Refugiados sirios: "Con abrirles la puerta no basta"
Por Enzo Completa *
Desde Mendoza
La guerra que mantiene Siria con el Estado Islámico desde el año 2011 ya se ha cobrado miles de vidas como consecuencia no sólo del enfrentamiento armado, sino también de la desesperada huída de más de 13 millones de personas hacia las fronteras y costas europeas, muchos de ellos usando precarias embarcaciones. Pero no sólo en Europa buscan asilo los sirios. De manera reciente muchos de ellos llegaron a Argentina y otros países de la región, aunque bajo condiciones completamente distintas a las que suele verse por estos días en los reportes televisivos del mundo.
La provincia de Mendoza fue uno de los destinos elegidos por los migrantes, quizá por la semejanza de los paisajes áridos del oeste argentino con Oriente medio y por la fuerte presencia de la comunidad siria-libanesa luego de las oleadas migratorias producidas durante el siglo XX. De acuerdo a datos aportados hace algunos meses por Mauricio Spitalieri, delegado de la Dirección Nacional de Migraciones en Mendoza, a fines del año pasado residían en la provincia unas 40 personas de nacionalidad siria en condición de refugiados de guerra. Para el secretario del Centro Islámico Árabe de Mendoza, Osman Amores, esta información es inexacta. A su entender no hay refugiados en Mendoza ya que todos los sirios que llegaron a la provincia lo hicieron con un visado especial tramitado ante la embajada argentina en Damasco o en algún otro país cercano (principalmente El Líbano, Egipto o Jordania).
Por su parte, el presidente del Club Sirio de Mendoza, Julio Alejandro Neme, señala que el número de sirios que llegaron a la provincia asciende a cien, ninguno de los cuales puede ser considerado un refugiado ya que contaban con los recursos económicos suficientes para afrontar los costos del viaje y con familiares en la provincia que les brindaron alojamiento.
¿Qué sirios pueden ingresar?
Hay que recordar que el gobierno nacional aprobó en octubre del año 2014 el Programa Especial de Visado Humanitario para Extranjeros Afectados por el Conflicto de la República Árabe Siria. Según este programa, no todos los sirios pueden ingresar a la Argentina, sino sólo aquellos que posean un familiar en el país hasta en cuarto grado de parentesco, quien debe iniciar las gestiones correspondientes para que se permita el ingreso de su familiar.
En la mayoría de los casos, sin embargo, los sirios que ingresaron al país lo hicieron en calidad de turistas, con una visa temporaria de 90 días, presentándose luego a Migraciones para tramitar la situación de refugiado ante el Ministerio del Interior, organismo que puede otorgarles la radicación temporaria con el fin de habilitarlos para trabajar de manera registrada. Si el migrante recibe una visa de refugiado, se le permite residir en el país por dos años y trabajar de manera legal, plazo que puede extenderse por dos años más e incluso de manera permanente, si es que el refugiado no comete ningún delito y consigue trabajo.
¿Qué hacen en Mendoza?
Dada la lejanía de Argentina, ninguno de los migrantes sirios llegó nuestras costas en una de las miles de barcas precarias y abarrotadas que zarpan diariamente desde las llanuras costeras de Siria. Vinieron en aviones y en su mayoría se quedaron a residir en Buenos Aires, en donde se abocaron a la difícil tarea de vencer la barrera idiomática y de construirse un porvenir en los rubros de gastronomía y venta de ropa.
En cuanto a los que siguieron su camino hasta Mendoza, su suerte fue distinta. Si bien fueron muy bien recibidos, ninguno de ellos logró asentarse de manera definitiva. De hecho, según trascendió recientemente, todos los sirios que llegaron a Mendoza ya abandonaron la provincia debido a las diferencias culturales existentes y a la falta de trabajo. Los pocos que aún permanecen en el país residen actualmente en Buenos Aires o en el norte argentino, mientras que el resto decidió viajar a Arabia Saudita, Turquía o El Líbano, e incluso, arriesgarse a regresar a su patria, aún asolada por la guerra civil. Principio del formulario
De acuerdo a Franco Salahauddin Ferro, portavoz del Centro Sufi Naqshbandi de Godoy Cruz, muchos de los migrantes que regresaron a su país eran estudiantes o incluso profesionales que habían llegado con visas desde Qatar u otra nación árabe, quienes debieron buscar nuevos horizontes dada la imposibilidad de insertarse en el mercado laboral mendocino. Además, para los sirios musulmanes la idiosincrasia argentina chocó contra su distribución temporal diaria. “En Siria el concepto de familia es más amplio y se cultiva con relaciones diarias que acá se han perdido con la rutina”, manifiesta Youdat Brahim, periodista y director del Diario Sirio Libanés de Argentina, quien explica que “ellos vienen de un esquema donde el trabajo, la familia y la socialización tienen una hora asignada del día, que acá no pueden realizar porque se trabaja desde las 8 hasta las 19”.
Mendoza cuenta con una importante comunidad sirio-libanesa, la cual se encuentra vinculada con numerosas asociaciones interesadas en acompañar el proceso de recepción, acogida e integración de los beneficiarios del Programa Especial implementado por el gobierno nacional. Dicho programa, sin embargo, no contempla acciones para garantizar que los migrantes puedan desarrollarse en el plano educativo o laboral con plenitud. Una situación que parece no haber sido advertida por la nueva canciller argentina, Susana Malcorra, quien el pasado 30 de marzo anunció la ampliación del programa para seguir recibiendo refugiados sirios en una reunión de Naciones Unidas realizada en Ginebra e inaugurada por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi. En la oportunidad, sólo se anunció que seguiríamos recibiendo refugiados, sin hacer mención a la p*recaria situación de los migrantes que ya llegaron y a los que decidieron regresar a una zona de guerra debido a la imposibilidad de obtener un trabajo que dignifique sus vidas en un contexto de creciente inflación, despidos masivos y retracción de la actividad económica nacional.
Lejos de la creciente islamofobia que expulsa a los sirios de Europa tras los recientes atentados en París o Bruselas o de la negativa a tramitarles permisos de trabajo por parte de varios países del Viejo Mundo, en el sur del Nuevo Mundo les abrimos las puertas y los dejemos entrar sin demora, aunque luego los dejemos abandonados a su triste destino.
*Doctor en Ciencias Políticas. Profesor de la Universidad Nacional de Cuyo.