La violencia en la política institucionalizada
Por Eliana Verón | Foto Daniela Amdan
La violencia contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binarie es un problema estructural presente en las agendas de los feminismos desde hace ya 39 años, si tomamos como punto de partida las declaraciones y tratados internacionales para su erradicación.
La Convención de Belem do Para fue el primer tratado internacional que consagró de manera explícita el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado. Se manifiesta física, sexual, psicológica, económica y simbólicamente. Dentro de esta última se halla la violencia política.
Es necesario aclarar que la especificidad de esta modalidad se produce por el hecho de ser mujer y participar en el espacio público y político, entendiendo que no es el espacio físico donde se realiza la violencia el que la define, sino las relaciones de poder que se producen en él. Menoscabar, anular, impedir, obstaculizar o restringir la participación política de la mujer, vulnera su derecho a una vida política libre de violencia y limita su participación en condiciones de igualdad con los varones.
Visibilizar este flagelo presente en la cultura política, no solo nacional, fue una conquista de los feminismos debido a la constante denuncia por las persistentes acciones de agravio personal, humillación e intimidación cotidiana a las que son sometidas las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binarie que ejercen en política. Por ello fue incorporada a la legislación nacional vigente, en diciembre del 2019, y amplió el rango de protección de la Ley N° 26.485 en artículos referidos a la definición de violencia, el tipo y la modalidad que promueven la erradicación de la violencia contra las mujeres.
Cabe destacar que en Argentina desde que aumentó la participación de las mujeres en la política institucionalizada, también se dio un fenómeno de incremento de prácticas micromachistas hacia las militantes de partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, legisladoras y/o funcionarias públicas. Además, estos actos suelen ser los principales obstáculos que encuentran en los espacios de representación y toma de decisiones.
La violencia política en números
“No es la regla, es violencia” es una encuesta nacional realizada en el 2019 por el Observatorio de la violencia contra las mujeres y disidencias en política “Julieta Lanteri” de FUNDECO, halló las siguientes conclusiones:
-9 de cada 10 mujeres políticas afirmaron haber sufrido algún tipo de violencia en el ámbito político, según
-7 de cada 10 recibió comentarios misóginos o bromas hirientes basadas en el género.
-8 de cada 10 mujeres percibió desprecio frente a sus opiniones o retención de información para el desempeño de su tarea de representación.
-6 de cada 10 fue maltratada en redes sociales y medios de comunicación
-9 de cada 10 mujeres afirmó haber sido víctima de la difusión de información personal para dañar su imagen pública.
Los resultados de esta primera encuesta nacional, en la que participaron 517 militantes de partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, legisladoras y/o funcionarias públicas, evidenciaron que la principal forma de violencia contra las mujeres en política es la simbólica. Y debe ser reconocida y atendida como una modalidad específica más allá de la política institucionalizada.
¿Y en las redes qué?
Por su parte, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), presentó este año un estudio sobre “Violencia contra las mujeres y disidencias en política a través de redes sociales. Una aproximación a partir del análisis de la campaña electoral en Twitter, Facebook e Instagram durante 2019”, en el que analizaron las vivencias de las candidatas mujeres, lesbianas, travestis, trans y no bienrie.
Solo en Twiter, red política por excelencia, se descargaron y analizaron 343.845 tweets vinculadas a las cuentas oficiales de las candidatas e identificaron 16.748 que contenían agresiones o referencias a mensajes con contenido de violencia machista en la política. Los comentarios de usuarias y usuarios van desde expresiones discriminatorias en un 54%, acosos 25%, amenazas el 16% y campañas de desprestigio un 5%.
La contundencia de la violencia en redes sociales adquiere especial significado cuando se trata de manifestaciones hacia y contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binare que hacen política. Contienen un mensaje aleccionador que va más allá de sus destinatarias concretas y constituyen una especificidad de la violencia política.
Para lograr una cultura política libre de violencias y el ejercicio pleno de los derechos políticos es sustancial visibilizar este fenómeno masivo y persistente. Sistematizar la observación y desnaturalizar las prácticas y discursos, ya que la política también se construye en la comunicación.
Prevenir, sancionar, erradicar estas violencias de todos los ámbitos de representación y de toma de decisiones es parte de la construcción política de la igualdad que solo se logrará con el ímpetu de la militancia del feminismo popular.