Educación sexual integral: "Hay una demanda muy grande de información por parte de los/as estudiantes"
Por Ludmila Sueiro
AGENCIA PACO URONDO conversó con Daniela Villaroel, Maige Lozza y Clara Domenech. Daniela es profesora de inglés y Maige está en el área de Comunicación y también es docente de Lengua y Literatura. Ambas desempeñan su trabajo en la escuela EMEM 3 del Distrito 19, profesor Carlos Geniso, que está ubicada en el barrio del Bajo Flores, Padre Rodolfo Ricciardelli, ex 1-11-14. Clara, por su parte, es profesora de Artes Visuales. Actualmente trabaja en un colegio de gestión privada en la zona céntrica de General Rodríguez en el nivel secundario.
APU: ¿Cómo se realizó o se realiza el desarrollo de los contenidos de la ESI en el contexto particular de la pandemia, teniendo en cuenta la virtualidad?
Daniela Villaroel: Creo que el mayor desafío que tuvimos tanto en pandemia, que igualmente lo teníamos ya previamente, es no tanto resistencia por parte de los estudiantes porque la verdad que en la presencialidad y a lo largo de todos estos años pudimos crear redes e instaurar la ESI tanto en la escuela como en las aulas. Sí hubo más resistencia por parte de los adultos, porque al abrir un camino nuevo en la escuela, los estudiantes empezaron a preguntar, a charlar, a dialogar y a crear debates en las aulas pero no sólo en los talleres de ESI sino ya en cualquier materia y con todos los profesores sobre cualquier tema social que los atravesaba en el momento. Y lamentablemente, todavía seguimos luchando con que la información es un derecho de los pibes y de las pibas, que hay que garantizar y que nosotros desde el rol que tenemos y desde el espacio en el que estamos no podemos dar vuelta, no podemos seguir corriendo la mirada y decir no sé, de esto no hablo, no me compete porque hay una obligatoriedad entre las escuelas y también una transversalidad entre todas las materias que nos comprende y nos compete como docentes. Aparte con el rol que tenemos es importante aprovechar y abrir esos nuevos canales de diálogo y debate entre los estudiantes porque no son muchos y los necesitamos. Además, nos los piden. Respecto a cómo se realiza la ESI en contexto de pandemia, costó mucho. Más que nada el primer año, el encontrarnos, el dialogar porque comprendemos que las situaciones particulares de nuestra y nuestros estudiantes en las casas es muy limitada, y a eso, sumándole el tema de la conectividad, fue difícil mantener y sostener esas redes que nos han costado mucho durante estos años crear. Pero lo bueno es que nosotros hacíamos entregas de bolsones cada quince días o una vez al mes, y en esos bolsones les dábamos recursos a los estudiantes. Tratábamos de mantener el contacto lo más posible, con la gran mayoría de estudiantes, si sabíamos de alguna situación particular tratar de accionar y recuperar ese vínculo, ver cómo podemos buscar una presencialidad desde el cuidado. Y si no, buscar una virtualidad que nos acerque un poquito más. Los talleres los dimos, los encuentros con las promotoras de género los dimos y la verdad es que fue desafiante, fue difícil, también angustiante porque, de nuevo, la conectividad era algo que nos jugaba mucho en contra.
Clara Domenech: El 2020 fue un año muy complicado como ya sabemos y si era difícil que se preparen clases de ESI con responsabilidad, compromiso y entusiasmo en la presencialidad, en la virtualidad fue mucho más difícil. Hay gente como yo, que es militante de la ESI entonces siempre encontré y encuentro la oportunidad de incorporar mensajes, hacer preguntas, cuestionar y reflexionar etc. Pero hay un montón de compañeres que no, y son la mayoría lamentablemente. Entonces en la virtualidad predominó la dinámica de compartir algún material audiovisual o artículo y ya. Obviamente no se pudo lograr lo que se logra estando en el salón. Este año que estamos en el marco de una presencialidad cuidada, en burbujas y demás estamos aprovechando para trabajar un poco más estos temas, no solo en esta semana sino de manera constante. El encierro puso en evidencia situaciones de violencia que están naturalizadas, sobrecarga de tareas y cuestiones de su propia identidad. El ámbito presencial y reducido es clave para sacar a la luz preocupaciones y trabajar prejuicios y demás. Es un espacio muy importante, hay mucho por hacer y trabajar.
APU: ¿Y cómo será ese regreso a las aulas, será una presencialidad distinta?
Daniela Villaroel: Creo que la distancia hizo que nos extrañemos, que reveamos lugares, vínculos y roles que tenemos, tanto como docentes, como estudiantes, como equipo ESI y como promotoras. Nos ayudó para dar un paso para atrás, ¿Qué tenemos que plantear? ¿Qué tenemos que repensar? ¿Cómo vamos a volver a la escuela? ¿Desde dónde nos paramos? ¿Qué nos pasó durante la pandemia? Eso también, acompañarnos, escucharnos. Hicimos encuentros virtuales súper amorosos porque para nosotras eso es importante para construir y sostener los vínculos, que también perduren en el tiempo, y que ellas, los transmiten y lo recrean de una manera natural. Pero fue difícil, fue desafiante pero creo que se logró haciendo un poquito de malabares y con mucha paciencia, se logró. El reencontrarnos y el vernos aunque sea de manera virtual es una manera nueva de vincularnos y de comunicarnos. Así que más que como una desventaja tratamos de convertirlo en una herramienta más, que tratamos de utilizar con los recursos que podamos. Nosotras le cargamos crédito a las pibas para que la conectividad, el crédito y la plata, no sean un impedimento más de participar en algo que a ellas les gusta y les hace bien. Respecto a los talleres, los pudimos dar. También en la virtualidad, los esquemas eran medios raros pero al ver que, incluso así, teniendo poca conectividad y que nosotras como equipo ESI, nos comprometimos a cargarle crédito a aquellos que quieran participar de la jornada, y lo hicimos. Garantizamos la jornada en los tres turnos y hubo participación, hubo convocatoria, hubo dinámica, hubo intercambio. Entonces dijimos, si bien todo esto es una locura y se nota la necesidad de reencontrarnos, estos espacios son súper valorados y necesarios. Y por eso también, los siguen cuidando los estudiantes.
APU: ¿Cuál es la relación de la institución con ESI?
Maige Lozza: Yo estoy hace dos años y medio en la escuela y la verdad si una piensa por parte de directivos y directivas, en realidad en este caso son todas mujeres, no ha habido ningún inconveniente. Siempre han apoyado las propuestas que se hicieron. Hay confianza en el equipo. También es un equipo que entre las estudiantes y las profesoras le ponemos mucha energía y muchas ganas de que funcione, de que salga bien, que las propuestas sean dinámicas y divertidas, que podamos trabajar desde lo lúdico desde el cuerpo, para pensar, para repensarse, para cuestionar, para poder generar preguntas, cuestionar desde estereotipos, formas de vincularse, pensar otras realidades, otras formas de estar con otra y con otro. Y también pensando y viendo, un poco la escuela tiene esto de pensar el territorio, no sólo desde la ESI. Que la ESI es un factor muy importante que se sostiene desde la escuela, sino que también tiene mucho vínculo con el barrio. Eso es una herramienta que ayuda un montón, es una potencia. Y en relación al equipo de profesores y profesoras que no son parte del equipo ESI, hay un vínculo, se presta, hay algunas resistencias, hay discusiones también y bueno es un tema que en general, está sobre la mesa. Todos y todas saben que hay un equipo ESI y la verdad es que se pudieron hacer, construir y generar, obviamente con disputas y con intercambios, y con resistencias pero también hay algo que hay una apertura al diálogo.
C.D.: Yo tengo dos experiencias para compartir que viví en dos colegios diferentes. Ambos de gestión privada. Cuando entré a trabajar hace siete años al colegio donde actualmente estoy, empecé cargada de prejuicios. Habiendo transitado toda mi formación y teniendo mis primeras experiencias laborales en el ámbito público, sumando que este colegio es religioso, totalmente crítica y alejada de ese mundo, mi entrada a ese trabajo me pareció todo un desafío personal. Contra toda expectativa encontré un espacio amigable y abierto donde siempre trabajé con libertad. En alguna oportunidad cuando alguna familia tuvo alguna inquietud fui acompañada por el equipo directivo lo cual contrasta totalmente, para mi sorpresa, con la experiencia que viví en otro colegio, en este caso laico.
En ese colegio, me han citado a la dirección interrumpiendo mi clase, para llamarme la atención por haber utilizado lenguaje inclusivo, diciéndome “vos hablá como quieras, pero la mamá se tomó el trabajo de acercarse a la escuela para transmitir su preocupación” y demás sugerencias. Poniendo a la RAE como excusa y no aceptando ningún tipo de intercambio. Todos esos llamaditos de atención eran correctivos. Por eso un día decidí irme de ese colegio para no volver más. Algo que tienen en común estas dos experiencias en escuelas diferentes es que la implementación de la ESI se hace porque está en el calendario y porque es una obligación. Desde la conducción se incentiva y se cumple con las jornadas, temarios, se comparten sitios de interés y material, pero se deja muy librado a las ganas, al interés, voluntad y demás, que tenga el/la profesora en incorporar estos temas en su asignatura. Muchas veces compañeres ven como una obligación y no como una oportunidad el dar estos contenidos. Hay una demanda tan grande por parte de les estudiantes de información. Hay hambre de saber y compartir. Lamentablemente todavía noto mucha resistencia por parte de muchos profes y equipos directivos. Hay mucho por hacer.