¿Cuál es la doctrina militar rusa en Ucrania?
La guerra de Ucrania se desarrolla en medio de una revolución tecnológica y militar que se relaciona también con cambios profundos del sistema capitalista. Como en general se asume verdadero, y señaló Clausewitz, cada tipo de sociedad desarrolla una forma de hacer la guerra. Y eso se relaciona con la idea de “generaciones de guerra” y “revoluciones militares”. Los cambios abarcan la genética del sistema. Tanto la organización de la producción, de la relación capital trabajo, del tipo de sectores propietarios que están en el centro de la acumulación; y todo se articula con la tecnología del periodo. O sea, estamos en una era de revolución de la información, la IA, la robótica etc. Hasta algunas tesis plantean que hemos pasado del capitalismo a otro sistema. Creemos que esas tesis (Tecno feudalismo) son demasiado audaces en sus visiones más radicales como para asumirlas in totto, y deberán ser verificadas con el tiempo, pero sin dudas los cambios son muy profundos en todos los aspectos, para señalar que como mínimo estamos en un nuevo “modo de acumulación”.
Cuando Rusia invadió Ucrania en una campaña relámpago de fuerzas motorizadas, parecía una operación tradicional (en realdad era, o pretendió ser, una operación política más que militar para retrovertir la situación pos Maidan). Pero el escenario político ucraniano no era el esperado y por eso fracaso la campaña militar. Desde allí la guerra empezó a mostrar su nueva forma. Los cambios, quizás revolucionarios (o una nueva generación de guerra), turbaron al poderoso ejército ruso (y la capacidad de inteligencia occidental aportó a ello). Los nuevos dominios (ciber, espacial, etc.) las nuevas armas (drones de todo tipo, armas capaces de “iluminar” el campo de batalla, y de operar de formas nuevas y más precisas, más al instante, con más información, etc.) pusieron en primer plano la sentencia de Guderian: “nuevas armas requieren nuevas doctrinas. Nunca pongas vino nuevo en odres viejos” (parafraseando a la Biblia).
Las ofensivas tradicionales de masas blindadas o mecanizadas apoyadas por fuertes bombardeos y disputa del espacio aéreo, fueran tipo Blitzkrieg (guerra móvil operacional) o Batalla profunda, o como los occidentales llamaran a su forma de operar (batalla aeroterrestre en la guerra fría, ya que los aliados aprendieron de los anteriores). O las más novedosas pensadas para una guerra asimétrica con grupos de combate, más pequeños rápidos ligeros con apoyos, dominio fácil del aire, etc. (en el caso ruso los BTGs, en el norteamericano como “La Caída del Halcón Negro) se encontraron que no podían pasar del ataque táctico con grandes bajas en una guerra con un par, sin llegar hacia una ruptura que garantizara poder pasar al plano de operaciones en profundidad.
Esto va relacionado con el tipo de armas que hoy se producen, como se producen, que significan en términos de fuerzas productivas y como afectan a la organización social y de los ejércitos. En la segunda guerra mundial, solo en Tanques, la URSS produjo 116000 (más otros tipos de blindados muy numerosos también), esa cifra monstruosa es inalcanzable para los costos, complejidad y tecnología actual. Hoy Rusia “solo” puede producir a full unos 1600 vehículos blindados de todo tipo. De los que solo 160 serían T90, y no más de 20 aviones de combate Sukhoi 35. Tengamos en cuenta que en un mes guerra, en esta de desgaste, la destrucción de material es enorme. Por ejemplo, en Avditka Rusia sufrió unos 600 vehículos blindados destruidos o dañados, de los que unos 200 eran tanques (los ucranianos elevan estos números, los rusos los disminuyen, las bajas ucranianas suelen estar sometidas a estricto secreto, pero sirve como ejemplo para nuestro planteo). Rusia es el país más capaz de producir, en realidad tanto como todo occidente junto (aunque EEUU y China son capaces de grandes producciones si ponen su industria en la tarea). Por eso Rusia recurre a los arsenales aparentemente inacabables de la era soviética, y el T72 es el vehículo central de esta guerra. Para la forma en que se usa, sirve.
En lo concreto de la historia reciente, ejemplos de esta evolución se vieron en la guerra entre Azerbaiyán y Armenia; y en Libia donde rusos y turcos se enfrentaron a través de proxis en bandos distintos. Muchos analistas militares ya hablaban de que la guerra estaba en un proceso de profundos cambios que habría que evaluar con rapidez ante la posibilidad de tener que asumir una, y no estar a tono de los nuevos desafíos, se discutía sobre “guerra mosaico y multidominio”. Ese desafío es la guerra de Ucrania, unos de los mayores conflictos bélicos de todo el siglo XX y XXI, si sacamos de la estadística a las guerras mundiales.
En el terreno estos cambios implicaron que las limitadas masas de blindados y tropas enviadas al combate (a nivel brigada) en operaciones de envergadura y con pretensiones de romper el frente o aprovechar una ruptura y realizar maniobras para dislocar al enemigo y capturar amplios territorios (o solo fueran para seguir penetrando territorios o nuevas posiciones), dejaban como saldo un tendal de vehículos destruidos y personal fuera de combate, sin una efectividad significativa.
El debate de los especialistas se había orientado hacia discutir si en la nueva guerra con el campo de batalla iluminado, la niebla de guerra despejada (aunque sea en parte) y multitud de ingenios baratos tipo drones, o más caros, tipo armas de precisión, comunicación al instante, mecanismos de mando y control computarizados, con robótica cada vez más implicada en la batalla, sumados a posiciones defensivas en profundidad y un terreno plagado de amenazas más allá del frente, volverían obsoletos los vehículos blindados, los helicópteros y aviones de combate. Ciertamente esto no sucedió, siempre es mejor estar protegido por el blindaje, la amplia tecnología, y el poder de fuego de un tanque u otro blindado menor, que llegar al frente con solo tu cuerpo y los de tus compañeros. De la misma forma los carísimos aviones y helicópteros, si bien eran blancos fáciles en el terreno de batalla, eran plataformas inestimables para atacar posiciones a distancia. Lo que si cambió o debía cambiar eran las doctrinas de utilización de los nuevos conjuntos de armas.
Una de las experiencias de la segunda guerra mundial en la que los alemanes fueron maestros (aunque era una idea previa, digerida por ellos, y aplicada exitosamente en las nuevas técnicas) era la de “armas combinadas”. Los alemanes tenían radios, en sus tanques por ejemplo (Guderian había sido oficial de comunicaciones en la primera guerra mundial), para estar bien comunicados, y “combinaban” las diversas ramas de su fuerza hasta el nivel menor posible, llamemos un batallón, o un Kampf Gruppe (donde agrupaban diversas compañías y muchos apoyos o un par de batallones ad hoc), un batallón reforzado, o más, para cumplir misiones específicas, con articulación Inter armas que le daba autonomía y eficacia. De hecho, hasta oficiales de enlace de la Fuerza aérea viajaban con las unidades alemanas para articular a ésta con las fuerzas de tierra (todas sus ramas) en el momento de la batalla. Además, manejaban el concepto de Auftragstaktik (atribuido en su origen básico a Federico el Grande), que implicaba una gran autonomía de los mandos inferiores para poder resolver problemas, claro para este tema se necesita una gran formación de esos mandos. La Blitzkrieg era un bisturí.
Los soviéticos (teorizadores del arte operacional) antes de los alemanes, crearon la doctrina “batalla profunda” (de la cual los alemanes también se inspiraron) no es lo mismo que la Blitzkrieg. Pero viene a resolver los mismos problemas de estancamiento y guerra de desgaste, reemplazándola por la maniobra para la destrucción en masa del frente enemigo; es también una doctrina de “armas combinadas”. Pero la principal diferencia es la “masa”: la “batalla profunda” necesita mayor masa. Romper el frente, lanzar un nuevo escalón blindado, avanzar sobre la retaguardia antes que la primera línea de repliegue o reconstituya; y un nuevo escalón, para penetrar en gran profundidad y desarticular completamente al enemigo; inclusive con fuerzas aerotransportadas y partisanos bajo una sola línea de mandos. Fue bajo esa doctrina que la URSS venció a los alemanes en la segunda guerra mundial. Es de destacar que tanto la Blitz, como la Batalla Profunda, como el Combate aeroterrestre, están pensados para desarrollarse a lo largo de unas semanas. Terminar una etapa en un mes y/o capturar una posición o romper el frente en un par de días. Si se empantanaban en una lucha por metros de terreno durante semanas o meses, habían fracasado.
Las operaciones Inter armas, la existencia de unidades hasta nivel batallón que combinen todas las armas en sus acciones, sigue siendo una necesidad amplificada. Hoy ha llegado a nuevas dimensiones, porque hay nuevas dimensiones de la guerra. Hasta es imposible pensar un pelotón sin un equipo de drones que los apoye. O que incluya alguna unidad de los mismos. Las nuevas tecnologías y las capacidades menores de los estados de absorber bajas y producir en masa abrió nuevos desafíos. Además, algunos elementos de estas nuevas tecnologías están a disposición de ser producido en masa por estados medianamente desarrollados, y amenazar a “formaciones pesadas” de grandes ejércitos. Los rusos van aprendiendo la lección. Aplican, descartan, corrigen, y vuelven a probar (los ucranianos también) la guerra es innovación, una competencia de innovación entre adversarios, el que no innova es derrotado.
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En la primera parte de este artículo analizamos el plano táctico y operacional de los combates en el frente ucraniano hacia fines de enero. Presentamos algunos detalles de las unidades que participan en cada bando por cada escenario de batalla. Sin embargo, esta presentación donde aparecen Brigadas, Cuerpos o batallones independientes, no permite entender como estas unidades son desplegadas bajo la nueva doctrina. No debemos pensar en que una división o Cuerpo, envía al combate una brigada, como podría deducirse. Que es la forma de lucha de doctrinas previas. O que un Batallón reforzado es enviado a romper el frente en una batalla de uno o dos días y así abrir brecha. Veremos ahora como creemos que se utilizan las fuerzas hoy a lo largo de este año de combates.
La batalla de Verdún duró 303 días, había sido la batalla más larga de nuestro tiempo hasta ahora. Una batalla con cientos de miles de muertos y en torno al millón de bajas, que solo cambió el frente unos pocos kilómetros. Fue el máximo esfuerzo. Una masacre poco reivindicable que los generales de la siguiente generación consideraron irrepetible. Se suele asumir que dos o tres meses de ofensiva continua es el límite que un ejército puede asumir sin tomarse un respiro ¿Como puede Rusia sostener una batalla tan prolongada, continua en una guerra de alta intensidad contra un enemigo equivalente durante casi un año? Recordemos que las sociedades actuales no disponen de tanta gente para movilizar, ni una capacidad de poner toda su industria militar a producir para la guerra, menos al costo y complejidad de las armas modernas. Rusia ha superado esto y a todas las expectativas de los especialistas incluso a quien escribe.
Los rusos han renunciado a las grandes operaciones. Desarrollan micro campañas en escenarios reducidos, permanentes y de largo plazo. Su doctrina parece consistir en asaltar posiciones fortificadas ucranianas mediante operaciones de flanqueo que permiten ir rodeándolas a lo largo de semanas o meses, para colocarlas en una situación de riesgo de quedar cercadas y hacer inviable su logística. Pueblo por pueblo van actuando así, en pequeña escala en tiempo prolongado. Es vez de usar masas de tropas: divisiones cuerpos de ejército para buscar una ruptura y avanzar decenas de km destruyendo al enemigo superado, utilizan batallones multiarmas ad hoc, o kampfgruppes, que se empeñan en forma permanente y van siendo reemplazados, es como que envían sus fuerzas a cuentagotas. Van avanzando paso a paso generando un “cerco operativo” sobre posiciones defensivas ucranianas, en forma lenta. O sea, las divisiones no avanzan en “masa” o en oleadas, sino que van operando a través de estos batallones reforzados, que en una larga batalla toman una posición pequeña. O sea, las brigadas o cuerpo o ejércitos que se empeñan en cada pueblo o frente, lo hacen a través de pequeñas unidades en combates prolongados. Puede parecer que no avanzan o avanzan muy poco y dar la idea de que los rusos no llegarán a ningún lado. Pero luego de meses de ataque sin solución de continuidad, cuando son decenas las operaciones de este tipo realizadas, finalmente se coronan con la retirada ucra. Lo cierto es que el frente se mueve sin pausa hace un año hacia el territorio ucra. Perdiendo pueblo tras pueblo, fortaleza tras fortaleza. Y con una clara lógica de largo plazo que va generando nuevas amenazas a posiciones más avanzadas cada vez. Ya que la idea es la lucha continua. Así se va generando un “efecto moral” de derrota en el bando aliado
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A nivel micro táctico las operaciones se pueden observar en una película “Nos vemos en el infierno” realzada por el grupo Wagner en la época de la batalla por Bajmut. Allí la PMC tuvo un protagonismo central y aplico métodos de asaltos tácticos que parecen ser actualmente doctrina. Se puede ver una operación a nivel compañía con múltiples apoyos. El objetivo es tomar una zona de industrias (las industrias soviéticas: enormes edificios que abarcan varias manzanas de sólido material suelen ser desde la segunda guerra mundial batallas por fortalezas) donde están atrincheradas unidades ucranianas. Una unidad de infantería con algún francotirador, ametralladoras pesadas, morteros ligeros, avanza posición por posición, hasta habitación por habitación. En caso de necesidad tienen el apoyo de blindados, y recurren en forma orgánica al apoyo de artillería del grupo más amplio, como también apoyo aéreo o de drones. Similar los ucranianos. Hay un mando donde un mayor o coronel (jefe del batallón o kampfgrupe) dirige y articula el conjunto de la batalla de la que forma parte esta operación de toma de la planta industrial. En esa sala de mandos hay alta tecnología, buenas comunicaciones, información on line, todo digitalizado con personal especializado en computadoras. A eso le podríamos agregar (que aparecen poco en la película) drones mandados por la misma unidad táctica o conducidos desde del mando central del KG.
Lo típico de esta guerra sería un asalto de una compañía (en la película se ve una unidad tipo pelotón) 100 hombres hipoteticemos, con un par de tanques, vehículos blindados de transporte de tropas, artillería, drones, apoyo aéreo, ingenieros de combate. Todo como una fracción del KG, que es lo mismo, pero en mayor escala. A nivel táctico. Donde varias compañías de un KG, avanzan sobre posiciones clave: un edificio, una fábrica, una colina, atacando desde varias posiciones, luchando por un espacio de algunos cientos de metros. La victoria del conjunto permite tomar un km2. Sino desviarse hacia una nueva línea donde horadar el frente ucraniano. En una larga batalla de desgaste, pero donde las trincheras no paran de moverse.
En realidad, combates de este tipo se suceden en todas las guerras modernas. Pero no como “objetivo”, con este tipo de articulación de fuerzas, y en general sin un sentido operacional clave como lo tiene ahora. Tomar “esa” panta, esa colina, este grupo de casas, etc. es “la” operación en sí misma, que permite paso a paso repitiendo esto decenas de veces, realizar el cerco operativo a las unidades ucras que resisten en una ciudad fortaleza. También, es de destacar, el cerco operativo tiene una pequeña dimensión (unos Km) a lo sumo. Y es el cerco en sí mismo, no hay grades cercos de miles o decenas de miles de hombres.
Esta doctrina solo es viable si se está en condiciones de mantener la ofensiva permanente, y es muy desgastante. Pero en general al utilizar fracciones más pequeñas el desgaste de la brigada o división es dosificado y mientras el reclutamiento y los relevos se sostengan, el método funciona. Lo mismo para el material, Rusia tiene una industria militar desarrollada, pero no sería suficiente si no dispusiera de los arsenales soviéticos, con armas que para este tipo de operaciones son eficaces (con el despliegue, las mejoras y actualizaciones acorde).
En primera instancia se considera en general que el que ataca en el momento que lo hace sufre más bajas que el enemigo que defiende. Solo al final, cuando el cerco está muy avanzado y el enemigo comienza a estar en una posición claramente desfavorable por tres de sus flancos en un pequeño “caldero” la situación se revierte. Allí aparece amenazada la carretera o ferrocarril por donde está la logística y posibles relevos, directamente bajo fuego de las unidades rusas, a tiro de fusil o mortero. Quizás por esto lo rusos han puesto en juego tanto material de los arsenales soviéticos, y se han cuidado de exponer el material de reciente fabricación. O quizás solo lo mantiene en reserva, en su mayoría, ya que para estas operaciones un T72 rinde los mismo que un T90.
Esto puede ser por dos razones. Una. La idea de una “guerra de desgaste” no es que sea eterna, no es un “deseo”, sino que se especula que alguna vez, en un punto, el enemigo se quebrará y allí se podrán lanzar reservas móviles frescas para aprovechar y capturar posiciones y/o desarticular las fuerzas enemigas destruyéndolas. Otra razón puede ser que, al pensar en la evolución de la guerra y la paz subsiguiente, las RRFF internacionales, el balance de poder geopolítico (es obvio, pero en argentina es necesario señalarlo, sin unas fuerzas armadas de cierto nivel no hay presencia internacional) se debe conservar el poder de las mejores armas. El ejército ruso ha ganado mucha experiencia, pero ha sufrido gran desgaste. Sigue estratégicamente teniendo en frente a la OTAN, que seguirá siendo un adversario formidable, e inclusive podría tener presencia en Ucrania residual. Para ello los rusos necesitan mostrar unidades modernas, bien equipadas y no solo batallones entrenados, pero con armas de la era soviética.
Negociaciones
Nos hemos extendido en cuestiones militares específicas. Sin embargo, en esta etapa de la guerra lo central es la diplomacia. No cualquier diplomacia, sino la “diplomacia Trump”. Que en estas semanas posteriores a su asunción ha mostrado ser de un dinamismo muy alto, llevando a la práctica sus anuncios de campaña de que iba a imponer una nueva política y un nuevo estilo (tanto en lo interno como en lo externo, veremos). Todo lo que se está jugando en el campo de batalla son fichas que pesan en las negociaciones, sin dudas. Una victoria de la resistencia ucraniana en algún lugar clave puede alterar el resultado, o el fiel de la balanza de la mesa de diálogo. Como el hecho de que Rusia tome finalmente Slaviansk o expulse a los ucras de Kursk, dejaría a Zelensky cada vez con menos voz. En el campo de batalla son unos pocos km. Pero en la mesa de negociaciones el significado puede ser mayor. Sin embargo, lo más probable, con los elementos que debemos especular en esta etapa, para la diplomacia es que todo siga el ritmo militar actual. Con una lenta pero clara ventaja para Rusia
Biden y los europeos de la elite dominante actual, han hecho un ultimo esfuerzo antes de que Trump intente imponer su definición de paz. Ese esfuerzo ha sido habilitar a Ucrania a realizar bombardeos estratégicos sobre la infraestructura critica rusa. Si eso consiguiera realmente estrangular los recursos energético rusos, sin dudas pondría un punto para Ucrania en las negociaciones. Pero por ahora lo que vemos es que una lectura “realista” (como la que ya había realizado Kissinger frente a Soros en Davos del 2023) indica que un acuerdo de paz, o de tregua, sólido, implicará la cesión por parte de Ucrania de amplios territorios. Ese es el punto de vista de Trump, de su fracción y de los partidos europeos soberanistas (denominados patrióticos y acusados por los guerreristas globalistas de “fascistas”) que avanzan en Europa.
Desde antes de su asunción Trump señaló que pondría fin a la guerra de Ucrania. En realidad, dijo que pondría fin a todas las guerras. Realmente en algunos casos está en una parte sustancial en manos de EEUU hacerlo. Todas las guerras en las que uno de los bandos cuenta con una financiación definitoria por parte del imperio norteamericano, la capacidad de un poder fuerte en EEUU que domine los factores de poder internos, puede hacer que esa guerra termine. Los casos de Ucrania e Israel son muy claros. Son los mas claros de esta posibilidad, si EEUU señala firmemente vamos por acá o te corto la ayuda, estos pases deben aceptar.
Sin embargo, está en juego un orden internacional y el peso de EEUU dentro de él. EEUU no va a retirar el apoyo a ninguno si esto implica su derrumbe total. En Ucrania en un plazo de unos meses veríamos las tropas de Moscú finalmente entrado a Kiev, y los europeos berrinchando impotentes. EEUU, Trump, busca imponer un tipo de Paz; una paz acorde a sus intereses (que no son los mismos de la elite globalista, demócrata y progresista, está claro, pero son sostener a EEUU como gran potencia), y que se guían por el “realismo”.
La propuesta que se conoce, o se ha dado a difundir, se basa en congelar el frente. O sea que Rusia se quede de hecho (aunque de derecho, o sea el reconocimiento internacional, está en discusión) con la administración de los territorios que ocupa (o que ocupe en el momento de la tregua), y que Ucrania se comprometa a no intentar recuperarlos por la fuerza. También que Ucrania quede con un nivel de soberanía que no implique su desarme, pero con la OTAN fuera de ella. Lo que en Rusia se llama “des nazificación” (eliminar los partidos nacionalistas y las milicias o sectores de las FFAA nacionalistas) no sucedería; pero sí Ucrania debería habilitar que todos los partidos sean libres de actuar, entre ellos los denominados prorrusos.
Ucrania quedaría devastada con la perdida definitiva de un 20 % de su territorio, gran parte de su población y recursos; pero conservaría su soberanía (lo que se entiende como soberanía en occidente, sin quedar dentro de la esfera rusa). El gobernó de Zelensky sin dudas caería. Rusia no conseguiría que Ucrania (la mayoría de Ucrania) quede dentro de su esfera de influencia, pero adquiriría amplios y potencialmente ricos territorios, se garantizaría que la OTAN no este en sus fronteras y podría intentar recuperar su influencia en Ucrania a través de la competencia política interna. Ciertamente la Ucrania que queda tendrá un largo periodo, como mínimo, de animadversión a Rusia y un nacionalismo del tipo ucraniano seguirá siendo de mucho peso. Además, deberá hacerse cargo de los costos de la guerra para los occidentales y ser un territorio de colonización de corporaciones occidentales (pero, muchos países no perdieron una guerra en esta escala y son colonizados de la misma forma).
Para que el acuerdo se concrete es probable que como señalan los trascendidos, debería haber garantes, otros estados que en su conjunto compensen los intereses de las partes. O sea que más allá de las potencias otanistas, sean de confianza para Rusia. Mas allá de la guerra actual, en la tensa paz o tregua posterior, deberá verse que tipo de despliegue de las fuerzas ucranianas se permitiría, a que distancia de la frontera rusa. Esto sin dudas muestra que Ucrania es la perdedora; algo parecido a Argentina en las “Declaraciones de Madrid, pero no tan humillante, ya que más allá de una zona de vigilancia, es probable que los ucranianos sigan manteniendo equipamiento occidental eficaz; sin embargo, habrá que ver este punto ya que Rusia debería resignar la “desmilitarización” (que, de hecho, cualquier “desmilitarización” es dejar un país con soberanía limitada).
En estos meses habrá que ver que pasa con los sectores de las provincias anexionadas por Rusia que esta no pudo conquistar militarmente: sectores importantes de Jersón, Zaporiya, y aun de Donetsk. Aunque en Donetsk las fuerzas rusas este avanzando lenta pero sostenidamente, esto no es así en Jersón, y parece muy difícil que lo hagan en Zaporiya (al menos en el lapso de tiempo predecible de las discusiones de esta tregua o paz.
No esta claro que status tendrían las anexiones rusas. Los europeos partidarios del orden de posguerra, sostienen que no se debe reconocer internacionalmente ninguna alteración de fronteras, es como algo “diabólico”, indecible para occidente (aunque ellos con la excusa que les plazca crean países en la propia Europa, como en la ex Yugoeslavia). Algunas opiniones señalan que los territorios que se cedan a Rusia y que en los hechos sean de soberanía rusa quedaran en un staus jurídico ambiguo, que no obligue a reconocer por Europa occidental, en este momento, una modificación de fronteras. Pero que Ucrania, y el acuerdo debe explicitar, señalarán claramente que no habrá ningún tipo de operación militar, o guerra económica, o de cualquier tipo, para alterar el statu quo acordado. Lo que permitiría a quien quiera decir que son ucranianas, pero en los hechos renunciar a ellas. Teniendo en cuenta que el acuerdo debería ir acompañado de una eliminación, o disminución progresiva de las sanciones a Rusia, como de la reapertura del comercio entre Europa occidental y Moscú, la soberanía rusa seria sólida (no quiero mencionar ejemplos).
También es una discusión el tipo de relaciones militares que podrá tener la Ucrania residual con la OTAN. Sugerimos la posibilidad de un status como el de Finlandia de la inmediata posguerra. Está claro que Trump no puede presentar un plan de negociación seria sin reconocer lo evidente, la OTAN no se puede expandir más, al menos hacia el espacio ruso. Veremos. Igualmente es de destacar que existen muchos tipos de relaciones de alianza o apoyo militar que no pasan por ser miembros de OTAN, inclusive operaciones de occidente, de miembros de OTAN que se realizan sin ser acuerdos u operaciones de OTAN. En el mismo sentido, de acuerdo al tema de las garantías del acuerdo, estará la presencia de fuerzas extranjeras en Ucrania. Donde, de que nivel y cantidad y de quienes. Sin dudas será una parte de la negociación. Ucrania parece exigir que tropas europeas se instalen en su país.
Ciertamente Rusia deberá ceder sus aspiraciones de máxima. No habrá Odessa en la “madre Rusia”, ni Karkov rusa, ni Dnipro rusa. O es muy difícil si no lo gana en el campo de batalla antes del cierre inicial de la mesa de negociación. Tampoco Ucrania residual volverá a ser la de antes. No porque quede arrasada y sea una colonia de Black Rock; sino poque la relación de fuerza interna entre prorrusos y proccidentales ya no será la misma. Después de una larga guerra, de millones de exiliados, y de que una fracción importante del territorio es ahora rusa (donde se encontraban los prorrusos en forma abrumadora). Lo más probarle es que las mayorías ucranianas no tengan por un largo tiempo la mínima simpatía por sus hermanos eslavos del este.
Mas allá de todo esto. La propuesta de Trump es viable y, desde el punto de vista de este autor, debe ser negociada y aceptada. No solo es un resultado favorable a Rusia en las condiciones y objetivos posibles actuales. Sino que las condiciones favorables de la guerra y la economía rusa actuales pueden ir cambiando en el largo plazo. Un fracaso de la negociación, que en occidente se adjudique a Rusia podría hacer que EEUU se vea atraído por la necesidad de impedir que Ucrania se derrumbe completamente y poner esfuerzos importantes en esto. Sería un golpe para Trump, algo que Putin no debería desear. Además, debilitaría a los actores alternativos y soberanistas de Europa en ascenso, potenciando a los guerreristas, “progresistas” algo muy malo para Europa, para el mundo y particularmente para Rusia. EEUU es un enemigo formidable más allá de toda consideración y de que no es invencible. Y Europa, si se viera impulsada a la guerra, aun con las condiciones culturales de blandura de su pueblo, podría tener recursos muy grandes en el mediano plazo. Por ello creemos que existen amplias posibilidades de que este acuerdo se lleve adelante. Justamente en las fechas en que la semana santa de todos los países cristianos se festeja los mismos días. Elección pensada adrede.
Un punto a destacar respecto de la tregua, es por la que consideramos una necesidad rusa de aceptarla, por consideraciones de largo plazo, extra militares. Mencionamos en la primera parte de este artículo la idea de “mantequilla o cañones” el eterno dilema que se relaciona con los costes de oportunidad, decidir donde poner los recursos del país. Si se ponen en armas, hay que ahorrar en otras áreas que sin dudas afectan al consumo. La frase se atribuye a varios personajes, desde el secretario de estado de Wilson, en la primera guerra mundial, a Herman Göring en la Alemania antes de la segunda guerra, cuando era jefe del “pan Cuatrienal”. Pero en concreto es un dilema real.
La necesidad de la defensa es evidente, aunque muchos constantemente berrinchen con que “faltan escuelas ¿cómo vamos a gastar plata en tanques?” (o lo que sea). Sin embargo, hasta hoy Rusia resolvió esta ecuación dando como resultado el sorprendente “mantequilla y Cañones”: produce mucho más, de equipo militar y tiene mucho mas reclutamiento, sin que el consumo de la población se haya visto notoriamente afectado. De hecho, el pleno empleo hace que los salarios aumenten y el estado ha amplificado los controles al capital, ha incentivado la mejora de la producción y saneado las finanzas, aumentado los servicios sociales, etc. Pero este milagro no puede durar en el tiempo. Se produce un recalentamiento de la economía, presiones inflacionarias y tendencias a la caída del valor del rublo. Esto se esta notando estos meses. Por eso Ucrania ataca el principal recurso exportable ruso que le produce excedentes comerciales, como vimos. Además, la producción masiva de bienes militares para ser destruidos, activa la economía sin dudas. Pero por un tiempo. En un año más de guerra lo que hoy es solo una alarma puede pasar a ser preocupante. El notorio éxito económico paralelo a la guerra se puede revertir.
También iniciamos este articulo en su primera parte hablando de la noción de Victoria. La pregunta sobre si este acuerdo es una victoria rusa u otra cosa, debe ser medido con estos parámetros. Moscú no consiguió sus objetivos iniciales. Pero como toda estrategia, o plan hacia un objetivo de gran estrategia, implica, (si se es serio y en cualquier escala, desde lo táctico a la gran estrategia), debe haber objetivos alternativos, si el pensado al inicio no se puede realizar. Tal cono sentenciaba Von Moltke si “Ningún Plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo, con la realidad”, es claro que debe pensarse la noción de victoria bajo este parámetro. No es que el Mariscal prusiano, no creyera en los planes. Sino que estaba en contra de la rigidez, y de creer que el enemigo no actúa y es absolutamente predecible.
Por ello la capacidad de corregir, aun en el terreno de la acción táctica, es fundamental. Y claramente lo es también en la gran estrategia. Para los objetivos posibles de Rusia hoy, terminar o lograr una tregua con la situación actual, los términos indicados y con el revulsivo que Trump y los sectores “soberanistas” europeos implican, es una victoria. Victoria moderada, pero victoria al fin. Y es una gran derrota de la globalización, del Mundo atado a las normas de occidente noratlántico, una derrota de la elite europea y norteamericana globalista. Sería también un triunfo de la fracción Trumpista. Para nosotros es solo una señal más de que el mundo está cambiando y está abierto a quien tenga la audacia de abordarlo con audacia.
"Cuando Rusia invadió Ucrania en una campaña relámpago de fuerzas motorizadas, parecía una operación tradicional (en realdad era, o pretendió ser, una operación política más que militar para retrovertir la situación pos Maidan). Pero el escenario político ucraniano no era el esperado y por eso fracaso la campaña militar"