Diputados PROvida: “Nos fue mejor con la metáfora de regalar las crías de la perrita embarazada”
Por Groncho Mars | Ilustración: Leo Olivera (colaboración de Silvia Lucero)
“Entré en maratón modo aleatorio de más de 30 horas”, me dice Gregor, “sin necesidad de contratar Netflix para ver una serie, sólo con estar pegado al canal Diputados TV. Lo tuvo todo: drama, acción, stand up, capítulos que estaban de relleno, humor ridículo al estilo Mr. Bean, confesiones al mejor estilo Bio. No se si fue la cantidad de horas seguidas o la carta de la Jefa quien, una vez más, volvió a marcar terreno, que en un momento me pareció escuchar a un diputado afirmar que si se volvía ley el proyecto de la Interrupción Voluntario del Embarazo era para que la impunidad de Cristina sea sellada por el Congreso ¿Vos escuchaste algo de eso?”, cierra mi amiguito y qué quieren que le diga: para la hora que votaron tenía encima dos botellas de vodka con el sublime fin de que mi cuerpo vaya acumulando y no sufra la abstinencia postcolocación de la Sputnik V, sin contar que los muchachos siempre se la arreglan para superarse, eso tranquilamente puede haber pasado. Así que antes de contestarle por sí o por no, le dije que era mejor arrancar.
No exagero si te cuento que le hablo a tu fantasma
El poder omnipresente de Cristina Fernández Kirchner ya estaría alcanzando niveles paranormales. Eso lo acaba de descubrir Walter Schmidt, de Clarín, quien realizó una nota para explicar que la “carrera delictiva” de Amado Boudou no comenzó con el caso Ciccone. Es más, en la misma asegura que en privado, Néstor y su esposa “se tiraban con sus elegidos” para vicepresidente. “Cuando Kirchner criticaba a Boudou y le remarcaba que había sido elegido por ella, Cristina le recordaba que había sido Néstor el que designó al radical Julio Cobos como su vice”. En esta profusa investigación sostenida por varios “habría” y algún “al parecer”, a Schmidt se le escapó un pequeño detalle: Néstor ya había fallecido antes de que Amado fuera elegido por la actual vicepresidenta como su segundo para integrar la fórmula de la reelección. Ya que no podemos dudar de la integridad del periodista, queda en evidencia que Cristina se estaría comunicando al más allá con el exprimer mandatario. Pero no lo haría para tratar de ver si le puede sonsacar algún dato revelador que nos ayude a afrontar lo que se viene, sino que convoca su espíritu para discutir con él los aciertos o errores en las designaciones de los vicepresidentes. Hay que ser jodida. “¿No le parece tremendo, esto?”, le pregunto a un directivo de “el gran diario argentino” mostrando mi desasosiego por el nivel de literaturalización que se está viendo en sus columnas periodísticas. “Estoy totalmente de acuerdo con vos, Groncho, las cosas ya no son como antes, ya no hay respeto por la labor del informante. 20 o 15 años atrás, metíamos esta bomba en dos o tres tapas y a Cristina la estaríamos quemando en la hoguera por bruja y nigromante. Decí que lo tiramos primero en la web y lo corregimos para el papel, pero que “el Pingüino” criticaba a Boudou como ministro de economía en una época en la que decíamos que él manejaba todo, no deja de ser un poco urticante”, me contesta, en clara muestra de su nostalgia por el pasado.
Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá
Gran raid periodístico pegó esta semana Patricia Bullrich. Primero metió más leña al fuego al criticar la postura del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, ante “los recortes de fondos” recibidos. Bueno, más que leña lo metió en una cubetera, ya que lo tildó de pecho frío. “Por miedo, (algunos gobernantes) entran a un toma y daca. Todo Juntos por el Cambio tiene que salir a denunciarlo, hacer movilizaciones, llamar a la rebelión, no podemos aceptar que seamos una fuerza política que se entrega a la extorsión de Alberto Fernández”, expresó, pidiéndole que salga a copar la parada a alguien que le va muy bien jugando sobre la línea de lo indefinido. Luego hizo una extraña defensa de Los Pumas, el seleccionado de rugby argentino, aseverando que fueron víctimas del “vamos por todo” impulsado por el kirchnerismo. “Por eso, nosotros, trabajamos denodadamente para no dejarles nada”, habría agregado por lo bajo. Lo cierto es que la presidenta del PRO afirmó que los rugbiers fueron víctimas de “violencia verbal”. “Hay un sentimiento de injusticia enorme por lo que ocurrió, porque la vara es alta para unos y baja para otros. En relación a sus publicaciones, está claro que se equivocaron, que estuvieron mal. También es cierto que pidieron disculpas, que reconocieron su error, e hicieron su descargo”. “Lo digo yo que pedí perdón por usar pasajes del Senado para viajar a Córdoba, también se lo pedí a los trabajadores de la salud por no poder evitar la marcha… en 8 ocasiones. Desde que le sacamos el 13% a los jubilados con De la Rúa que vengo pidiendo perdón y me lo siguen aceptando”, habría agregado fuera de micrófono. Pero el uso de frases tan beligerantes por parte de “Pato” no vendría a ser otra cosa que una solapada promoción del lanzamiento de su libro Guerra sin cuartel. Si María Eugenia Vida y Mauricio Macri están trabajando en los suyos, ella no iba a ser menos. Lo interesante de todo esto no es la explicación de que el nombre alude a que “no tuvo un solo día de tregua, ya que los ataques venían de todos lados”, sino que lo calificó de “entretenido para leer en el verano”, lo cual el lector tendría que tomar como una advertencia de que no se va a encontrar con datos duros sobre su gloriosa época en donde la veíamos en producidos videos vestida con ropa de fajina militar sino con un relato pasatista, un “resultado de anécdotas y situaciones para ver lo subliminal de cada momento”. Y si leemos el primer capítulo que comparte Infobae, queda confirmado que no tomó conciencia de ello. En él se queja de tener que ir a una conferencia de prensa al otro día del balotaje, a las 8 de la mañana, a escuchar a Mauricio Macri decir más o menos lo mismo que la noche anterior (tal vez “cierta contrariedad por la carga ancestral de mi sangre prusiana, que me impulsó siempre a rendir hasta el último esfuerzo” la habría llevado a festejar hasta tarde, provocando que levantarse temprano le implicara gastar en eso su último arresto); llama “golpe cívico” a las protestas populares del 19 y 20 de diciembre de 2001; asegura que Mufaza, cuando fue jefe de gobierno, “no sólo impulsó obras extraordinarias, sino que también puso en marcha algunas de las medidas que yo misma había propuesto para desterrar la burocracia en la ciudad”. Esta vendría a ser la parte cómica. Entre otras lecturas particulares, cuenta cómo “compitió” con su segundo, Eugenio Burzaco, a ver “quién era más Berni de los dos” (posta, entren al link) y relaciona la forma en que le propuso Macri el cargo de ministra de Seguridad (“tengo una noticia buena y una mala”) con toda su gestión. Y si bien asegura que lo dice “no por los resultados sino por los obstáculos que se fueron interponiendo día a día en su camino”, nunca nos enteramos cuál era la buena.
Haciendo cosas raras para gente normal
La que también presentó un libro fue Elisa Carrió. Mi legado político puede leerse en forma digital, pero con un tiempo prudencial ya que tiene 18000 páginas y 27 tomos, de los cuales ya están disponibles 17. Algunos dicen que pronto saldrá una versión de luxe que constará de 18000 páginas, 27 tomos, 2 tablas de mandamientos tallados en piedra y una versión animada en 3D del día de la anunciación, en el cual fue iluminada por la República. Estos volúmenes vendrían a recopilar toda su actividad legislativa y no, no insistan: acá tampoco están las pruebas que siempre aseguraba tener y nunca llegaba a presentar. Carrió contó que el libro le llevó “3 años de trabajo esclavo”. Lo que no aclaró es si lo aportó ella o Cecilia Di Francesco, la historiadora que la ayudó a darle formato. Además de no recordar qué significaba ARI, el partido que había fundado antes de la Coalición Cívica, sus intervenciones fueron desde controlar a Negri, de quien dijo “que la pone muy nerviosa que no esté” (tal vez por eso de “a los amigos cerca, pero a los enemigos más”) a recuerdos como la convencional constituyente de 1994 donde “comimos, nos divertimos y escribimos la constitución”. Después hablaron un montón de dirigentes y contaron anécdotas como si fuera un cumpleaños. Ahí, el que más se destacó fue Adrián Pérez, quien dijo que “Lilita siempre luchó por un gran país de clase media”. Quedate tranquilo, Adrián, ya nos habíamos dado cuenta.
Yo soy mi dueña aunque todavía no lo entiendas
Sin lugar a dudas, la noticia que eclipsó las miradas fue el debate en la cámara baja por el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, así como el Plan de los Mil Días. Ya la semana anterior se habían escuchado en comisión de Legislación General, de Legislación Penal, de Mujeres y Diversidad y de Acción Social y Salud Pública, voces en ambos sentidos. Quienes están a favor de la concreción del proyecto presentaron, además de sus testimonios, una serie de datos duros que ayudaron a contextualizar lo que rodea al aborto clandestino y cuánto más le sale al Estado cubrir sus consecuencias que realizarlo de forma segura en centros de atención. Los que están en contra reposaron sus argumentos en una conversación de Frodo Bolson con Gandalf en El Señor de los Anillos. “Hay que reconocer que de ‘regalar las crías de la perra embarazada’ a esto, hay un avance considerable”, pensé. Luego descubriría que no era tan así. Después de recibir dictamen de mayoría en comisión, con algunos cambios, el proyecto del ejecutivo fue debatido en maratónica sesión que arrancó muy temprano, no sin antes regalarnos un intento para demorar su inicio a cargo de María Lucía Lehmann, quien propuso que el proyecto de la IVE sea tratado después del 6 de enero ya que “la mayoría de los ciudadanos son católicos y es un disparate que en las vísperas de Navidad estemos discutiendo al aborto”. Parece que la diputada entiende que el hecho de ser creyente ya te posiciona en contra de la legalización. Capaz que se pegó el faltazo cuando hablaron las mujeres católicas a favor de la interrupción ni tiene registrado a los grupos protestantes que apoyan lo mismo. Lo cierto es que la moción no tuvo lugar. No vamos a hacer un relato pormenorizado de quienes hablaron, para eso entren a esta nota, pero sí citaremos a aquellos que, al escucharlos, la pregunta de “¿para qué te traje?” sale alto, fuerte y lejos. Carmen Polledo aseguró que “los abortos son un fenómeno de las grandes ciudades, las mujeres del interior no lo tienen en su agenda”. Dicen las mujeres del interior si se anima a arrimarse a mostrarles las estadísticas de ese censo. Fernando Iglesias señaló que “no dio quórum ni pensaba hablar” y si bien pensaba votar a favor, consideraba que “tratar el proyecto en este momento es oportunista, por parte del oficialismo”. “Casi tanto como mi voto”, creyeron escuchar algunos cuando se apagó el micrófono, pero no le buscaron la quinta pata al gato ya que el poroto contaba igual. Dina Rezinovsky aseguró que "el Estado tiene una deuda con las mujeres, pero no es el aborto. La deuda con las mujeres es acompañarlas, que no estén en la pobreza". Lástima que no puso tanto ahínco para que sus palabras se convirtieran en realidad cuando Cambiemos estuvo a la cabeza del ejecutivo. Más o menos en la misma línea anduvo Domingo Amaya, quien alegó que el aborto “no está en la agenda de los jóvenes”. “Espié las electrónicas de mis hijos y sus amigos y en ninguna decía nada”, pareció reflexionar cuando terminó su turno de exposición. Graciela Ocaña prefirió hablar del saqueo a los jubilados. Se ve que alguien le chifló que ese no era el temario porque corrigió su ruta para justificar su voto positivo diciendo que “colocar el aborto en la clandestinidad es negar un problema de salud pública”. Lidia Asacarate, que se perdió leyendo su discurso (Cosa que, generalmente, está prohibido. Leer, no perderse, eso pasa gran parte del tiempo) consideró que “el planteo ambientalista es incompatible con la exterminación de la vida”, mientras Luis Contigiani aseguró que el supuesto "drama” que separa a las dos posturas, es que una de las partes no reconoce la vida biológica existente, ya sea en “un conjunto de células, un tumor o lo que sea”. A veces quisiera saber tras qué profundo y complejo mecanismo de pensamiento llegan a construir estas conclusiones que se escapan a mi capacidad de asociación y análisis. Es interesante cómo muchos diputados que estaban en contra se quejaban de que éste no era el momento para tratar la ley como si fuera algo que a las mujeres se les ocurrió hacerlo e impulsarlo ahora. Por supuesto, tampoco dijeron cuándo sería el momento. Otros de la oposición sacaron a relucir números de pobreza, números negativos económicos, de lo que cobran los jubilados, aduciendo que la presentación de la IVE se hacía para tapar “ese desastre”, como si ellos no hicieron ningún aporte en la concreción de esos números y como si los mismos no correspondieran en gran parte al mandato de Macri y no fueran superiores a los arrojados por esta pandemia. Por supuesto, están los que amenazaron (Pablo Torello y Francisco Sánchez a la cabeza) con “judicializar” para “declararlo inconstitucional”. “Póngase en la fila”, les mandaron a decir desde tribunales. Hubo discursos que mejor no reproducir, ni siquiera para burlarse. Tal el contenido de mugre con el que cargan. Allá ellos. Lo cierto es que pasada las 7 de la mañana se realizó la votación que arrojó 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones. La mitad de camino ya está hecho. Ahora falta saber si se pueden revertir los resultados del 2018 en el recinto de los dinosaurios. Pero esta vez es diferente: la que reparte es ella. Y aunque todos sepan que tenemos el ancho de espadas, nadie sabe cómo ni cuando será jugado. Algunas no paran de soñar con un desempate épico, y hasta los más escépticos nos estamos contagiando.
Lloró, pateó y mordió cuando el médico lo pinchó
En el plano internacional, una terrible noticia recorrió el mundo poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad. La Sputnik V, a pesar de lograr una efectividad de hasta el 95%, tendría efectos secundarios. Según esta información, “los vacunados deberían evitar los lugares públicos y reducir la ingesta de medicamentos y alcohol, que podrían inhibir el sistema inmunológico, dentro de los primeros 42 días después de haberse aplicado la primera de las dos dosis". Innumerables voces se alzaron exigiendo que alguien se haga cargo de “tamaña irresponsabilidad”. El partido de la cerveza, de Austria, habría presentado una queja formal en la ONU mientras recibía innumerables pedidos de afiliación desde los 5 continentes y los que ven comunismo en todas partes temían que se convirtiera en la nueva Internacional. Algunos aseguran que ya estaba todo listo para la toma del palacio de la Organización Mundial de la Salud, pero, por suerte, antes de que las cosas pasaran a mayores, especialistas en inmunología desmintieron que haya que tener abstinencia de alcohol luego de aplicarse la vacuna. Así fue cómo la población del planeta volvió a confiar rápidamente en las decisiones científicas, aunque no haya aprendido a desconfiar de las noticias, aún de las que parecen honestas. Mirá si iban a quedarse sin vodka, los rusos, por 42 días. Por su parte, los británicos ya están exagerando con su vacuna de Pfizer, como siempre. La segunda persona en ser inyectada sería un tal… William Shakespeare. Esta noticia sería, para algunos, la prueba suficiente de que la vacuna no sólo protege del COVID sino que logra hacerte más culto y dejarte cerca de la inmortalidad. Eso sí, andá a acordarte ahora del nombre de la primera mujer vacunada.
Di sis di end
Sin embargo, ninguna de éstas es la noticia destacada de la semana sino aquella que nos cuenta que en Alemania, el dueño de un restaurant decidió ocupar las sillas vacías de su local con peluches gigantes de osos panda, en una manera particular de mostrar su insatisfacción por las medidas de aislamiento llevadas adelante por su gobierno. Algunos locales argentinos ya estarían tomando nota y ocuparían los asientos vacíos de sus negocios, destinados a cumplir con el distanciamiento social, con distintos peluches de gorilas. En algunos casos, pasarían perfectamente desapercibidos mezclados con sus clientes.