es el tono general de los movimientos feministas en la Argentina. No son movimientos retractivos, que vayan a pensar “qué interesante una guerra imperialista para liberar a las mujeres de Afganistán” (risas). Felizmente ese no es nuestro supuesto, todo lo contrario, estamos muy preocupadas por ejemplo con los tonos de la sororidad con nuestras mujeres de pueblos originarios, algo que impacta mucho hoy y es muy novedoso en América Latina, este reencuentro y el despertar de las mujeres en las comunidades y un despertar de las comunidades.
No puedo dejar de pensar en una figura como la de Berta Cáceres, que se despierta feminista, como todo el mundo - he dicho tantas veces - que nadie nace feminista. Y en esos desplazamientos y en los nuevos objetos que van teniendo la reflexión y la percepción de Berta, suma diversas asignaturas. Creo que estamos muy cerca de las cristalizaciones de nuevos movimientos, que van a fermentar con nuevas identidades, como ya lo está habiendo.
APU: Surgen críticas desde sectores de la política que cuestionan al feminismo por un supuesto purismo pero también una supuesta claudicación cuando implementa estrategias de poder, por ejemplo la alianza que se dio con Lospenatto ¿Cómo las analiza?
DB: No sé, felizmente no estoy muy allegada a esos ritmos, estoy viendo más la bulla general que los ruidos puntuales. Hay que tener bastante paciencia porque hay un cruce claro entre feminismo y ciertas particularidades ideológicas y políticas, que algunas son muy iracundas y poco porosas. Pero prefiero no identificarlas, porque las cuencas también cambian con el tiempo. Creo que el caso de Lospenatto justamente es uno de esos cuadros de los que uno diría “pero por qué no está de éste lado” (risas), lo mismo pensaba de Lipovestky, pobre que lo han castigado duro por su voto. Y lo digo muy consternada, porque quien lo conozca sabe que proviene de otra entraña, y vaya a saber qué cálculo habrá hecho para sumarse a este espacio que habrá creído era liberal… Me parece que hay que tener paciencia, pero no de tipo Santa Teresa (metáfora poco apropiada para nuestra radicalidad feminista). A veces una se encrespa, siente que es muy duro el epíteto en contra, pero recomiendo siempre un poco de reflexión y en tal caso no dejarse llevar por la corriente principal de la subjetividad que puede engañarnos, en el sentido de la iracundia.
Siempre debe pensarse que hay feminismo y algo más, y no dejo de pensar que ese algo más son las inscripciones mayores en que las gentes de carne y hueso andan. Estoy segura que hay enormes diferencias, más allá de todos los acuerdos extraordinarios, entre feministas que tienen una adhesión más trotskista y quienes tienen una adhesión con tintes más amenos del lado nacional y popular. Sabiendo que este último es un enorme continente que hospeda muchas variantes de la posición popular. Algo que además se combina con posiciones muy personales. Por ejemplo, tengo vínculos muy entrañables con el 99% de las feministas, porque son muchos años juntas. Pero entiendo que pueda haber disonancias, divergencias, y claro que las que son de buena fe una las entiende todas. Pero recomiendo no encabritarse, porque no nos podemos permitir el lujo de restar. Y el feminismo no tiene ninguna necesidad de sumar figuras cuyo conservadurismo es palpable, salvo en coyunturas muy particulares - que las hemos tenido y probablemente las tengamos - en donde haya que sumar hasta el último bastión conservador. Pero, desde luego, con distintos puntos de vista.
APU: Quizás uno de los temas que más crispan las aguas al interior del movimiento sea el trabajo sexual…
DB: Creo que es un punto muy interesante y fuerte en el feminismo en Argentina el debate en torno al abolicionismo o el trabajo sexual social como cualquier otro. Este es un punto que a veces crespa las aguas. Yo tengo una posición de vieja abolicionista y abolicionista vieja, de la que no me muevo. En donde que cada cual haga lo que quiera, pero que no le pidamos al Estado que sea el gran regiseur. Pero tengo íntimas amigas/os que no piensan como yo, y que esto es un punto de vista que conviene lo tratemos con la mayor reflexión posible. Siempre he atendido mucho la observación que hacen las personas que han sufrido, que han estado expuestas a la prostitución, que mueren… porque es un oxímoron no reconocerlo: la prostitución es lo que está matando a nuestras travestis, porque a los 36 años se mueren. ¿Cuál es la causa principal? Esta es una alegación mía que es incontestable, aunque pidas cuidados, es algo imposible, es un alegato higiénico decimonónico, que no tiene que ver con las posibilidades reales. Y lo otro, que tiene que ver con una vieja matriz interna que una tiene, y que es que una aliena todo, menos el propio cuerpo. El propio cuerpo es un término infranqueable de la alienación. De la misma manera que no se puede dividir vendiendo los ojos, el útero, etc. Ahí hay un término, porque es el conducto sustancial de mi existencia, algo que es muy marxiano. Porque dicen “¿vos no vendes la fuerza de tu trabajo?”, sí, pero no vendés tus manos, sino una parte de lo que produce tu mano, porque si vendieras todo lo que produce tu mano estarías riquísimo (risas). De la misma manera que me resisto a la subrogación de vientre, por la misma razón que estoy tan decidida a favor del derecho al aborto: autonomía. Yo no puedo abdicar de la autonomía subrogando el cuerpo, aunque se diga que se hace por altruismo.
APU: ¿Qué de la transversalidad y diversidad del feminismo se le puede aportar a la política?
DB: Mucho, ojalá hubiera más porosidad hacia la política del feminismo, primero porque habría un trastrocamiento del orden que todavía es hegemónico en el pensamiento de quienes transitan la vereda política. Y me refiero no solamente a los varones, sino también a las mujeres. Esa dureza hegemónica que tiene el varón patriarcal es muy acendrada y vertebra inclusive de modo decisivo la organización política. Ojalá pudiéramos hacer grandes buracos en esto, y permitir algo que creo va a venir. Y va a venir más allá de la fuerza que van a tener las feministas en política para ingresar, porque demográficamente se convirtió la cosa. Hay una sintonía demográfica que cambia el tablero. Y que va a ocurrir también algo que es interesante: en buena proporción muchos varones van a ir haciendo una conversión, aunque más no fueran incentivados por sus hijas, ya que muchas de sus convicciones están marcándose por las interpelaciones que ellas les hacen - más de uno te va a decir esto.
Voy a contar algo que inclusive me ha ocurrido con gente de la política que ha venido a decirme: “Dora no sabés te quería conocer, en mi casa mi mujer y mis hijas me hablan de vos…” ¡Y es genial!, yo les digo: “ves estás colonizado por tu mujer y tus hijas” (risas). Me resulta muy simpático. Entonces ¿qué significa esto? Significa que estamos en presencia de una nueva sensibilidad. Yo a las sensibilidades les doy mucha importancia en la historia. No es tanto el clima de intelección lo que está cambiando, es el clima de la sensibilidad que interpela la intelección. Esto es histórico, es cambio de época y cambio de sensibilidad. Yo no dejo de pensar en mi generación convertida al peronismo desde casas antiperonistas, ¿por qué? Porque hubo una nueva sensibilidad, una nueva posibilidad de encontrarse con la ratio de los sectores que estaban vituperados, alienados, embromados, obviamente excluidos, y eso fue una gran conmoción en mi época. Yo creo que hubo dos generaciones que vivieron conmociones así y con el Feminismo es la tercera vez que va a ocurrir. Si se mira el siglo XX en nuestro país y en América hay dos grandes momentos que son un combustible nuevo de sensibilidades: los años 20 y los años 60. Ocurre un cambio generacional de sensibilidad y de sentimientos. No estoy diciendo nada nuevo, hay un gran autor inglés – Raymond Williams – que lo dice de otra manera: lo que cambia es la estructura del sentir. ¿Qué es la estructura del sentir? Es algo que no está en la nota meramente material sino que la nota es el cambio de sentimientos, de la estructura de sensibilidad, y eso ha sido un gran opinador y una gran polea. El opinador es el estado de la sensibilidad. Insisto, en los años 20 donde ocurre un cambio excepcional que podríamos llamarlo el primer montaje antiimperialista; y en los años 60 que hay una nueva re-significación de todo esto. Y ahora se vienen estos años. ¿Cuál es la estructura del sentir de este tiempo? Un desmontaje del Patriarcado, es esto lo que está en la estructura de sensibilidad de hoy.