“¿Por qué la revolución #MeToo ha salvado a Woody Allen?”
Por Nicolás Adet Larcher
Hace unos días, la escritora Marina Mariasch se preguntaba en una nota en Revista Anfibia “¿Qué hacemos con Woody Allen?” y sentía que en esa nota proponía muchas de las dudas que muchos de los que seguimos el cine de Allen tenemos desde hace unos años.
¿Se puede desprender el arte (en este caso el cine) de aquel que lo produce?, las respuestas varían de acuerdo a cada caso. Su aporte al cine es indiscutible, pero siempre sobrevoló por encima la sombra de su vida personal. En la nota, Mariasch propone algunas respuestas posibles, aunque reconoce que no son absolutas.
Más que opinar, lo que podemos hacer es informar.
Leyendo en los últimos días las denuncias públicas por parte de actrices y productoras en las ceremonias de premios que reúne a las figuras más reconocidas de Hollywood, las preguntas en relación a Allen volvieron a aparecer. Si el castillo de naipes empezó a caer en forma más pronunciada cuando se destapó la olla del caso Weinstein y empezamos a ver a muchos referentes del cine denunciados como abusadores y acosadores. Ese fue el día en que muchos dijeron: “Empezó la cuenta regresiva para Woody Allen”.
Hace unos años, cuando en la gala de los Globos de Oro se hacía un tributo a Allen, su hija adoptiva, Dylan Farrow, publicó una carta donde denunciaba al director por abusos sexuales cuando ella tenía siete años. El propio Allen respondió en ese momento a las acusaciones en una extensa carta donde detallaba que un informe de la policía de Connecticut decía que él no había abusado sexualmente de Dylan. La denuncia inicial contra Allen data de 1992, cuando se iniciaron dos investigaciones en dos Estados distintos contra el director. Las mismas finalizaron sin cargos en su contra, aunque finalizaron en parte porque la propia Mia Farrow (madre de Dylan y de Moses Farrow) llegó a un acuerdo en el juicio sobre la custodia de los niños y decidió no presentar cargos penales contra Allen por un consejo del fiscal para proteger psicológicamente a la menor de todo el proceso judicial.
Como recuerda el diario El País, los dos hechos concretos que quedaron de ese proceso judicial son: los cambios en la historia de Allen cuando se le tomaba declaración (primero decía que no estaba en el lugar hasta que los forenses demostraron que si había estado) y un informe del juez Elliott Wilk que decía que el comportamiento de Allen sobre Dylan era “gravemente inapropiado” y por ese motivo se le negaba la custodia de la niña bajo el argumento de que había que “tomar medidas para protegerla”.
Volviendo al debate en relación al #MeToo y al #TimesUp. Mariasch se pregunta en su nota por qué no hubo escraches frente al estreno de su última película, teniendo en cuenta que las denuncias en su contra llevan más de dos décadas. Efectivamente, la última película de Allen llamada “Wonder Wheel” fue estrenada sin mayores inconvenientes en las salas de cine y (como es habitual en el cine de Allen) contó con la participación de figuras reconocidas como Kate Winslet y Justin Timberlake.
Sin embargo, los problemas para Allen empezaron a aparecer mientras se terminaba de rodar su nueva película “A Rainy Day in New York” que tiene previsto su estreno para este año.
En diciembre, antes del emotivo discurso de Oprah, Dylan Farrow publicó una columna en el periódico Los Angeles Times preguntándose “¿Por qué la revolución #MeToo ha salvado a Woody Allen?”. Dylan se preguntaba por qué era más fácil ir por la cabeza de figuras como Weinstein o Spacey que por la de Allen y recordaba que incluso las denuncias contra el propio director no afectaban sus negocios para seguir produciendo películas.
En efecto, Allen acababa de firmar hace no mucho un contrato con Amazon Studios para fortalecer a la empresa a nivel cinematográfico. De esta forma, Amazon gastó más de 80 millones de dólares para producir “Crisis in six scenes” (la primera serie filmada por el director) y estuvo a cargo de la distribución de la película “Cafe Society”, Wonder Wheel y también será – hasta ahora – la empresa encargada de distribuir su film de este año. Allen había firmado su contrato con el ex presidente de Amazon, Roy Price, quien tuvo que renunciar luego de que fuera denunciado por abusos sexuales por parte de la productora Isa Dick Hackett.
Esa nueva carta de Dylan volvió a traer al centro de la escena a Allen. Más tarde, otras voces se sumaron al rechazo. Hace apenas unas horas, Oprah Winfrey armó una mesa de debate para el canal CBS. En la misma, se encargaron de analizar el futuro de movimientos como el #MeToo y el #TimesUp. En un momento del programa, Oprah trajo a colación las declaraciones recientes en Twitter de Dylan sobre su padre y preguntó si “se acabó el tiempo de Woody Allen”.
Frente a Oprah la productora Shonda Rimes; la presidenta de Lucas Films, Kathleen Kennedy; y las actrices Natalie Portman y Reese Witherspoon asintieron en apoyo a Dylan. Portman fue quién pronunció la frase “Yo te creo Dylan” que luego se viralizó en las redes sociales.
A esa ola ya se venían sumando otras muestras de repudio contra Allen. Actrices como Mira Sorvino (Poderosa Afrodita), Evan Rachel Wood (Westworld), Ellen Page (Juno), Greta Gerwing (directora de la premiada Lady Bird), Susan Sarandon o Jessica Chastain (Interstellar) aclararon públicamente que no trabajarían o no volverían a trabajar con el director.
En sintonía con este golpe contra Allen, uno de los actores de “A Rainy Day in New York”, Timothée Chalamet – reconocido por su papel en la premiada Call Me By Your Name – afirmó que donará el sueldo que recibió bajo la dirección de Allen, sumándose a otras actrices de esta última película como Rebecca Hall y Selena Gómez, quienes ya habían anunciado que frente a las críticas contra Allen habían tomado esa decisión.
Con un horizonte nebuloso, algunos medios se animaron a decretar que “A Rainy Day in New York” será la última película de Allen como director. A los 82 años y con la presión pública de movimientos feministas en Hollywood, retirarse del cine será la salida de Allen.