Simplemente, El Pepe

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    Axel, Cuervo, Bianco, Mujica

Simplemente, El Pepe

18 Mayo 2025

En la historia del Uruguay siempre hubo un “Pepe”

Desde aquel “Pepe” Artigas, protector de los pueblos libres que desde una Banda Oriental del Uruguay que ni se pensaba país independiente allá por 1815 dio el primer grito de independencia en lo que luego sería Argentina, hasta el gran “Pepe” Batlle y Ordoñez que hizo realidad, desde el sur del sur y a principios del siglo XX, una experiencia luego llamada socialdemócrata y que era en Occidente, lo más avanzado en cuanto a derechos consagrados , pasando por grandes futbolistas que dotaron de gloria a la celeste como el “Pepe” Schiaffino, notable conductor de la gesta del Maracanazo, o aquel “Pepe” Sasía campeón de América y del Mundo en el glorioso Peñarol de 1961 y también por grandes artistas populares como el “Pepe” Guerra, mítico integrante de Los Olimareños, el dúo icónico del canto popular uruguayo que popularizó, entre otros, el ya oficialmente reconocido como himno popular “A don José” en homenaje al “Pepe” Artigas, a este gran ”Pepe” Mujica que ha logrado por sus cualidades trascender y desde allí hacer conocer a ese país enclavado entre dos gigantes regionales. 

Todos fueron “Pepes”, pero al único al que el pueblo oriental y desde allí el mundo entero simplemente decidió llamarlo así sólo, PEPE, es él, “EL PEPE”. 

Que a un dirigente político un pueblo le regale el reconocimiento de la familiaridad no es común (nada más alejado de esto esa supuesta cercanía de llamarlos por el nombre como estrategia) y eso le hace trascender fronteras y al tiempo. Lo convierte en universal y eterno, como Evita, como el Che.

 

Pepe fue un ser único, un dirigente político de excepción y un sabio

Combinó notablemente la capacidad de representación de las expectativas y demandas de una sociedad compleja desde las particularidades del reconocimiento de las necesidades de los más humildes, con una sed de conocimiento que le permitía tener la cabeza abierta, los oídos atentos y los ojos activos a las novedades del tiempo que le tocó vivir pensando en el que vendrá, más un pragmatismo para actuar adecuándose a los contextos, nacido quizá como reacción a las condiciones inhumanas de detención que sufrió durante su cautiverio como rehén de la dictadura uruguaya, lo que rompía con el dogmatismo de las duras orejeras ideológicas de la izquierda clásica, junto a una capacidad de comunicación simplemente fantástica que lograba sintetizar grandes ideas y hacer entender ideas complejas, en frases sencillas, pero contundentes, en el idioma real del pueblo trabajador que era el suyo propio (no de forma impostada para las redes sociales).

Pepe es el último dirigente político que fue un filósofo popular, que hizo política pensando en que el pueblo viva mejor y feliz en un contexto de armonía con su tierra. Fue el último maestro, cultor del “alpargatas sí y libros también”, con las uñas sucias de trabajar la tierra y la sabiduría de la conversación parroquial, nacida de apoyar el codo en un mostrador con olor a estaño. Sus discursos no inflamaban los espíritus con frases cortas estudiadas para la emoción directa, sino que eran escuchados con atención, con un silencio conmovedor que sólo generan aquellos a los que se quiere escuchar.

Pepe fue un militante toda su vida y en toda circunstancia y pregonó con el ejemplo de su coherencia su práctica política. Por eso sus palabras son y serán lecciones de vida constructoras de un vivir más simple y armónico y serán justamente sus palabras las que serán citadas cuando se quiera mostrar la coherencia del decir y el ser. 

Se ganó un mote de presidente pobre cuando en realidad asociaba la tenencia de cosas innecesarias con la esclavitud y defendía la verdadera libertad de disponer del tiempo para hacer lo que se quiere hacer. “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”. “Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada”

En una crítica ácida al consumismo señalaba que “ocupamos el templo con el dios Mercado, él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas de tarjeta la apariencia de felicidad” ya que “cuando compras algo, no lo pagás con dinero, lo pagas con el tiempo de tu vida que usaste para ganarlo”, “vivir para pagar cuota, eso no es vivir”.

Claro que entonces alguien malintencionado diría que quería que la gente tuviese carencias incluso materiales: Nada más alejado de la realidad, ya que el decía “Quiero el progreso material, pero quiero, antes que nada, el amor a la vida, porque el crecimiento económico no puede ser una finalidad, tiene que ser un medio.”

Es que para él (como para Perón) la clave está en la felicidad, “El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos.” Y entonces proponía recordar algo que en estos tiempos de egoísmos y crueldades parece que olvidamos “Entender lo elemental, lo más simple: para ser felices necesitamos la vida de los otros. Los individuos solos no somos nada, los individuos dependemos de la sociedad, y la marcha de la sociedad es lo que nos permite enriquecer y mejorar permanentemente nuestra vida”.

Y para ello hay que hacer política, porque “la política es la lucha por la felicidad de todos”, y reivindicaba a la política y a los políticos desde los valores, “La política no debe ser una profesión de la cual se vive, debe ser una pasión creadora para la cual se vive” y advertía que “los políticos tenemos que vivir como vive la mayoría y no como vive la minoría” y que “a los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política. Son un peligro”. 

Y siempre mirando para adelante, con la utopía como horizonte, como guía para caminar sabiendo que: “Lo imposible cuesta un poco más y derrotados son solo aquellos que bajan los brazos y se entregan. La vida te puede dar mil tropezones en todos los órdenes: en el amor, en el trabajo, en la aventura de lo que estás pensando, en los sueños que pensás concretar. Pero una y mil veces estás hecho con fuerzas para volverte a levantar y volver a empezar, porque lo importante es el camino. No hay una meta, no hay un Arco de Triunfo, no hay un Paraíso que nos recibe, no hay odaliscas que te van a recibir porque moriste en la guerra, no. La quedaste y punto. Lo que hay es otra cosa, es la hermosura de vivir al tope, de querer la vida en cualquier circunstancia y luchar por ella, e intentar transmitirla. Porque la vida no es sólo recibir, es antes que nada dar algo de lo que tenemos y por jodido que estés siempre tenés algo para darle a los demás”.

Y mirá, si dejaste algo para los demás, Pepe, que tu barra sigue creciendo  y ellos, los que impulsaste a que continúen tu legado, efectivamente ahora gobiernan tu Uruguay y hoy tu pueblo te despide en la explanada del Palacio Legislativo cantando a capella A don José,  mientras tu nombre se convierte en una bandera de los que luchan por un mundo mejor  y serás leyenda entre los grandes de la historia mundial.