Niñes trans crecen más seguros en un ambiente de amor y aceptación
Por Noni Arzamendia
Tantas veces hemos leído, escuchado y teorizado, desde que Simone de Beauvoir observó que mujer no se nace, sino que se hace; tanto hemos visto a Butler decir que el género es una performatividad, ya que todes nos hacemos en el devenir de nuestra vida, pero que la hegemonía heteronormativa nos obliga a definirnos como eso que ha dictaminado que debemos hacer para cumplir con las expectativas sociales, según el sexo biológico que ligamos al nacer, y por tanto, al ser una construcción social, lo podemos deconstruir, que ver concretamente a les niñes hoy, sintiendo desde pequeñes que no son eso que se supone que deben ser, y que cuentan con el amor y la aceptación de una familia que se va deconstruyendo a medida que le niñe crece, respetando y atendiendo a ese devenir, es emocionante.
Este es el caso de Sebastián, un niño que, a pesar de la conflictividad social que genera la aceptación a la diversidad, va creciendo en un mundo cada vez más inclusivo dentro de una familia amorosa.
“Quizás no sea una historia muy lúcida la nuestra, porque no hemos tenido inconvenientes con aceptar a Seba”, cuenta Daniela, su mamá.
Muy por el contrario, que les niñes crezcan en un hogar que acepte y acompañe su desarrollo, puede facilitarles e, incluso, salvarles la vida.
Seba vive con su mamá y dos de sus tres hermanes en la ciudad de La Plata, tiene actualmente 15 años. Daniela es quien relata el transitar de este niño que nació con el sexo biológico que generalmente se asigna como femenino.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fue el proceso en el que Seba se definió como varón?
Daniela: El proceso de Seba fue gradual. Su primer amor, de la más tierna infancia, fue a los 10 años. Se enamoró de una nena. Al principio sus hermanos y yo la tomamos con mucha ternura a esa noticia.
Mi proceso como mamá de una disidencia, también fue gradual. Como familia no nos shockeó ni nos molestó, ni nada. Mis hijos mayores se criaron entendiendo que nos enamoramos de personas. Si son masculinas o femeninas, es lo de menos. Entonces que se haya enamorado de una nena, no nos sorprendió. Al comenzar el último año de la primaria, Seba empezó a salir con una nena. En ese momento, tuvimos problemas con una docente, a la que tuvimos que hacerle una denuncia por discriminación. Ya terminando ese año, Seba empieza a plantearnos que se siente varón. Arremete con todo con ese tema obviamente, como son les chiques. Ellos van por todo. Entonces nos llenó de información sobre la hormonización, el documento, etc. Miraba diez millones de videos en Internet y así.
El hecho de que se sienta varón sí, a mí me confundió mucho. Yo no lograba entender. Entonces le preguntaba:¿Qué es sentirse varón? ¿A qué le llamás vos “ser varón”? Y me ubicó muy fácilmente. Me preguntó a mí: ¿Vos te sentís mujer? A lo que le respondí que sí, “¿Y cómo es ser mujer? Definime y yo te respondo”, me retrucó.
Para sus hermanos no fue un problema. Para mí tampoco, pero sí me desestabilizó. Me movió la estantería por completo. Todo eso que yo traía como convicciones, a pesar de considerarme una persona abierta, Seba me mostró que había muchas cuestiones que yo nunca me las había preguntado, que las daba por sentadas.
Afortunadamente, la legislación argentina oyó el histórico reclamo y hace 7 años decidió convertir en ley a la identidad de género. Esta ley le garantiza el derecho a tener una vida digna a las personas que transitan otros andariveles de la imposición social, respetando su identidad para que puedan vivir más dignamente, llevando el nombre que elijan acorde a su género en sus documentos, a ser tratados de acuerdo a su identidad de género, así como el derecho al libre desarrollo de su persona.
APU: ¿Cómo se desenvuelve en su entorno: escuela, amigues, lugares que frecuenta?
D.: Cuando empezó el 1° año del secundario ya había elegido su nombre, que es en honor a un cantante que le gusta, y con el que todavía lo seguimos llamando: “Tyler”. Muchos de sus compañeres también lo siguen llamando así, ahora quedó como su seudónimo..
Empezando el segundo año del secundario, el primer día, se fue con la ley impresa y encaró a sus docentes con esa letra, diciéndoles que se llama Sebastián, “y acá dice que tengo que figurar en todos los registros con mi nombre”, les aclaró. Al día siguiente me llamó el psicólogo del gabinete de la escuela, para preguntarme si yo estaba al tanto, si estábamos como familia acompañando, a lo que dijimos que sí. Inmediatamente mandaron e-mails a todo el cuerpo docente informando que él se llama Sebastián y que debe figurar en todos los registros del colegio con su identidad. Eso fue a principios de segundo año, ahora ya está cursando tercero.
La escuela le ofreció mucha contención, de hecho, fueron los que ofrecieron el psicólogo sanitario.
APU: En cuanto al libre desarrollo personal, la ley también avala el cambio de sexo a través de un procedimiento quirúrgico o de hormonización, en el caso de menores de edad, con el consentimiento de los representantes legales, ¿cómo es el de Seba?
D.: En algún momento desistió de hacer el tratamiento con bloqueadores. Lo charlamos mucho. Yo tenía muchas dudas. Me da miedo porque no hay estudios hechos a largo plazo sobre los efectos o consecuencias. Pero no hubo problema porque desistió por sus propios medios. También desistió de cualquier modificación estética de género. Él se llama Sebastián, vos lo ves, pero se sigue pintando, arreglando cuando se le antoja. El planteo de él es: “Yo no voy a modificar mi imagen para ser lo que los demás esperan de mí”. Me parece absolutamente respetable. Tan respetable como aquél que necesita modificar su imagen. Él me dijo desde el vamos que no sentía haber nacido en el cuerpo equivocado. Así que se pinta, se arregla y eso me parece de una valentía muy grande.
APU: ¿Necesitaron hacer terapia o fue Seba a hacer terapia por su identidad de género?
D.: En un primer momento yo le había buscado una psicóloga que era divina, pero que me decía “vos dale tiempo, esperala, esperala”, siempre hablando de Seba en femenino. Inmediatamente me puse en contacto con la red de psicólogues feministas para conseguir une terapeuta con perspectiva de género. Al mismo tiempo, Sebas me decía, que él tiene problemas de adolescente, como cualquier adolescente, no tiene problemas de género, que no necesita un psicólogo especial. El año pasado estuvo haciendo terapia con un psicólogo de la UNLP. Luego, por su propia voluntad decidió terminar porque sintió que había cumplido un ciclo y que tenía las herramientas para manejarse.
Actualmente Seba no cree necesitar más terapia. No lo ha pasado mal con su identidad. Hemos hablado y sabemos de otres chiques que la pasan horrible. Él mismo me ha dicho: “mamá, yo soy un privilegiado, porque he tenido contención en la escuela, una familia que me acompaña". Por ahí por esto no fue una historia muy lucida la nuestra, porque no hemos pasado por ningún momento con demasiados sinsabores. A mí me sorprendió mucho. Formamos parte de una asociación de niñes trans y no binaries de La Plata llamada “Crianzas disidentes”. Fue muy llamativo encontrarme allí con dos amigas mías de antes, que están ahí con sus niñes trans, y la vida nos fue amontonando. Allí me sorprendió escuchar a otras familias hablar del "duelo", de llorar o de enfermarse. Un papá terminó internado. La mayoría de las mamás han pasado por enfermedades. Muchas de ellas con tratamiento psiquiátrico y medicadas y todes hablan del duelo. Del profundo dolor que sintieron con el cambio de identidad. A mí no me pasó. Me llaman “el bicho raro” por eso. No sentí que haya perdido a una hija. No tuve que hacer ningún duelo. Por eso creo que no es una historia atractiva desde ese punto de vista. Ni Seba ni la familia sufrimos. Se fue dando de manera natural y fluida.
APU: ¿Tuvieron que hacer algún trámite en particular para inscribir a Seba al colegio?
D.: En el colegio aceptaron, con la sola solicitud de parte de Seba, cambiar los registros. Desde la Asociación estamos en contacto con organismos de Derechos Humanos. Ellos mismos nos consiguieron un abogado del niño. Fuimos cuatro familias las que hicimos el cambio de partida de nacimiento en ese momento. Y fue muy lindo porque fue una ceremonia con aplausos y fotos. Éramos cuatro niñes con sus mamás. Papás no había. Tuvimos suerte esa vez porque generalmente por un cambio común en la partida, se espera un año. A nosotros nos tardó 3 meses, con el apoyo de los organismos de DDHH. Luego obtuvimos el DNI inmediatamente, luego la SUBE, la obra social. De hecho, hasta en la obra social, cuando fui a plantear el cambio en su identidad, solicité que se haga una salvedad para que el día de mañana, cuando requiera hacerse estudios o controles que son propios de un cuerpo femenino, no tenga problemas con su género. Un auditor de la Obra Social, me explicó cómo iba a ser el cambio. Me pidió paciencia porque estos cambios no están preparados aún en el sistema. Así que por el momento será todo en papeles.
APU: Me quedé pensando en lo que dijiste al principio de la entrevista, cuando Seba te dijo que él se siente varón. Ahora te pregunto yo (risas): ¿Qué es para vos ser mujer?
D.: La verdad que entre las muchas cosas positivas que tiene este proceso de Seba me ha servido para repensar todo, absolutamente todo. Es como una bocanada de aire fresco. La posibilidad de repensar todo, que nada está definido ni tiene que ser de determinada manera. A mí me permitió replantearme todas mis creencias. En ese momento no tuve una respuesta para Seba, y ahora que me preguntás vos, tampoco. Te puedo decir que cada vez me molesta más, por ejemplo, rellenar un formulario en la parte de “género”. No quiero poner género. Me identifico con muchas cosas que tienen que ver con una mujer y otras la verdad que no. Me gustan un montón de cosas que se han asociado siempre con lo masculino, como las herramientas, arreglar cosas, construir. De hecho uno de mis juegos favoritos de mi infancia, era un Mekano, un juego para construir cosas.
APU: ¿Y a qué jugaba Seba cuando era chico?
D.: Le gustaba tener juguetes de herramientas, apilar cosas. Cuando Seba era chico nuestra situación económica era muy dura, entonces heredaba más juguetes de los hermanos de lo que podía comprarle. Heredó de la hermana, por ejemplo, la colección de Barbies, pero a él nunca le gustó. Prefería jugar a hacer familias con frasquitos de shampoo. Era más de jugar con objetos que no eran juguetes y con sus hermanos varones jugaban a ser animalitos.
APU: ¿Qué sentís como mamá, de tener a un niño trans en tu vida?
D.: Como mamá que va a caminar toda la vida al lado de esta disidencia, me da mucho orgullo. Me hace crecer, replantear y cuestionarme mis esquemas todo el tiempo. Me sirvió para barajar y dar de nuevo incluso sobre mí misma. Qué es ser mujer. Por qué me gustan los hombres o las mujeres o lo que sea. Es un ejercicio genial. Maravilloso.