Estados Unidos: la sublevación de los afroamericanos
Por Nicolás Adet Larcher
La policía norteamericana vuelve a ser el eje de atención de los medios debido a sus hechos de represión y brutalidad que la caracterizan. Esta vez, la víctima fue el joven afroamericano, Michael Brown, el cual recibió seis disparos, dos de los cuales fueron directo a su cabeza desde el arma de oficiales pertenecientes al estado de Missouri. Ferguson es un pequeño suburbio en la ciudad de St. Louis, dentro del estado de Missouri. Cuenta con unos 21 mil residentes, más del 60% de la población es negra y en estos días es uno de los lugares de mayor tensión.
La cronología de los hechos permite entender lo grave de la situación. Según declaró Joe Belmar, jefe de policía de St. Louis, Brown no estaba armado sin embargo, agregó en la conferencia de prensa que el joven había tratado de tomar el arma del oficial Wilson, produciéndose una serie de disparos. El 9 de agosto – según relata un testigo que trabaja en el comercio al cual asistió el joven afroamericano – Brown se encontraba acompañado por un amigo, Dorian Johnson. Una vez en el mostrador, Brown toma una caja de cigarrillos, inmediatamente, el empleado le exige que pague. Ante la negativa de los dos clientes, procede a bloquear la puerta del local para evitar que escapen. Según relata, Brown lo tomó de la camisa y lo apartó de la puerta, empujándolo contra el mostrador del lugar. Dorian Johnson, contrario a lo que relata el jefe de policía, dice que Brown nunca trató de quitar tomar el arma del policía.
La radio de la policía inmediatamente transmite información sobre el hecho. Un oficial llega a una de las calles donde se había visto a Brown, pero no encuentra al sospechoso, vuelve hacia el comercio que efectuó la denuncia, pero tampoco lo encuentra. A las 12:01, encuentran a Michael Brown caminando por una calle, en unos pocos minutos se producen los disparos y el sospechoso muere. Esa misma noche, se producen saqueos en el comercio, llamado QuickTrip.
Las redes sociales fueron invadidas por comentarios e insultos respecto al accionar de la policía. En las oficinas del FBI, recibieron amenazas de muerte desde el asesinato de Brown y fueron obligados a declarar que iniciarían una investigación paralela para aclarar los hechos poco claros sobre el homicidio del joven. Manifestantes inundaron las calles de Ferguson y de gran parte de St. Louis, enfrentándose al gran despliegue de una fuerza policial que emplea equipamiento fabricado para el ejército norteamericano. Los excedentes del departamento de defensa de Estados Unidos, suelen transferirse a las fuerzas policiales de los estados para que se utilicen, sobre todo, contra minorías raciales para reprimir.
El presidente Barack Obama se refirió al hecho y expresó un profundo pésame para la familia Brown. En la misma línea, justificó los hechos de represión hacia la población, condenando ciertos “excesos” en la utilización de la fuerza. El día anterior a los dichos de Obama, 16 civiles habían sido detenidos y dos periodistas del Huffington Post y el Washington Post, arrestados por cubrir las manifestaciones. Unos días después, la policía da a conocer el nombre del oficial que disparó contra Brown y afirma que el mismo desconocía que se lo buscaba por un robo al momento de disparar, confirmando que el asesinato fue por cuestiones ajenas a la búsqueda de un sospechoso.
Como si el homicidio de Brown fuera poco, este martes, los oficiales de Ferguson volvieron a protagonizar otro hecho de violencia racial y asesinaron a otro joven negro en medio de las protestas. Según los dichos de las autoridades, el joven caminaba en forma errática y los había amenazado con un cuchillo. "Cuando llegaron los oficiales, el sospechoso se dirigió hacia ellos llevando su mano a la cintura. Luego sacó un cuchillo... y les dijo 'Dispárenme. Mátenme ya” afirmó el policía que efectuó los disparos. Este caso, sumado al de Brown sin dudas tenderá a acrecentar el estallido social de estos días con consecuencias políticas que aún no pueden predecirse.
Para echar más leña al fuego, el jefe de policía de Ferguson, Thomas Jackson, elogió el accionar de la policía militarizada y dijo que sus hombres solo se están defendiendo de agresiones y que los saqueos deben ser contrarrestados. En la misma línea, definió a los manifestantes como una amenaza para la seguridad pública. Contrarrestando este discurso, La senadora por Missouri, Claire McCaskill repudió la militarización de la policía de Ferguson afirmando "Necesitamos desmilitarizar esta situación. Este tipo de respuesta por parte de la policía se ha convertido en el problema en lugar de la solución" para luego agregar "Por supuesto, respeto el trabajo de las fuerzas del orden para garantizar la seguridad pública pero mis electores tienen derecho a protestar pacíficamente y la policía necesita respetar y proteger ese derecho".
Intolerancia racial, fuerzas policiales militarizadas mediante excedentes del presupuesto de defensa, complicidad política y una sociedad ajena a cuestiones sociales, fueron el combo perfecto para un estallido de grandes proporciones que solo necesitaba tiempo para salir a la luz.