Gaza: no es una guerra, es un genocidio
Lo que está sucediendo en Medio Oriente desde hace ya más de cuatro meses no es una guerra, sino un genocidio y una flagrante violación del derecho internacional por parte del gobierno de Israel, que una vez más pretende anexionarse territorio palestino. Eso es grave, pero más lo es la estrategia de silencio, desinformación programada y tolerancia ante matanzas de civiles y el bombardeo y destrucción de miles de viviendas, escuelas, universidades y mezquitas.
De nada han valido las denuncias de entidades como Médicos sin Fronteras u organismos de periodistas. La excusa ha sido la incursión de un grupo armado de Hamás cuando el pasado 7 de octubre cruzó la frontera y provocó daños y bajas en el lado israelí. Rápidamente fueron neutralizados.
El gobierno de Benjamín Netanyahu desplegó entonces lo que denomina “una respuesta” que consistió en el bombardeo continuo e indiscriminado de ciudades y población civil palestina en Gaza. Como ha ocurrido tantas veces desde 1948, la operación “de castigo” que ejecuta Israel se convirtió en matanzas sistemáticas y la ocupación de nuevas franjas de territorio palestino.
¿Y la comunidad internacional?
Pero la parte más grave de esta tragedia donde hay más de 28.000 palestinos asesinados -la mayoría de ellos, niños y mujeres- es el silencio de la llamada “comunidad internacional”.
Solo el presidente del estado español pidió a Netanyahu el cese de los bombardeos y calificó de “realmente insoportable” la cifra de víctimas provocadas por Israel. Por su parte el español Josep Borrell, representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, es un “verso suelto” en su intento de mover a los países que integran el organismo para que intervengan para cumplir los acuerdos internacionales. Es evidente que la mayoría de países que integran la Unión Europea no ha querido pronunciarse.
Finalmente, fue Sudáfrica quien dio el paso de presentar una demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia. Le acusa de cometer actos de genocidio contra el pueblo palestino. En la solicitud pidió decisiones urgentes, pero han pasado los días y la Corte no ha intervenido, al menos no se conoce ninguna acción efectiva del organismo para detener las matanzas. Israel no solo no ha cesado los bombardeos, sino que ha incrementado acciones terrestres ocupando territorio.
¿Por qué no se cumple la Carta de las Naciones Unidas?
Como ciudadanos no podemos permanecer indiferentes, porque sería sumarnos a esa cadena de complicidades. Nuestros gobiernos, los políticos de todos los colores y el mundo entero deben saber que condenamos ese genocidio y esa nueva ocupación territorial, actos que violan el derecho internacional.
Vale la pena recordar que el artículo primero de la Carta de las Naciones Unidas que integran 139 países exige “prevenir y eliminar amenazas para la paz y suprimir actos de agresión”.
Precisos conceptos que todos los gobiernos se comprometieron a respetar, pero es evidente que no lo están haciendo. ¿Para qué lo redactan, lo acuerdan y lo firman? Y no es que no puedan hacerlo, es lo que tendrían que hacer y ni siquiera lo intentan.
Crímenes de Guerra
Israel y Estados Unidos, al intentar cerrar el organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los refugiados de Palestina –que proporciona alimentos y ayuda a Gaza–, están además cometiendo una acción que también puede ser considerada crimen de guerra. Condena a una crisis alimentaria y sanitaria a los palestinos como forma de completar el plan de exterminio anunciado por Netanyahu.
Lo que se desconoce es el tiempo que demorará la Corte Internacional de Justicia en pronunciarse y es previsible que soporte fuertes presiones para retener sus conclusiones o que estas no tengan la firmeza que requiere la dramática situación de los palestinos.
El sur de Gaza, una encerrona para los que huyen
Mientras tanto, Israel suma otro elemento decisivo para su intención de “exterminar” a los palestinos. Sus “fuerzas especiales” penetraron en el Hospital Al Nasser, en Jan Yunis, al sur de Gaza, el último que quedaba activo.
Los palestinos han difundido videos con las imágenes de la entrada de las tropas israelíes, la violencia contra el personal sanitario y el secuestro y ejecución de varios ingresados.
El ejército israelí dispuso el desalojo forzado de la gente que allí había buscado refugio. Más de un millón de personas ya expulsadas de la región norte no tienen ahora donde huir, porque Egipto mantiene cerrado el paso a su territorio.
Los beneficios para la industria bélica
El armamento de destrucción y muerte que se utiliza contra el pueblo palestino tiene fabricantes distribuidos en varios países, principalmente europeos y Estados Unidos. Son grandes consorcios que exportan armas, blindados, bombas y munición, y que obtienen cifras récords de ganancias económicas.
Conforman la Industria de la Guerra y la Destrucción. Sus representantes en gobiernos, en la política, y en muchas grandes empresas periodísticas internacionales, son los que “maquillan” la realidad y ocultan la verdad. Insisten en denominar “guerra” a lo que se ha convertido en un genocidio.
Nos queda la palabra
Como ciudadanos nos corresponde denunciarlo y exigir que se respete la vida y los derechos de los palestinos. No debemos ni queremos ser cómplices de este horror.
Entre las víctimas de Israel está el poeta Rafael Alarer, que fue asesinado junto con su familia en un deliberado ataque israelí con drones. Conocido como “la voz de Gaza”, deja un poema que premonitoriamente dice: “Si yo muero, tú debes vivir para contar mi historia”.
Es lo que, modestamente pero con total convicción, trato de hacer al escribir esta nota.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).