Breves líneas sobre el futuro rumbo de Irán, por Fernando Esteche
Por Fernando Esteche*
Hace unos años cuando triunfaba el sheij Rohani en la compulsa por la presidencia de Irán, escribíamos una nota donde afirmábamos que las líneas generales estratégicas de República Islámica no podían modificarse más allá de las loas y las pérfidas salutaciones con que Occidente celebraba al nuevo líder no casualmente definido en sus medios de prensa como “reformista”.
El derrotado de aquella compulsa fue casualmente alguien que entonces era sindicado como continuador de la lógica de Ahmadineyad (eso por desconocimiento de la política interna iraní), seied Ebrahim Raisossadat, conocido como Ebrahim Raisí.
Entonces el Líder Supremo era seied Jamenei, y ahora también. La política exterior y la política de defensa de República Islámica de Irán es absoluta incumbencia del Líder y el Consejo de Guardianes.
Lejos de pasar a una embajada o un lugar de honor subalterno, seied Raisí fue nombrado miembro de la Asamblea de Expertos, un organismo legislativo de suma importancia y gravitación de la política estratégica iraní.
La administración de Rohani ensayó una suerte de tregua regulada firmando el acuerdo 5+1 que prontamente fue traicionado por Estados Unidos con Trump como presidente, y enfrentó un bloqueo criminal que junto a situaciones macroeconómicas contingentes produjeron una situación de empobrecimiento nacional muy notable.
La agresividad creciente que con Trump a la cabeza y a expensas de una Europa titubeante padeció el gobierno y el pueblo de Irán provocaron la acentuación, por si fuera posible, de la noción antiimperialista.
Las revoluciones de colores, o las llamadas primaveras árabes como guerras internas impuestas y digitadas por los Estados Unidos con las escenas truculentas del asesinato de Gadafi afianzaron la idea de la imposibilidad de una tregua con un estado cuya principal manifestación de política exterior es sembrar guerras y bombardeos. Irak y Afganistán como fracasos contextualizan el oprobioso episodio sirio de este comportamiento criminal de los Estados Unidos.
En todas estas situaciones fue necesario el concurso del poder de disuasión iraní para combatir contra el terrorismo de DAESH (llamado en occidente Estado Islámico, derivado de Al qeda) y el concurso militar para reorganizar el funcionamiento de estados devastados como Irak, o Siria.
El asesinato del Gral. Soleimani fue el acto de provocación más torpe que se haya cometido jamás en una situación de equilibrio inestable como lo es la relación entre Estados Unidos e Irán.
Yemen, operada también en el marco de las Primaveras Árabes, terminó sumergida en una inevitable guerra civil entre la mayoría hutí, shiíta, contra la minoría enquistada en el poder y aliada de la alianza sionista-waahabí (Israel-Arabia Saudí). Las intervenciones militares del Consejo de Seguridad del Golfo con el beneplácito de ONU, han sido un verdadero fracaso. Los hutíes con el auxilio del asesoramiento iraní controlan hoy gran parte del territorio, teniendo capacidad para atacar a Arabia Saudí como demostraron el pasado 28 de marzo 2021, enviando misiles a las ciudades de Riad y Jazztan.
Irán fue empujado por la necedad y la bestialidad norteamericana a la profundización de la Revolución Islámica. Los cambios geopolíticos a expensas de su inminente incorporación a la Asociación de Cooperación de Shangai complican la ejecución de las sanciones norteamericanas que otrora redundaban en ahogos financieros y comerciales muy serios.
La definición de seied Raisí como “ortodoxo” y “conservador” en el lenguaje occidental atlantista hay que aprender a leerlo, cuando de República de Irán se trata, como “revolucionario” y “antiimperialista”.
El hombre elegido por el pueblo iraní es el mismo que desde muy joven estuvo involucrado en la ejecución de políticas revolucionarias. Colaborador directo de Ayatola Jomeini y alumno y colaborador de Ayatola Jamenei.
En su historial están el ser miembro del comité que supervisó las ejecuciones a contrarrevolucionarios de 1988 ordenadas por el fundador de la Revolución seied Rubollah Jomeini; y la represión y persecución judicial a los miembros de las protestas impuestas del llamado Movimiento Verde de 2009. Como tal es un hombre que figura en los pliegos de contraterrorismo de la CIA.
Es un hombre de la Revolución, no de la política formalista. Con él resultan habituales las conversaciones de los comandantes de los Guardianes de la Revolución para intercambiar información y reflexiones, el gral. Soleimani era un habitual interlocutor de Seied Raisí.
De cualquier modo y como lo hemos planteado el núcleo duro del Poder en Irán está en la Oficina del Líder y en el Consejo de Guardianes. Lo que sucede con esta victoria de Raisí es la puesta en sintonía de la política cotidiana con la política estratégica. Pero para quienes se ilusionan con el llamado reformismo iraní hay que recordar que justamente fue Rohani quien no pudo sustraerse ante las provocaciones de los Estados Unidos y declaró como organización terrorista al Departamento de Estado Norteamericano.
En conclusión entendemos que la victoria aplastante de seied Raisí en una elecciones con una participación electoral no muy distinta a las anteriores (más allá de cómo pretenda presentar estos guarismo la prensa occidental con la evidente intención de deslegitimar dicha victoria electoral) importa un afianzamiento general para las transformaciones geopolíticas que se vienen operando entre ellas el multipolarismo emergente encabezado por China y Rusia que fueron los primeros en felicitar al candidato triunfante.
El triunfo de Raisí viene a demoler la ilusión de restaurar una Pax Imperial de parte de Biden.
*Doctor en Comunicación Social (UNLP) y Secretario Político del MPR Quebracho.