Nisman: la hipótesis sobre la vinculación con Mosad y el perfil de Uzi Shaia
Por Larry Levy
Cuando Uzi Shaia, el espía del Mosad, aseguró que Alberto Nisman no sólo reportaba a la inteligencia israelí, sino que “era uno de nosotros”, no hizo más que dar crédito a la reiterada sospecha de muchas de las investigaciones periodísticas publicadas sobre la causa AMIA, la labor del fiscal y su relación con servicios extranjeros.
El documental presentado por la periodista Ilana Dayan en el canal 12 de la televisión israelí el pasado 11 de junio, dejó en el aire más preguntas que las pretendidas certezas anunciadas en las promociones que antecedieron a la emisión del programa de TV.
Desde un inicio, la nota —editada como film documental— describe a un enigmático personaje salido de las sombras de un todopoderoso e infalible espionaje israelí, tal como los israelíes ven y perciben a sus servicios de inteligencia. Ante la pregunta de la periodista, Shaia confiesa que su conciencia se quebró tras la muerte de Nisman dando por sentado que el material que le acercó al fiscal argentino pudo ser el motivo de su “asesinato”.
El agente retirado desarrolla a lo largo del video su talento histriónico alimentado por los estereotipos típicos de Hollywood: miradas cansinas hacia horizontes inciertos, gestos compartidos con su entrevistadora y algún monosílabo en clave de complicidad. Toda una puesta actoral con entrada rutilante y evidencias —anunciadas como contundentes— contra la expresidenta de un país distante, bananero e irremediable destino de corrupción.
Las entrevistas de apoyo a la trama central, elegidas con una gran dosis de obscenidad argumental, mostraron en cámara a actuales exfuncionarios del macrismo como Patricia Bullrich; conocidos detractores del gobierno K como el diputado Waldo Wolff —ambos con inocultables vínculos con Israel—; una corta declaración del periodista Marcelo Longobardi cargada de adjetivaciones; y hasta Miguel Ángel Toma, extitular de la inteligencia local durante el corto mandato de presidencial de Eduardo Duhalde.
Pero ¿quién es este israelí que aparece con la conciencia desgarrada cinco años después de la muerte de Nisman? Y una intriga difícil de develar en medio de una pandemia mundial: ¿Con qué objetivo? Sólo cabe analizar la puesta como una operación de albañal emergida de la cochambre de los servicios, propios y ajenos.
La guerra por otros medios
Una rápida recorrida por la prensa israelí (en hebreo) y estadounidense, coloca a Uzi Shaia en el centro de una controversia diplomática que involucró a Israel, Estados Unidos y China.
En abril de 2006, un atentado perpetrado por un suicida de la Yihad Islámica palestina causó la muerte de 11 personas y una decena de heridos en las inmediaciones de la Estación Central de Tel Aviv. Entre los fallecidos se encontró el cuerpo de Daniel Wultz, adolescente estadounidense, hijo de un israelí residente en Nueva York quien resultó herido en la misma explosión. Iediot Ajaronot, el matutino de mayor venta en Israel, publicó meses después del atentado que el Mosad “había descubierto” que esa y otras operaciones llevadas a cabo por el Hamas y la Yihad Islámica se financiaron con fondos girados desde Irán y Siria, y lavados a través del Banco Estatal de China en cuentas radicadas en la localidad de Guangzhou, en el centro de ese país.
Según el Maariv, el segundo periódico en ventas, un grupo de espías israelíes habían localizado varias cuentas a nombre de integrantes de las organizaciones palestinas. Entre los agentes de inteligencia que visitaron China en busca de esas huellas, se encontraba Uzi Shaia el “dolido amigo” de Nisman.
La información despertó el interés del Israel Law Center (ILC - Shurat HaDin en hebreo) una ONG sospechada de “tapadera” de los servicios secretos israelíes y financiada por organizaciones de colonos judíos de los territorios palestinos de Judea y Samaria. La entidad está presidida por Nitsana Darshan-Leitner, abogada israelí nacida en Irán —graduada en la universidad religiosa nacionalista Bar Ilan— y calificada como una fanática militante de la derecha israelí.
Según los Wikileaks, la embajada estadounidense en Tel Aviv consignó que uno de los objetivos declarados del Israel Law Center es llevar a la bancarrota a la Yihad, al Hamas y otras organizaciones islamistas en general, y a la Autoridad Palestina en particular, a la que considera cómplice en los ataques contra ciudadanos israelíes. El mismo ILC afirma trabajar en relación estrecha con la inteligencia israelí en la selección de casos y la recopilación de pruebas. En su página de internet la ONG se presenta como organización de derechos humanos, defensora de víctimas de atentados terroristas y protectora de soldados israelíes, además de enunciar una declarada actividad islamofóbica.
A instancias de la ONG, y con la venia explícita del gobierno de Netanyahu, en 2012 los padres de Daniel Wultz iniciaron —en una corte estadounidense— una demanda contra Siria e Irán acusados de financiar a la Yihad y a Hamas. Además, presentaron otra acción judicial contra el Banco Estatal de China por permitir el flujo y lavado de fondos de organizaciones terroristas.
Anunciado con fanfarreas, Uzi Shaia sería el agente testigo de la demanda contra el banco chino. “Sólo después de comenzada la acción legal en Estados Unidos contra el Banco de China los fondos dejaron de fluir por esa institución financiera”, declaró a la prensa el victorioso y petulante agente de inteligencia.
Sin embargo, Shaia nunca llegaría a pisar la corte estadounidense. Las presiones de China y los intereses económicos del gobierno israelí hicieron que Netanyahu le prohibiera al espía presentarse a declarar en el juicio, a pesar de su promesa a la familia Wultz.
En mayo de 2013 una comitiva china de alto rango viajó a Jerusalén para ultimar los detalles de la visita del Primer Ministro israelí a Beijing y a la vez presionar al mismo Netanyahu para que prohíba a su agente declarar en la causa.
El mandatario israelí viajó finalmente a China reabriendo un fluido intercambio comercial y abandonó definitivamente el capítulo de la demanda contra Hamas y la Yihad Islámica.
Sin embargo, para los analistas políticos, lo que definitivamente convenció al mandatario israelí de bloquear la participación de Shaia en los tribunales norteamericanos fueron los negocios del mentor y principal apoyo financiero de su carrera política, el millonario norteamericano de las apuestas Sheldon Adelson, quien mantiene una estrecha relación con la banca china. La prensa israelí — entre ellos el diario económico Globes de Tel Aviv— señala que el Banco de China es el principal agente financiero con el que opera el negocio de apuestas del magnate en Macao. Las mismas fuentes aseguran que en 2011, el banco gestionó el salvataje de un voluminoso paquete de bonos en el que se rescataron más de tres mil millones de dólares para Sands China, una compañía propiedad de Adelson.
A propósito de Adelson, (socio del buitre Paul Singer) hay que recordar que es el propietario del diario israelí de distribución gratuita Israel HaYom (Israel Hoy), principal apoyo de prensa de Netanyahu. De la cuenta bancaria de esa publicación fueron girados fondos a una cuenta radicada en un banco israelí en la sucursal de Colonia, Uruguay cuyo titular era Alberto Nisman. El fiscal habría recibido en esa cuenta 280 mil dólares entre 2010 y 2014, según revelaciones de Página 12.
Pero el agente todoterreno Uzi Shaia no parece un tipo que pueda convivir con la tranquilidad de una jubilación. Su nombre reaparece en escena en una nota periodística en 2016 en la publicación The New Yorker (TNY). Esta vez como integrante de Psy Group una empresa (¿otra tapadera?) “privada” de inteligencia israelí con sede en California y una central en Tel Aviv aunque sin carteles a la calle, ni puertas identificables.
Esta vez, el agente del espionaje levantino declaró al TNY como experto en análisis de masas y comunicación. "Las redes sociales te permiten llegar a prácticamente cualquier persona y jugar con sus mentes", sentenció Uzi Shaia, presentado como exoficial de inteligencia israelí.
"Puedes hacer lo que quieras. Puedes ser quien quieras. Es un lugar donde se libran guerras, se ganan elecciones y se promueve el terror. No hay regulaciones Es una tierra de nadie", declaró sin pudor, a comienzos de 2019, a los reporteros Adam Entous y Ronan Farrow.
La nota de The New Yorker sugiere que Psy-Group se diferenció de muchos de sus rivales porque no sólo priorizó la inteligencia, sino que se especializó en difundir mensajes encubiertos para influir en las creencias y convicciones de la gente y dirigir su comportamiento, un eufemismo que, en una segunda lectura permite deducir un intenso trabajo en las redes con fakes-news, chantaje encubierto y difamación. Algo que aquí conocimos a través del affaire que involucró a Facebook-Cambrige Analitics y puesto en evidencia con los ejércitos de trolls.
La crónica periodística asegura que el Psy-Group organizó en Nueva York una campaña —patrocinada por donantes millonarios judíos locales— para contrarrestar la actividad en las universidades estadounidenses de quienes apoyan el BDS, el movimiento internacional de boicot, desinversión y sanciones para presionar a Israel en el conflicto con los palestinos. Coincidentemente, el Israel Law Center también se declara enemigo íntimo del activismo del BDS, sobre todo en el ámbito europeo. El Psy-Group y el Israel Law Center tienen varios personajes en común, entre ellos Uzi Shaia y la sospecha de ser organizaciones de “superficie” o “tapaderas” de los servicios israelíes.
Shaia y sus amigos del Psy-Group cayeron en desgracia cuando el FBI comenzó a investigar la actividad de la empresa bajo la sospecha de haber estado vinculada a una virtual intromisión de Rusia en la elección que finalmente ungió a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.
Nisman, uno de nosotros
Uzi Shaia fue miembro del Shin Bet, el servicio de seguridad interno de Israel que también tiene a cargo la estructura y logística de la custodia de sus embajadas en el mundo. De acuerdo a lo que declara en el reportaje-documental frente a la periodista israelí, él era responsable de la supervisión de varias legaciones diplomáticas en Sudamérica y el asesoramiento a instituciones de las colectividades judías locales.
Después del atentado a la AMIA, y sin precisar fechas, Shaia fue reclutado por el Mosad y se integró a una unidad super secreta cuyo objetivo es develar la ruta del dinero que financia el terrorismo. “No hay terror sin dinero”, dice frente a la cámara.
En medio de sus viajes por el mundo, en el 2000, Shaia vuelve a la Argentina y, según relata, logra establecer una relación cercana con Alberto Nisman, a quien ya conocía. Pero ahora, en calidad de agente del Mosad, su objetivo era captar al fiscal para las filas del servicio de inteligencia de su país.
Aunque no se refiere específicamente a Nisman, el mismo Shaia cuenta, en los primeros minutos del programa, el método de enrolamiento y presión sobre el “objetivo” extranjero. “Conocer sus puntos débiles para manipularlo (…) todos manipulamos a la gente”, sentencia el espía en clave de sólido catedrático del espionaje.
La “investigación” de Ilana Dayan, la periodista israelí nacida en nuestro país, expone en el documental un sesgo decididamente alineado con el discurso oficial israelí y el de sus aliados locales. Dayan omitió las voces disonantes de quienes, al menos en lo periodístico, investigaron el caso con mayor profundidad y seriedad o de quienes tuvieron una forzada cercanía con Alberto Nisman.
Es imposible creer que Uzi Shaia haya entregado al fiscal argentino la única copia de la documentación que, según él, relacionan a Cristina Fernández de Kirchner con dinero de soborno iraní. Sobre todo, teniendo en cuenta que nada de eso aparece en la denuncia de Nisman contra CFK.
A 26 años del atentado a la AMIA quedan en el olvido los 85 muertos y las preguntas iniciales de cualquier investigación. ¿Por qué Buenos Aires? ¿Por qué la embajada de Israel y la AMIA (o la DAIA)? ¿Irán? ¿Siria? ¿Otros? Sólo operaciones políticas, de inteligencia e intereses geopolíticos que cambiaron los interrogantes, plantaron evidencias falsas y le dieron tiempo a la verdad para que se escapara de nuestra vista.
El secreto “tan valioso” del espía israelí, que aparece cinco años después de la muerte de Nisman, es una más de las tantas “operetas” que se realizaron en torno al atentado y a la muerte del fiscal. Aunque podría decirse que el aporte más cercano a la realidad de la nota-documental es la frase que el espía israelí mejor actúa frente a cámara… “Nisman era uno de nosotros”.