Las niñas no son madres
Por Florencia Di Paolo y Camila Alfie
Fotografía de Lucía Barrera Oro
A la hora de escribir un editorial se toman decisiones políticas de todo tipo. El editorial del diario La Nación, publicado el 1 de febrero y titulado “Niñas madres con mayúsculas”, borra cualquier registro de violencia en el abuso y plantea que las mujeres tenemos que gestar siempre porque esa es nuestra naturaleza. El texto no está firmado porque es la cúpula del diario hablándole a un público potencial. Tratándose de un medio de comunicación con una de las mayores tiradas a nivel nacional, sigue siendo grave sin ser sorprendente, claro. El texto tiene la misma línea editorial que tantos otros que salieron en este medio reivindicando la dictadura o los vuelos de la muerte. Exigimos saber quién fue la o el responsable y que se tomen medidas inmediatas al respecto. Mientras tanto, el Instituto Nacional de las Mujeres sigue sin decir nada al respecto.
Esto no es un golpe aislado hacia el movimiento feminista, es parte de la legitimación de la cultura de la violación. Lo repulsivo de la nota no es solamente la romantización de la maternidad en una gesta heróica, sino es la romantización de la maternidad en niñas. Incluso la romantización de las circunstancias que ellas tuvieron que atravesar para estar embarazadas. No hay que detenerse en explicar la inexistencia del instinto maternal. No hay que detenerse a explicar que no somos perras, aunque algún que otro legislador diga lo contrario. Para La Nación estas nenas tienen hijos e hijas sin padres. No se menciona en ningún momento a los violadores que las embarazaron, hasta podríamos entenderlos como actores necesarios para consumar el milagro de la reproducción, sin problematizar lo evidente: la violación y demás abusos. No hay padres porque, claro, la maternidad y la crianza es cosa de chicas. Es más, habla de violación por ignorancia o estado de necesidad. Claramente no solo está amparando a los violadores, sino que también está haciendo apología a la violación.
Ahora bien, el editorial de La Nación no solamente ampara violadores, sino que también coloca como personajes antagonistas de estas historias —porque si hay algo de lo que está hecha la nota es de historias inverificables, un mecanismo bien de la derecha que potencia las individualidades y deja de lado lo colectivo y lo sistemático del patriarcado y la cultura de la violación— a las abuelas abortistas. Las malas no son los violadores sino las abuelas y madres que quieren que sus hijas aborten. Obviamente las malas de la distopía son mujeres. Incluso la foto que ilustra la página lo deja en claro: una nena que se para con un gesto de NO PASARÁN frente la figura antagonista que hace caso omiso al MILAGRO DE LA MATERNIDAD, sosteniendo un osito de peluche, que nos remite a su ternura de nena, pero que en realidad es el oso de sus bebés.
Lo que asusta es la libertad que tiene este medio para hacer apología al delito y construir este tipo de discursos que se salen completamente de lo constitucional, ya que potencia el accionar delictivo de las y los trabajadores de la salud que le negaron la práctica de un aborto seguro a la niña de 12 años —que obviamente cumplía con los requisitos que plantea la ley sancionada en el siglo pasado—, al poder judicial que permanece inmutable a las denuncias por estos casos y, por supuesto a la comunidad religiosa, tanto católica como evangélica, que profesan el con mis hijos no te metas, pero pueden hacer lo que se les antoje con los ajenos.
Una sociedad solidaria no será aquella que condene y rechace a las jóvenes madres y a sus hijos por nacer. Tampoco aquella que les imponga un aborto en la falsa creencia de que se trata de un estorbo.
Esta cita propone un panorama distópico que no estamos dispuestas a tolerar. El nivel de hipocresía que manejan es inaudito porque, unos párrafos antes o después, plantea al embarazo adolescente como una problemática a combatir con educación sexual. ¿Qué proponen? ¿Enseñar a no ser violadas? ¿Es un problema el embarazo adolescente y una bendición tener un hijo o hija a los 12 años? La ley de aborto legal, seguro y gratuito no obliga a nadie a abortar, pero ustedes sí a parir y criar. Criar solas, porque claro, las madres y las abuelas aborteras, las malas de la película, son mujeres.
Para terminar es necesario proponer un plan de acción. La Nación es un diario que ha hecho que sus trabajadores repudiaran sus editoriales más de una vez. No recordamos otro medio que despertara tanta indignación desde dentro, esto evidencia la forma de ejercer el periodismo que profesa el medio, meramente capitalista, liberal y con fines puramente económicos. No alcanza con indignarnos. No alcanza con postear cosas en Facebook. Este editorial llama a un público potencial a unirse a una lucha rancia, ¿es usted parte de ese público? Seguramente si está leyendo esto, no lo es. Entonces dejemos de compartir sus notas. Evitemos comprar el diario. Hay tantos medios que no escriben basura, tantas formas de informarnos, usemoslas.