El derecho al aborto y la necesidad del Estado laico
Por Victoria Tesoriero*. Foto: María José Grenni
Faltan sólo días para que el Senado decida si va a asegurar una política de salud para que quienes quieran interrumpir un embarazo lo puedan hacer sin riesgos para la salud o la vida, o siga perpetuando el estado actual de clandestinidad y arriesgando la vida de las personas en esa decisión, dependiendo de qué sector social provengan.
Desde que logramos la media sanción en la Cámara de Diputados con un muy buen dictamen producto de la discusión democrática y el acuerdo entre bloques, hemos asistido a una serie de episodios de violencia perpetuados por un sector intolerante vinculado a la jerarquía de la Iglesia Católica. Esta violencia no sólo es hacia activistas, sino incluso hacia los propios senadores y senadoras que están viviendo en muchos casos un calvario de acosos, llamadas, mensajes y aprietes de este sector que falsamente se arroga la representación de la comunidad católica argentina. El 83% de la población argentina se declara católica, mientras las encuestas más optimistas nos dan más de un 70% de la población a favor de la legalización del aborto, lo que quiere decir que evidentemente, ese sector fundamentalista no es representativo de la mayoría de la población católica. Pero esto no sería lo más grave.
Lo que estamos viendo en estas últimas semanas pone en evidencia un aspecto de la política argentina, que se deja presionar o cede ante esas presiones porque mantiene acuerdos políticos con ese sector tan poco representativo en este tema. Y prioriza esa alianza antes que la opción de dar solución al problema de la mortalidad materna que es muy grave en nuestro país. Lo que este proceso nos deja es el mayor convencimiento de que la lucha por un Estado Laico se vuelve imperiosamente necesaria y urgente.
Atrás del slogan de "defender las dos vidas" no se ha construido ninguna alternativa viable al mejoramiento del acceso a la salud y ante una legislación que cada día se evidencia obsoleta e ineficiente, porque cuando una mujer o una persona deciden la interrupción del embarazo, llevan adelante esa decisión.
El 13 y 14 de junio la Ciudad de Buenos Aires experimentó la movilización más grande de la historia del país en búsqueda de un derecho. Estamos seguras que el 8 de agosto será una jornada histórica, que ya está teniendo repercusiones a nivel internacional y regional. El mundo está mirando a Argentina. Esperamos que el senado no se deje amedrentar por presiones de un sector antidemocrático e intolerante y refleje la voluntad popular para que de una vez por todas, y después de décadas de lucha, el aborto sea legal.
*Integrante de Católicas por el Derecho a Decidir