“El avance de los derechos efectivos ha sido siempre en contextos de gobiernos populares”
Por Luciana Sousa
Susana Sanz es parte de la conducción del Frente de Mujeres del Movimiento Evita. Desde allí milita por los derechos de las mujeres, una lucha que comenzó en los años 60, como abogada laboralista primero, y como militante montonera después, desde la Agrupación Evita.
APU: Evita hablaba en “La razón de mi vida” del feminismo como “el paso de lo sublime a lo ridículo”. ¿Cómo entiende el peronismo hoy el feminismo? ¿Qué implicancias tiene un “feminismo popular”?
SS: El feminismo está directamente relacionado con la tradición peronista, y en especial, con el primer peronismo. Allí el peronismo toma demandas de otros sectores y las impulsa con políticas, como por ejemplo el establecimiento del cupo femenino dentro del movimiento, a través de la rama femenina, el Partido Peronista Femenino. Tanto que para 1951 ya tiene 26 mujeres diputadas, y casi ninguna de otro partido.
Creo que nosotros podemos hablar de un feminismo popular o peronista, que a su vez se enlaza con un feminismo latinoamericano, porque tenemos nuestra propia historia, nuestras propias luchas, una manera de pararnos, muy muy distinta a la del feminismo europeo. Es otra la situación, el colonialismo que hemos sufrido y que seguimos sufriendo, a nivel político, social y económico. Para crear nuestras identidades nacionales tenemos que estar en una puja continua.
Se dice que Evita no era peronista. Nosotros vemos que Simone De Beauvoir escribe su libro “El segundo sexo” en 1949, y Evita forma el Partido Peronista Femenino en el 1947. Son discusiones recientes, que se estaban formando. Pero ella reivindica y coloca a las mujeres en otra situación en cuanto a su participación. Con las características propias, pero no podemos negar el avance, sobretodo la bandera donde se identifica a la mujer con el trabajo.
Asimismo, en la constitución del 49, que luego fue derogada, se hace lugar al divorcio vincular, se reconoce la patria potestad compartida entre hombres y mujeres. Tiene implícita o explícitamente una concepción que considera a la mujer como parte fundamental de la sociedad.
Esta tradición de la participación de las mujeres en el peronismo se prolonga también en la Resistencia, donde las mujeres cumplen un importante rol en cuanto a las reuniones, al traspaso de información, en la pelea por la vuelta de Perón, que es la demanda que sintetiza en ese momento la lucha contra una dictadura militar. Esto también se retoma en los años 70, con la lucha por la liberación nacional y la creación, por ejemplo, de la Agrupación Evita, que recoge una serie de demandas.
Ineludiblemente, las mujeres tomamos conciencia de nuestros derechos dentro de contextos sociales, económicos y políticos, en el que se pone en primer plano los derechos del conjunto del pueblo. Las feministas norteamericanas van tomando conciencia de su situación a partir de la reivindicación de los derechos de los negros. Reflexionan y dicen ¿”que derechos tenemos nosotros como mujeres?”. La conciencia se va ejerciendo desde una práctica. Por eso decimos que este feminismo popular para desarrollarse y avanzar necesita pensar en derechos sustantivos, y en una administración de Justicia que reconozca y haga cumplir estos derechos. En otro nivel, necesitás la vigencia de una justicia social, una estructura económica, social y política que los promueva. El avance de los derechos efectivos ha sido siempre en contextos de gobiernos populares.
APU: Como el kirchnerismo.
SS: Cuando sube Néstor en 2003 y establece como una premisa la vigencia de los derechos humanos, y levanta banderas peronistas, entre ellas las de la justicia social, se crea una nueva cultura del Estado, que también toma la sociedad, con una serie de movimientos populares en las que participan activamente las mujeres, en la calle con los piquetes, en ollas populares, en los comedores de los barrios. Estas mujeres tienen muy clara su lucha y los perjuicios sobre sus derechos básicos que trajeron las políticas neoliberales. Y salen a la calle por sus derechos a la educación, a la salud, al trabajo, a la participación política. Empiezan a haber Secretarías de Mujer, aparecen nuevas demandas, nuevos cuestionamientos y se cruzan y enriquecen varias generaciones que vienen peleando en este país dentro del movimiento de mujeres. Y se encuentran con un Gobierno absolutamente receptivo a estas demandas. Cuando empiezan a organizarse conferencias internacionales sobre el rol de la mujer, Argentina hace una serie de reservas en su participación, por sus posturas respecto a las cuestiones de salud reproductiva y de familia, que son levantadas en el 2005. Ahí por ejemplo se ve una actitud de apoyo para la discusión. Eso se impulsa desde Cancillería, porque ya para 2005 se forma un feminismo institucional, desde estructuras del Estado que apoyan e incentivan estas políticas, a pesar de la falta de presupuesto real. Por eso, también a nivel mundial, los derechos de las mujeres pegan un salto importante cuando se logran cruzar con los derechos humanos. Por eso nosotros postulamos el año pasada que para profundizar estas luchas era necesaria la continuidad de un proyecto nacional y popular que tuviera en el centro el empoderamiento de la sociedad en general, y de las mujeres, en particular.
APU: Que no sucedería con un Gobierno como el de Macri.
SS: No, hay una intención de invisibilizar estos derechos, nosotros lo sufrimos en la Ciudad de Buenos Aires, donde constantemente luchamos por hacer cumplir los derechos de las mujeres, impulsando las Consejerías Integrales para la Salud Sexual y Reproductiva, demandando la aplicación del protocolo en los casos de aborto no punible y la aplicación en las escuelas de la educación sexual y reproductiva, programa que recientemente se ha vaciado a nivel nacional. Allí tenemos la muestra de lo que es. Los derechos de las mujeres fueron sostenidos por estructuras nacionales. Por otra parte, no hablamos de un modelo de inclusión. Sí creo que el macrismo puede, como mencionó ya María Eugenia Vidal, avanzar en la cuestión de la violencia hacia las mujeres, un tema que no hemos abordado correctamente, porque no se ha podido articular una estructura nacional con el trabajo en los barrios, no generamos una base de datos, un registro de estos casos, no se le ha dado presupuesto. Ahora vemos que Macri ha nombrado a nivel nacional a Fabiana Tuñez, titular de una organización que llevó estos registros. Creo que ahí puede haber un avance, pero nosotros tenemos que seguir peleando, para no retroceder en lo conquistado, y avanzar en cuanto a lo que falta. Superar las contradicciones, y trabajar en conjunto, también con los compañeros que militan el frente de Diversidad, con quienes tenemos discusiones en común.
APU: Militó y sigue militando en organizaciones políticas, siempre en lugares de referencia. ¿Cómo evalúa el rol de la mujer en estos espacios? ¿Han cambiado las cosas a través del tiempo?
SS: Las dificultades se repiten en todas las épocas. Lo vivimos en los 70 con las discusiones hacia adentro de la organización. La Agrupación Evita aparece como respuesta. Las compañeras con la práctica, la experiencia y la toma de conciencia nos vamos dando cuenta que es necesaria la discusión con los compañeros para que se reconozcan determinados derechos, como los lugares que ocupábamos, siempre de secretarias, de anotar, de traer. Los cambios políticos son en general más rápidos que las transformaciones culturales.
Además que la sociedad moderna, desde que se organizó, las mujeres de un saque quedaron excluidas en la constitución. Desde lo civil y lo político, sin el voto, con el espacio limitado de la casa, la división sexual del trabajo y las tareas del cuidado. De tal manera que si las mujeres salimos a trabajar, no se nos disminuye el trabajo en casa, se suma. Hay datos del INDEC sobre el uso del tiempo y el trabajo dentro del hogar en donde se demuestra que esta situación no ha cambiado sustancialmente para la mujer a lo largo del tiempo.
Y esta es una lucha que hay que continuar, a la par de ir convenciendo a los compañeros que participan de estas luchas, porque esta demanda de ampliación de derechos para las mujeres beneficia al conjunto de la sociedad. Más dentro de las organizaciones políticas, porque no solo peleamos por la transformación de las condiciones para las mujeres, sino por la transformación del conjunto. Es una doble tarea de la militancia. Y todavía existen muchos prejuicios.
APU: ¿Cómo es la situación en el mundo del trabajo?
SS: Cuando comenzamos detectamos más de un 30% de diferencia salarial entre hombres y mujeres, por las mismas tareas. Hoy está sobre el 20%, a pesar de que la Constitución reconoce este derecho. Y sigue habiendo mucha discriminación en el acceso al trabajo, tanto vertical como horizontal, el tipo de trabajo y la jerarquía. Es escasísima la participación de las mujeres en espacios de toma de decisiones. Aun así ha crecido en estos años la conciencia en cuando a derechos de las mujeres en América Latina. Se habla de paridad en cuanto al mundo del trabajo, pero también a la situación de la familia y la casa. La justicia social es fundamental para equiparar derechos en el pueblo, porque tiene que ver con el acceso a los recursos, el reconocimiento de derechos, en el plano cultural, y la representación de los propios intereses, y del conjunto de la sociedad
APU: ¿Qué pasa en el mundo gremial con la mujer? ¿Cómo se inserta y qué posibilidades tiene, en un contexto donde se espera mucho protagonismo de este sector?
SS: Así como se consiguió la ley de cupo a nivel nacional, que fue un salto importante, a nivel sindical también se consiguió una ley que reflejara la participación de las mujeres en las conducciones. Esto prácticamente no se ha cumplido. Es un sector muy duro y reacio el de los compañeros sindicalistas para reconocer la vigencia de estos derechos. Sin embargo activamente las mujeres se están reuniendo en distintos sindicatos y centrales obreras para exigir estos derechos. Es una lucha continua que vienen dando las compañeras dentro incluso de la CGT. Es duro pero de a poco se van creando las áreas de género dentro de los sindicatos. Por estas y otras luchas seguimos adelante este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que tiene como eje este año la demanda por la liberación de Milagro Sala, detención ilegal y arbitraria que intenta imponer miedo en los militantes sociales. Como mujeres tenemos la obligación de denunciar esto, agruparnos, unirnos, llegar a acuerdos beneficiosos para el conjunto, propiciar la paridad, la decisión sobre el propio cuerpo, la conciliación de tareas dentro del hogar, la doble escolaridad y la instalación de guarderías para que la mujer pueda trabajar. Sin esta posibilidad no vamos a poder participar en estructuras sindicales y políticas. Y hoy más que nunca hay que reclamar por esto, porque históricamente en este país las mujeres fuimos variable de ajuste de los proyectos neoliberales, donde se reducen los derechos sociales y buena parte de las tareas que se habían redistribuido vuelven a recaer en la mujer.