Caviasca: “El desafío del mundo multipolar para la Argentina es la posibilidad de un proyecto nacional independiente”
El historiador Guillermo Caviasca dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la publicación del flamante libro “Destinados por la providencia”. El coautor del libro (fue escrito junto a David Acuña y Fernando Esteche) se refirió a la obra que aborda las relaciones de Argentina y Estados Unidos desde una mirada geopolítica.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surgió la idea y cómo fue el proceso de “Destinados por la providencia”?
Guillermo Caviasca: El proceso de producción de este trabajo se puede ver desde dos aspectos. Uno, el relacionado con la necesidad del tema. Y otro que tiene que ver con la posibilidad y pertinencia de trabajarlo a través de un libro. Desde el primer punto de vista, para nosotros la vigencia de la categoría imperialismo es una certeza. En ese sentido creemos que es necesario trabajarla para dar cuenta de su despliegue práctico; de la evolución tanto de sus doctrinas como de las estructuras que las materializan. Y presentar ejemplos de cómo la injerencia de los EEUU se manifiesta en los desarrollos nacionales concretos.
Para cumplir con estos desafíos de análisis realizamos el libro desde una perspectiva histórica, recorriendo América latina, tanto en lo que hace a las estructuras de dependencia regionales, institucionales, militares, económicas; como especificando las consecuencias de esta relación desigual. Aclaro, que no es que creamos que los EEUU son “el imperialismo”. Es un concepto que sobrepasa la noción de un Estado. Lo que claramente hoy se ve son las instituciones e intereses globalizados. Aunque está claro que los Estados siguen teniendo herramientas claves.
Tampoco creemos que Estados Unidos es la única injerencia imperialista en la región, ni la única estructura estatal imperialista; tal como podemos ver claramente con el colonialismo británico en el Atlántico sur (que es una dinámica imperialista propia de Gran Bretaña) y la presencia de este estado y otros en su voluntad de incidir sobre nuestros pueblos. Pero, es evidente que la geopolítica norteamericana y su incidencia en todo el continente es hoy (y hace muchas décadas) el principal estado extranjero deformante para un posible desarrollo autónomo.
De esto se deduce el segundo abordaje que te señalé. El formato libro. El esfuerzo para romper las limitaciones del mercado editorial no es sencillo. Pero creemos que con esfuerzo militante se puede llegar a poner en la calle un material tipo libro que otorgue un soporte de calidad, el que no hay que dejar abandonado. La edición costó un gran esfuerzo y hacerla de por sí fue una apuesta. Apuesta a que la militancia popular, las organizaciones, la intelectualidad comprometida con nuestra realidad, y toda la gente interesada, a través de la adquisición de libro y compense el esfuerzo económico. El desarrollo de la escritura fue colectivo, cada uno de nosotros trabajó especialmente un conjunto de temas que se expresan en capítulos.
APU: ¿Qué aspectos han mejorado y empeorado a 200 años de la Doctrina Monroe?
G.C.: Yo, más que decir que aspecto de la Doctrina Monroe han empeorado o mejorado, señalaría como la injerencia de los EEUU ha ido evolucionando en estos 200 años. En el libro en cada capítulo damos cuenta de esta evolución. Como te señalaba en la anterior pregunta, nuestra perspectiva es histórica. Nada de lo que sucede hoy es de este presente, ni se origina hace 10 o 20 años. Hay que combatir esa idea de “presentismo” que tiene alguna militancia como reflejo de la cultura dominante, eso nos vacía. El origen está en el surgimiento de nuestras naciones, su formación, su relación con el mundo y la interrelación entre ellas, ese
es el estudio que encaramos. Te puedo adelantar que la potencia de los Estados Unidos como gran país imperialista recién se manifiesta a fines del siglo XIX y a pleno en el siglo XX. Aunque, como presentamos en el libro, la ideología fundacional de la primera mitad del siglo XIX encierra todas las bases necesarias para que, en su desarrollo material como estado, puedan avanzar hacia los esfuerzos primarios de dominación de los tiempos posteriores. Por ello nuestro estudio comienza con la fundacional ideología del Destino manifiesto, la Doctrina Monroe y la cualidad específica de la predestinación religiosa del tipo de protestantismo norteamericano que es propia de su ideología nacional fundacional.
APU: ¿En qué situación se encuentra la relación geopolítica con Estados Unidos?
G.C.: Aquí entramos en el terreno del presente histórico. Con la caída del anterior equilibrio geopolítico. Las cosas han ido cambiando aceleradamente. El equilibrio surgido de la segunda guerra mundial, estaba basado en la existencia de dos grandes potencias y en un “tercer mundo” que pivoteaba en ese escenario, en el que se abrían rendijas para experiencias nacionales autónomas, aunque teñidas por esta configuración.
A parir de los 90 los Estados Unidos surgen como única superpotencia, que se relaciona con la idea de que toda la humanidad para no ser condenada como parte de un “eje del mal” (observemos la terminología religiosa norteamericana) debía asimilarse a las instituciones políticas, culturales, financieras y militares globales, protegidas por el poder de los EEUU. Lo llamaban vulgarmente el fin de la historia, el “consenso de Washington”, la asociación de democracia con libre mercado, derechos humanos y división internacional del trabajo. Cualquier modelo alternativo en cualquiera de estos planos, o que imaginara una diversidad en el planteo era condenado y atacado militarmente.
Ese visón, que se concebía como destinada a durar indefinidamente, se ha resquebrajado más rápido de los que la difundieron podía imaginar. Hoy nos encontramos con un mundo en que tres grandes potencias (o que aspiran a tales), y países independientes como potencias regionales, comienzan a desplegar sus políticas en la arena internacional por fuera de la hegemonía anglosajona y de sus satélites de Europa occidental. Esto implica una nueva reconfiguración geopolítica multipolar. Sin embargo, la potencia, la “anglósfera” y la oligarquía globalista, no acepta esto, batalla por mantener su cultura, su orden económico, sus ideas de régimen político, con un totalitarismo universal que sorprende al venir de gente que se llena la boca con un relato de “diversidad” y “democracia”. Y están dispuestos a pelear militarmente por ese orden y esas ideas, o por garantizarse la mayor tajada de nuestro planeta. Y dentro de esa tajada estamos los latinoamericanos, especialmente para los Estados Unidos. Por ello es que estamos viviendo en estos últimos años un desembarco del Comando sur y el resto de las instituciones hemisféricas de los Estados Unidos que sorprenden por el descaro de su discurso neocolonial.
Para Estados Unidos es necesario, para afrontar con relativo éxito su declive relativo de largo plazo, es reservarse las riquezas de nuestra región frente a sus grades competidores, especialmente China. Pero no olvidemos a otras potencias como Rusia u otras posibles naciones que se proyectan en forma autónoma y que son oportunidades; como tampoco olvidemos espacios económicos y geopolíticos alternativos, que existen y que sin dudas seguirán surgiendo. El desafío de esta nueva configuración multipolar que se abre, es también una oportunidad para posicionamientos geopolíticos que puedan significar proyectos.