Si Ucrania cumple, Europa se queda sin gas
Por Maximiliano Lionel Van Hauvart Duart
La sumatoria de sucesos que ha padecido Ucrania durante casi un año no tiene fin, y parecen no terminar. Ucrania sale “solo” como bebé que evita agarrarse de la silla para no caerse. Estos “primeros pasos independientes” le pueden costar nuevas enemistades en el viejo continente, o sea, pegarse bien fuerte contra el piso.
Dos experiencias de modelos económicos y tutelaje exterior, son la confluencia de un país que trata de tomar las riendas “por sí solo”.
El tutelaje rojo
La Ucrania soviética vivió más penurias que alegrías. Forjada por 1,5 millones de muertos en la guerra que los bolcheviques tomaron el poder, la historia le deparaba más cifras de decesos de civiles y jóvenes que avances significativos. Los procesos de colectivización de los medios de producción, la destrucción del sistema agrario tradicional y las altas cuotas impuestas por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, dio vida al Holodomor, el holocausto ucraniano – según en el año 2008 lo estableció las Naciones Unidas – por la insuficiencia de políticas de la U.R.S.S que llevaron a la muerte de un total de 7 millones de ucranianos entre 1932 y 1933.
Las políticas promovidas durante la década de 1920, entre ellas: mejoras en los sistemas públicos, educación, salud, investigación científica, industrialización y derechos para la mujer, etc. fueron suprimidas por Stalin con su llegada al sillón rojo del Kremlin como líder del Partido Comunista y la nueva “cara” del comunismo soviético.
La situación no termina ahí. La represión política llevada adelante, en su mayoría, por el stalinismo dejó un saldo estimado de 681.692 muertos. Libros de historia mencionan que tres cuartas partes de ese total, eran altos miembros del Ejército Rojo.
Con la llegada del nazismo y la ocupación de Ucrania en 1941, la situación no iba para mejores. Ucrania le costó al Frente Oriental de Hitler el 93% de las bajas sufridas durante la campaña. Un total de 1,4 millones de ucranianos perdieron su vida durante la Segunda Guerra Mundial y un colapso total de la infraestructura del país.
Muchos años después de la reconstrucción de la infraestructura, la creación de centro tecnológicos de investigación y una mejoría notable en la vida de los ucranianos, vino Chernobyl. Un desperfecto en la central nuclear destruyó el suelo y sus nutrientes para futuras cosechas. Condenó a generaciones de niños y niñas al cáncer, enfermedades incurables y malformaciones en los recién nacidos. La zona que rodea a la ciudad podrá ser habitable dentro de 10.000 años.
La Revolución Roja, el Holodomor, la represión política, la Segunda Guerra Mundial y Chernobyl le costó al pueblo ucraniano un total de 10.590.000 muertes. Una cifra que no se olvidará jamás.
El tutelaje de la UE
El inicio de este nuevo tutelaje fue marcado, a diferencia del tutelaje rojo, por toda la restructuración del sistema político, administrativo y económico del país.
En 1991, dos sucesos marcaron a Ucrania. Uno de ellos fue la Declaración de Independencia, el 24 de agosto. Y el 1 de diciembre, el llamado a las primeras elecciones presidenciales sin la presencia del Partido Comunista y el posicionamiento de Leonid Kravchuk como jefe del Poder Ejecutivo.
El espacio vacío que había dejado el Estado soviético fue ocupado por mafias que empezaron a tomar mayor y más presencia en la vida cotidiana de la gente: prostitución, mercado negro, tráfico de drogas y alcohol, venta de armas ilegales, etc. Hoy en día, su injerencia en la política nacional está fuertemente arraigada. Las políticas neoliberales de la época dejaron a una generación de jóvenes en situación de calle sin posibilidades de estudio o salidas laboral por las recesiones económicas y la liberalización de las fuerzas productivas nacionales.
En casi ocho años desde que Ucrania gozaba su independencia, la inflación trepó a seis dígitos. El 64% del PBI de Ucrania se había desplomado de un día para el otro.
Desde el año 2000 hasta la actualidad, el crecimiento económico es del 7% anual en actividades vinculadas a la industria y a las tarifas de impuestos para dejar pasar el gas de Rusia.
Gran partes de las críticas en casi dos décadas de tutelaje, que llevaron a Yanukóvich a tomar distanciamiento de la UE, fueron las miles de promesas que la Unión Europea prometía cumplir con tal de tener el favor de Ucrania y su voto en las sesiones del Parlamento supraestatal.
El gas ruso, ese vendito gas
El conflicto del gas entre Ucrania y Rusia va a cumplir casi una década el año entrante.
Gazprom, que saltó a la fama con la presencia de activistas de Greenpeace en un intento por parar las maquinarias de extracción, es el mayor extractor de gas natural en el mundo fundada en 1989. Las cifras del gigante ruso son imponentes. Sus ingresos rondan los 175.000 millones de dólares y un beneficio neto de 42.000 millones de dólares. Una empresa con casi medio millón de empleados.
El gobierno de Ucrania ha informado a los medios que presentará una serie de proyectos que prohíban el paso de combustible ruso a través del territorio nacional. Los agravios internacionales hacia Ucrania no tardaron en hacerse presentes. La medida, que podría llevarse adelante, implica una pérdida diaria de 7.000 millones de dólares y que el 40% del gas que consume Europa no aparezca casi cuatro meses antes de la llegada del invierno. No solo los hogares de miles de millones de europeos se verán afectados. Las industrias pesadas y automotrices, a menos que cuenten con reservas de gas, enfrentaran un cese de actividades que llegaría a culminar con una masiva política de despidos en el sector industrial y caídas en los PBI de veinte países. El efecto dominó se sentiría tanto en Estados Unidos como en América Latina. Las economías europeas podrían llegar a paralizarse y provocar crisis internas. Solamente por Ucrania pasan 180 millones de metros cúbicos diarios de gas con destino a Europa.
Si algo le faltaba a Europa, que desde hace dos años, enfrenta crisis económicas, era esto. Rusia, previendo estas sanciones, las podríamos relacionar de manera directa con su gira histórica en suelo latinoamericano con el fin de afianzar las relaciones bilaterales, firmar acuerdos de cooperación y compra y venta de materias primas y productos manufacturados. La jugada de Putin, en caso de salir de manera positiva, se estaría quedando con los insumos que América Latina le provee (sustituyendo, claramente, los productos de la Unión Europea), con el gas de casi media Europa y un posicionamiento en la escena internacional que le dispute el lugar Obama, quien no ha salido a dar declaraciones sobre el tema.
La guerra civil en Ucrania complica la situación aún más. De las diez “llaves” de gas que se encuentran en territorio ucraniano, ocho se encuentran en territorio de las fuerzas prorusas.
En estas medidas sin tutelaje alguno, Ucrania quiere poner a prueba quienes son sus verdaderos aliados y quienes sus manipuladores en el escenario y la política internacional. Una simple amenaza, no solo demuestra ingenuidad política, sino pone en juego lo importante que será el rol de Ucrania en los próximos años que vienen.