"Tenemos la oportunidad de detener esta maquinaria de destrucción"
Fotografía: Paula Conti
Por Abril García Mur y Juan Manuel Ciucci
Sentarse con Dora Barrancos a pensar la actualidad es un viaje de ida. Siempre dispuesta a tensionar los pliegues de la realidad, ofrece lecturas que se oponen de plano al sentido común hegemonizante. Que nos permiten repensarnos, en tiempos electorales que son siempre complejos, a fin de evitar el aquí y ahora, para pensar lo por venir. En esta primera parte, la charla gira en torno al estado de nuestro país hoy, el desafío que significa ésta elección y la propuesta del Frente de Todes. En la segunda parte, vendrá el tiempo de pensar los feminismos.
APU: ¿Cuál es la caracterización del gobierno y el momento actual que te llevó a participar como candidata del Frente de Todes?
Dora Barrancos: Desde que apareció esta gobernanza extrañísima de derechas, a poco de andar se podía ver que la profecía se autocumplía. Algo que era evidente para gente de mi edad, y de mi convicción, del arraigo político ideológico que tienen los cauces nacionales populares en nuestro país. Algo que fuimos viendo a medida que se desplegaba esta sintomatología, que es muy difícil llamarla parte del proyecto neoliberal, por las características argentinas o latinoamericanas del caso que son muy complejas, en el sentido de que son siempre muy poco liberales. Porque son liberales en lo que atañe al mercado, pero son completamente conservadoras en lo que atañe a las ideologías, a los soportes fundamentales de la concepción de derechos individuales. Y en la Argentina hay toda una tradición por la que fuerzas liberales nunca han presentado cuadros de radicalidad liberal, entonces siempre han estado del lado de lo conservador, que nutre una parte del propio liberalismo. Esa contradicción me permite sospechar que el término liberal es muy poco apropiado para la caracterización de esta gobernanza.
Se ve muy bien el límite liberal de esta gobernanza con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, ahí sucumbió todo lo liberal que tenían, es una fuerza absolutamente conservadora. Y en algún momento parecía insinuarse una vertiente más modernosa, y sí, es moderna en la medida en que hay gente más joven (risas). Pero lo moderno de esta fuerza es muy limitado: los medios que usa, las técnicas de comunicación demasiado esculpidas en la búsqueda de un salto hipermoderno en sintonía con una parte de la dimensión de escucha del grupo social, etc. No los convierte en una fuerza moderna, sino que utilizan esas herramientas modernas para lo más viejo. Es una ratio muy envejecida la que proponen, incluso cuando muestran una “veta populista” digamos, que es más por la conveniencia de modernizarse y no por convencimiento. Es difícil hablar de un “populismo de derecha”, hay fórmulas, sí. Pero el populismo, en todo caso y tal como está inscripto en la historia de América Latina con las distinciones del caso, se podría decir que se ha tratado de simplemente democracias más intensas. En ese caso el período Kirchner en la Argentina es un período de democracia intensa. Lo mismo puede decirse que ocurrió en Brasil, Uruguay, Ecuador con notas más conservadoras. El espectáculo que tenemos ahora entraña modernidad de medios y caducidad completa de una vertiente absolutamente aggiornada liberal. Además porque no hay remozamiento teórico, siempre dije: no leen a los clásicos, no leen a los modernos. Consterna que el Presidente de la República sea tan sub-erudito, siendo que si hay algo que distingue a la Argentina es que - a pesar de todos los cambios y modificaciones - es una sociedad más letrada en promedio que cualquier otra de la región. Lo que se dio por obra y gracia de la extendida educación pública, con generaciones y generaciones letradas. Todo esto hace una diferencia en relación al estándar actual de conocimientos del Presidente, que es muy limitado.
APU: Con esta caracterización que compartimos, ¿cómo explica los intentos por parte de algunos sectores de interpretar al macrismo como una “derecha democrática”?
DB: Me consternó un poco que con tanta rapidez alguna querida gente de nuestra parroquia académica intentara acertar inclusive con ese título… ¡cuánto riesgo! Porque había ahí una tentativa de interpretación que soslayara la mera negatividad, una buena presunción tal vez de un arbitraje interesante de una posición muy sartreana. Sartre tenía un notable comentario que decía: “negar no es apenas decir no”, creo que ocurrió algo de esto. También ligado a un cierto lance de impacto, con la idea de que no era más de lo mismo. Una apuesta, que no salió bien, de que veamos los que estamos de este lado que no era lo mismo, con una “corrosión permanente” que nos impediría ver notas que podrían ser más interesantes. También me parece porque había de parte de algunos emisores de la famosa frase “derecha moderna” un menor compromiso con lo que acabábamos de perder. Me parece que no está presente allí la adhesión al kirchnerismo, o estaba muy tímida. Soy de las que siempre dijimos que el kirchnerismo fue una gran sorpresa, una gran feliz casualidad histórica. Creo que el combate que se ha hecho al kirchnerismo por parte de algunos sectores que están ubicados en la escena política, en el ensayo político, se enmarcó en esa sorpresa que redundó en un “esto no puede ser verdad”. Porque que dentro del peronismo, surgiera algo tan sorpresivo en orden a justamente libertades y opciones, les resultó tan sorprendente que hubo que recubrirse con reparos: “si hacían esto con derechos humanos es porque tenían designios contrarios”, etc.
Ese juego por caracterizar de modo negativo aquello “que no se veía” de lo que se veía, me parece que es lo que perdió claramente algunas mentalidades en estas temporadas pasadas. Gentes que se tornaron completamente antiK, con todas las argumentaciones que son de uso en los medios hegemónicos que detestaron a los Kirchner por tantas razones, especialmente por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Creo que esa ley es de lo más controversial que se cargó Cristina, y ahí estamos, la guerra se desató con las peores artimañas. No puedo dejar de ver las tapas de diarios que llevan la maniobra principal, con notas mínimas que sin embargo tienen que estar recargadas con la pátina antiK.
APU: ¿Cuál es el desafío que se nos plantea, no sólo el electoral, sino en términos políticos y sociales?
DR: Enormes. Este es un momento bisagra, las elecciones no van a ser parte del ritmo felizmente ya corriente de nuestra democracia. Esta es una elección donde se tiene la oportunidad de detener esta maquinaria de destrucción. Acá se contrasta de manera angular: se sigue hacia el abismo o se toma otro rumbo, que no se me escapa tendrá muchas dificultades, pero que es de signo contrario. Acá está el modelo de concentración y del otro lado un modelo de distribución. Del lado de la concentración ya vimos lo que es: con privilegios para dos grandes grupos y el resto come debajo de la mesa, pero que no alcanza a una “dialéctica revolucionaria” entre los grupos de poder, aunque haya contradicciones. Claramente se ha oficiado en el sentido de privilegiar a dos grandes cuencas: la energética y la financiera. Llama la atención su inhabilidad para haber forjado algo intermedio, y cómo se les ha ido de las manos la híper-fuga de capitales. Esto como consecuencia de la falta de previsión por un compromiso naif respecto de lo que llaman “fuentes orientadoras de confianza”. Es extraordinario como la economía está llena de elementos que parecen de diván psicoanalítico. Siempre me llaman mucho la atención los elementos emocionales que tiene la llamada mano invisible del mercado.
Insisto, por eso estamos en una cornisa, y ahí hay que ver qué pasos se dan. Sería trágico que las gentes volvieran a votar en contra de sus intereses, aunque entiendo que de nuestro lado en lo programático aún tengamos cosas por terminar, pero hay mucho ya plasmado en el acuerdo del Frente de Todos. Un Frente no es inmaculado, no deja de tener algunos agujeros negros como lo demuestra la historia, y donde algunos lexemas se hacen más o menos visibles. Por ejemplo, no es menor nuestra lucha por el aborto, ninguna de nosotras va a abdicar de esto pero entendiendo una lógica de agregación con otros sectores. Tenemos que tener en claro que esos son nuestros puntos de vista, pero lo que no puede no haber es nuestro punto de vista dentro del Frente. Y nuestro punto de vista maximizado, no apenas en una zona de confort donde quepamos. Y esa es nuestra tarea, de las que estamos en el Frente, con esta cuestión que no es menor, sino que es sustancial. Pero, debo comprender que hay puntos de vista en el otro que suponen que hay una política de agencia agregada que suspende en algunas orillas la radicalidad de mi punto de vista. Ninguna de nosotras tiene que abdicar, pero comprendo que haya agentes dentro del campo exclusivamente de la nutriente popular (pienso en Juan Grabois, a quien le tengo mucho afecto) que no están a favor del aborto. Y que desde el punto de vista nocional, político y económico, están en nuestro cauce principal - no en las ramas - y sin embargo he ahí un punto de desacuerdo grande.
APU: En este contexto de aires más conservadores parece que se vuelve difícil plantear ciertas discusiones, críticas o alertas hacia dentro de los espacios políticos ¿Cómo ve el momento como para poder plantearlas?
DB: Yo soy una optimista de alta convicción. Sé que hay dificultades, en cualquier fuerza política -más allá de los buenos cálculos, de sumarse a un espacio en el que en el 90 % pensamos lo mismo – siempre está la posibilidad que exista la contrariedad o profunda contrariedad. No se me presenta ahora a mí, para nada. Pienso en las referencias centrales, lo que dice Cristina desde ya pero también lo que dice Alberto Fernández. Me refiero a la configuración del diagnóstico y la plataforma de casi 30 puntos que va a tener que cumplirse, como dicen en Brasil, la vamos a poder “cobrar”, ir con la factura. Yo estoy entusiasmada. También, por ejemplo, con la posibilidad de que coagule la candidatura de Matías Lammens acá en la Ciudad de Buenos Aires que es muy difícil. En la Ciudad están las dificultades más oníricas, y no me escapa que es completamente difícil sacar la primera minoría aquí. Pero vamos a trabajar con el mismo entusiasmo y la misma convicción. Y también con la misma convicción de que no vamos a tener frustraciones, estoy segurísima de que no vamos a tener la frustración de “hay que votar tal cosa”.
De mi parte soy una autónoma irredenta. Les voy a decir algo, no lo conocía a Matías Lammens y me parece un joven muy y más que interesante. Tiene toda una significación progresista que me parece un todo un hallazgo en esta ciudad, así que me pone muy contenta. Es alguien en el cual confiar y con el que se está tranquila. Me sorprendió cuando lo conocí, tiene un estatuto muy luminoso, porque está muy poco colonizado también por las fórmulas históricas de la política. Es un sujeto muy fresco. A mí me gustó mucho una nota de él en la que afirmaba que hace falta progresismo en esta ciudad, y eso me entonó mucho y me sorprendió al venir del mundo del fútbol que parece tan ajeno. Ojalá gane, vamos a apostar.