Lo que dejó el Día de la Mujer Trabajadora en España

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Lo que dejó el Día de la Mujer Trabajadora en España

25 Marzo 2022

Por Carolina Regalía y Aida Gallego Márquez | Foto de Georgiana Livia Cruceanu

El 8 de marzo se conmemora a nivel internacional el Día de la Mujer Trabajadora. En los últimos años, la celebración tradicional de este día se transformó en lucha. Los movimientos feministas hicieron de esta jornada un momento clave para reivindicar y visibilizar los reclamos del colectivo. Así, se realizan manifestaciones en las principales ciudades de Europa y América Latina. En esta ocasión el escenario fue Madrid; de hecho, fue aquí donde, en 2018, se consagró la histórica movilización que incluyó huelga general de trabajo, tareas de cuidado, consumo y paro estudiantil bajo el lema “Si paramos nosotras, se para el mundo”.

Tras la pandemia surgieron distintos fenómenos que han debilitado al movimiento. Uno de ellos ha sido el debate centrado en los conceptos de sexo y género como pilares de la cuarta ola del feminismo. La coyuntura presente podría describirse como “la ola del feminismo interseccional” donde se incluyen diferentes aspectos como el movimiento LGTBI, la clase social o la racialización entendiendo que la construcción del sujeto político del feminismo es diversa. El resultado de este debate ha sido la división del colectivo en dos grandes fracciones.

Por un lado, el movimiento transinclusivo defiende que las mujeres trans (así como otras identidades disidentes de género) son parte del movimiento y por lo tanto sujeto político del feminismo. Por otro lado, el movimiento transexcluyente, popularmente apodado TERF (Trans-Exclusionary Radical Feminist), afirma que el género parte de unas condiciones materiales (como los genitales) donde se ejerce la opresión machista. Se definen como “feministas radicales”, ya que esta rama del feminismo ha estado históricamente ligada a la teoría de Marx. Entre sus reivindicaciones se encuentra el abolicionismo desde varios puntos: en primer lugar, el abolicionismo del género, muy relacionado con “lo trans” ya que defienden que la existencia de personas trans es contraria a la posibilidad de abolir el género; en segundo lugar, el abolicionismo de la prostitución, un mundo relacionado con las mujeres trans por su exclusión del mundo laboral “formal”, lo que produce que estas mujeres se vean empujadas a la economía sumergida (como la prostitución).

Este debate se vio reflejado en la Asamblea 8M, espacio de organización y debate acerca del feminismo y de la manifestación del Día de la Mujer Trabajadora. En este espacio se hizo visible esta fracción, ya que se creó una asamblea paralela donde primó el discurso transexcluyente. Esta división terminó de confirmarse en la manifestación de este año, en la que se convocaron dos manifestaciones distintas en diferentes ciudades de España: la convocada por la Asamblea 8M y la convocada por el “Movimiento feminista”. En el panfleto de la segunda se incluía un apartado que exigía la eliminación de la recién aprobada “Ley Trans” (Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI), ya que, según sus declaraciones “desmantela la protección de las mujeres frente a la desigualdad por sexo”.

Para las asistentes a la manifestación, ajenas a la organización de ésta, resultó extraño que se convocaran dos manifestaciones. Las sensaciones generales fueron de confusión, desesperanza e incomprensión ya que se esperaba un 8M unitario; al mismo tiempo se experimentó una sensación de “alarma” por la posibilidad de que estas dos convocatorias se encontraran en un posible conflicto.

Como conclusión, podemos afirmar que la convocatoria fue multitudinaria a pesar de esta división y los efectos sociales de la pandemia. A su vez, y siendo optimistas, estos debates demuestran la maduración del movimiento feminista, la toma de conciencia de su importancia política y la profundización de los conceptos que rodean al movimiento. Esto no quita el peligro de generar perspectivas de género sesgadas en una visión biologicista y que imitan el discurso de ultraderecha negando las realidades de las personas trans. Es un deber de todas y todes empatizar, incluir y abrazar a la diversidad dentro del movimiento feminista.