Efecto Weinstein: denuncian por abuso al humorista Louis C.K.
Por Fernando López
El pasado miércoles 9 de noviembre, el reconocido periódico estadounidense The New York Times publicó una nota con el testimonio de cinco mujeres que denunciaron haber sido abusadas sexualmente por el comediante estadounidense Louis C.K.
Las denuncias datan de hace más de una década y C.K. ya las asumió como verídicas en un comunicado al día siguiente. En las mismas, se lo acusa de “proponer” que lo observaran mientras él se masturbaba en situaciones completamente fuera de contexto y asimetría de poder (incluso de trabajo). Además, en dos ocasiones se masturbó frente a ellas con la excusa de no haber recibido una negativa por parte de las afectadas, según lo afirmado tanto en la nota como en el comunicado del cómico. Las víctimas, confundidas e intimidadas por la violenta situación, no pudieron reaccionar a tiempo o no se animaron por temor a poner en riesgo sus carreras artísticas, sus trabajos.
Estos hechos se suman a la numerosa lista de casos de acoso y abuso sexual en la industria del espectáculo que salieron a la luz en las últimas semanas, enmarcado en un creciente clima de concientización y repudio social que dio la oportunidad a muchas (y muchos) de alzar la voz. Muy de a poco comienza a deshacerse el entramado social patriarcal y machista que baña de impunidad situaciones que tenemos de una vez por todas dejar de naturalizar.
A este fenómeno se lo ha denominado el efecto Weinstein. Se da gracias a la valentía de las decenas de mujeres que decidieron contar sus experiencias de acoso, abuso y hasta violación por parte del productor Harvey Weinstein (Miramax / The Weinstein Company), y de las y los periodistas que se animaron a publicarlo para terminar con décadas de silencio y secreto a voces.
El repudio institucional no se hizo esperar. No solo fue suspendido el estreno de la película “I Love you, daddy”, que C.K. protagonizó, escribió y dirigió, sino que fue removido de su lugar de productor ejecutivo en todos los programas de los que era parte y se cancelaron los acuerdos que tenía con las productoras FX y TBS. El mismo camino han seguido HBO y Netflix.
En su comunicado, el cómico plantea (entre otros puntos) que en su momento creía que no estaba mal lo que hacía ya que “primero preguntaba”, y que recién años más tarde entendió que estaba en una posición de poder donde “consultarle” a una mujer si quiere ver tu pene no es una pregunta sino un compromiso, un mandato. Finalmente, cierra diciendo que después de haber tenido la libertad para decir lo que quería, pasará un tiempo en silencio dedicándose a escuchar.
El discurso resulta llamativo o irónico viniendo de alguien como C.K, reconocido por presentar con su humor cínico análisis muy inteligentes, mordaces y con una mirada progresista sobre las relaciones sociales (Youtube y Facebook están inundados de videos con las reflexiones que hace en sus shows): más de una vez, se ha referido a las relaciones de poder patriarcales que afectan a diario a las mujeres.
¿Es realmente posible vivir cotidianamente con un sesgo tal sobre uno mismo o Louis C.K. es sencillamente un abusador consciente que elegía esconderse a plena vista con su “personaje divertido de hombre pajero”? ¿Era un personaje o una versión comédica e hiperbólica de sí mismo? Si le encantaba hacer chistes sobre la masturbación, ¿por qué será que jamás incluyó en sus números la historia de la vez que se tocó en el camarín frente a una compañera de trabajo que lo miró en silencio?
En última instancia, lo prioritario ahora no es discutir sobre la psicología del macho. Lo importante es convertir a las denuncias y al repudio en sentido común. Seguir reforzando el verdadero empoderamiento para no tener que estar hablando nuevamente, en seis meses o un año, de silencio y complicidad.