Las prioridades del gobierno de Javier Milei
El diputado nacional por la provincia de Buenos Aires electo por La Libertad Avanza, Alberto “Bertie” Benegas Linch, declaró que su prioridad es impulsar la derogación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Muchos pueden pensar que sus prioridades eran otras, pero no. No tardaron ni un día en mencionarlo.
En ninguno de los análisis hechos por intelectuales y pensadores del campo nacional y popular sobre el resultado eleccionario del domingo 19 de noviembre apareció una mención al componente profundamente misógino de la línea política que acaba de ser elegida para gobernar el país. ¿Es casualidad?
Durante los últimos ocho años, a partir de haberse visibilizado y masivizado el movimiento feminista en Argentina (desde la imponente movilización del Ni Una Menos, el 3 de junio de 2015) muchos aspectos sociales y culturales fueron puestos en cuestión. Se hizo pública la discusión sobre casi todo lo que tenía que ver con las desigualdades de género que afectaron (y aún lo hacen) a mujeres y disidencias sexuales desde siempre.
Incorporar el feminismo, como indicó Cristina, al movimiento peronista fue tarea ardua. Todavía inconclusa. Muchos compañeros de algunos espacios del Movimiento plantearon, y lo plantean al día de hoy, que esa discusión nos desviaba de la contradicción principal (liberación o dependencia), que nos ponía en línea con el progresismo, otorgándole al mismo una connotación negativa, y que esa agenda era “pianta votos”
Curiosa interpretación en la que se piensa que conseguir más derechos para mujeres y disidencias nos aleja a posibles votantes. Parece que no así acuerdos con el FMI, no tocar al Poder Judicial ni a los medios hegemónicos ni a los grupos concentrados formadores de precios, ni la pobreza y la indigencia creciendo vergonzosa y cruelmente, ni una inflación del 140% anual. No, lo que nos saca acompañamiento electoral es luchar por la igualdad, planteada por estos compañeros como una “contradicción secundaria“.
Parecen no haber podido entender que no sólo la explotación sino también la opresión genera desigualdad, y que si el sector predominante demográficamente sufre opresión por efecto de una brecha salarial que lo perjudica, por el inequitativo reparto de tareas en lo doméstico (que muchas veces se reproduce en lo público), por no tener acceso ó tenerlo limitado a cargos dirigenciales y de conducción, por no poder disponer libremente de su cuerpo (avasallado por el acoso callejero, la violencia en todas sus formas y la obligación de maternar sin deseo, entre otras vicisitudes) no podría considerarse nunca que la liberación fuera completa.
El movimiento feminista en Argentina tuvo y tiene una potencia que le reconocen en el mundo. ¿Que tuvo errores? Por supuesto. ¿Que “algunas se fueron muy del otro lado”? Bueno, si. Los movimientos sociales políticos y culturales suelen crecer y desarrollarse en medio de idas y vueltas, de ensayos y errores. ¿De cuál podríamos haber aprendido a ser prolijas y exactas? ¿Tienen algún ejemplo de revoluciones prolijas?
Insisto: tuvo y tiene una potencia transformadora suficiente como para que la reacción no se haya hecho esperar. En menos de dos años miles de varones se plegaron a una construcción en la que el feminismo es mala palabra. Claro que no es el único tema por el cual acompañan este proyecto. Pero seguro no es menor.
En esa vereda que hoy tenemos enfrente tienen bastante claro que las prioridades son diversas: te anuncian la privatización de YPF junto con la derogación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Saben bien que se domina a través de la explotación pero también de la opresión. Y no están dispuestos a considerar menos importante a ninguna. Ojalá cuando rearmemos un nuevo proyecto nacional y popular, en esta vereda también lo hayamos aprendido.