Instituto Lula: “Condenarlo sin pruebas crearía una violencia muy importante”
Por Santiago Gómez
Desde Florianópolis – Brasil
El guión de la ficción periodística y judicial con el que sostienen el ataque a Luiz Inácio Lula da Silva la resumió bien el ex presidente cuando fue llamado a declarar por el juez Sérgio Moro: “La tesis es que el PT era una organización criminal, que Lula por ser presidente era el jefe y por lo tanto montó el gobierno para robar, esa es la tesis del contexto que está colocada”. Un juez de Brasilia decidió cerrar el Instituto Lula porque si ahí se reunió Lula con algunos acusados es un lugar donde se pueden cometer delitos. Tras la sentencia, conversamos con Paulo Okamotto, presidente del mismo.
El Instituto Lula es el lugar de trabajo del ex presidente, donde recibe a personalidades internacionales cada vez que llegan a Brasil y piden visitarlo, donde el ex dirigente sindical se junta con otros sindicalistas, donde el presidente honorario del PT recibe a los diputados, senadores, que quieren reunirse con él, así como a cualquier persona que él acepte recibir. "En el mismo lugar recibo a un cartonero y a la reina de Inglaterra", le dijo Lula a Moro.
La historia del Instituto comienza veintiséis años atrás, primero se llamó Instituto de Pesquisas del Trabajador, luego Instituto Ciudadanía hasta que en agosto de 2011, una vez que Lula salió del gobierno, cambiaron el nombre por el actual. Desde sus inicios el instituto sirvió de espacio para la planificación de políticas públicas, diseños de planes estratégicos de gestión, los cuales se construían entre cuadros políticos y cuadros técnicos de la fuerza del PT. El Programa Bolsa Familia está entre los que fueron craneados en la sede del Instituto.
Una vez comenzada la operación Lava Jato el Instituto comenzó a formar parte de la mala novela policial que los medios desarrollan. Por un lado fue denunciado por estar vinculado al cuidado del acervo presidencial, los distintos obsequios que Lula recibió durante sus ocho años de gobierno, los cuales debió llevarse en once containers. Hasta la operación Lava Jato, todos los presidentes se llevaron los obsequios recibidos, los cuales según la ley 8.394/91 les pertenecen.
El cuento de Moro es que Lula se robó lo que le fue obsequiado, que se lo robó al pueblo brasilero y lo que el Instituto Lula sostiene, así como afirmó el ex presidente en su declaración ante el juez de Curitiba, es que el objetivo es construir un museo, que la propuesta fue construir un museo de la memoria democrática, en el que todos los presidentes puedan dejar ahí los obsequios recibidos. Con mucha lógica Lula planteó que es un problema pensar dónde guardar las cosas si los obsequios que recibe un presidente llenan containers.
Como la ficción se arma a partir de elementos de la realidad, Moro se sirve del hecho de que la constructora OAS pagó por el mantenimiento del acervo presidencial para decir que eso es la prueba de una coima. Por ley la política en Brasil se financió hasta la elección de 2014 por empresas privadas, pero cada deposito en la cuenta del Partido dos Trabalhadores o del Instituto Lula es considerado el pago de una coima y cuando las mismas empresas depositan en el partido de Michel Temer, de Aécio Neves, los medios hablan de donaciones. Los directores de los medios de comunicación parecen no querer escuchar lo que gritan las manifestaciones “Abajo la red Globo, el pueblo no es bobo”.
Por otra parte, Moro despliega la tesis de que OAS, la empresa que mantenía la conservación del archivo de Lula, también habría comprado un edificio para trasladar el Instituto, algo que ya fue desmentido en innumerables cantidades de veces pero tanto Moro como el Ministerio Público siguen sosteniendo esa tesis sin una prueba que puedan mostrar.
¿Cómo entra OAS en todo esto? Porque la causa contra Lula es que habría comprado un departamento de la constructura, acusación que se hace sin prueba alguna, simplemente tienen el pago de una cuota de un departamento que estaba siendo construido por una cooperativa bancaria que hizo Dona Mariza, la mujer de Lula, pero dejaron de pagar las cuotas, se desinteresaron en la propiedad, la OAS se hizo cargo de la obra y con eso sostienen que el departamento era de Lula y que también era el pago de una coima.
En medio de esta operación, un juez de Brasilia decidió intervenir por la delación premiada que vio gracias a que la justicia brasilera difunde los videos de las declaraciones, y suspendió las actividades del Instituto por el riesgo de que el funcionamiento del mismo sirva para realizar delitos. El delirante argumento es: en tanto Lula se reunió ahí con procesados y detenidos en la Operación Lava Jato, por lo tanto ese es un lugar para planificar delitos. El juez escribió en su fallo que “en principio esta situación podría dar hasta para pedir la prisión preventiva”, de Lula.
Durante la movilización que se realizó a Curitiba en apoyo al ex presidente, APU tuvo la posibilidad de conversar con Paulo Okamotto, presidente del Instituto, un histórico militante sindical, que acompaña a Lula desde los años ochenta, cuando ambos militaban en el sindicalismo de la región ABC de San Pablo. Okamoto estuvo en la coordinación de las campañas políticas que llevaron a Lula a la presidencia. Tras la sentencia del tribunal de Brasilia y antes de que finalizara la declaración de Lula con Moro conversamos con él.
APU: La justicia decidió suspender las actividades del Instituto Lula
Paulo Okamotto: Es un absurdo, uno es acusado de algo que no sucedió en el Instituto Lula, donde no se cometió ningún tipo de delito, y ellos preventivamente, sin base legal, deciden cerrar el Instituto de una una forma autoritaria, por fuera del Estado de derecho. Ya me metieron preso en la dictadura no imaginé que esto volvería a pasar en Brasil.
APU: ¿Suspenden las actividades del Instituto para atentar contra la capacidad de recursos económicos de Lula de defenderse legalmente?
PO: El Instituto Lula no paga la defensa de Lula, la defensa de Lula la paga él. El Instituto sólo se ocupa de defender su legado, las políticas que llevó acabo, nuestro trabajo con África y América Latina, cuidar la memoria de la democracia. Nuestros gastos sólo hacen a las tareas del Instituto.
APU: Cuando Lula fue a Porto Alegre al acto de apoyo al Polo Naval, en su discurso dijo “yo sé lo que va a pasar conmigo”. ¿Cree que hay riesgo real de que lo metan preso?
PO: No creo, Lula es un líder popular muy importante, reconocida por el trabajo que hizo, dirigente de un partido político muy importante, por lo que creo que condenarlo sin haber cometido un delito crearía una violencia muy importante y muchos demócratas de Brasil no lo van a aceptar, podría ser un problema muy serio para la democracia brasilera.
Si no tienen base legal, no tienen delito, si no tienen pruebas, va a ser muy difícil que la población brasilera, los trabajadores de este país, van a aceptar cualquier cosa que moleste la libertad de Lula.