Ucrania: la guerra que nunca debió comenzar
Por Carlos Iaquinandi Castro (*) | Foto: Prensa Latina
“O el mundo se organiza sobre bases
de justicia y dignidad humanas,
donde no caben los mercaderes,
o no se organiza de ninguna manera”.
León Felipe
El conflicto bélico que afronta Europa no era inevitable.
Había múltiples señales que advertían el riesgo. Recordemos que a partir del derrumbe de la URSS (1991) hubo una serie de acciones del llamado “mundo occidental” para “ahogar” las fronteras rusas.
Este proceso se profundizó a partir de 2014, cuando una revuelta en Ucrania alentada por Estados Unidos determinó un cambio de gobierno, rompiendo el equilibrio entre dos identidades nacionales que hasta entonces habían convivido. Controló el poder el nacionalismo ucraniano dominante en la parte occidental.
A partir de allí se sucedieron los conflictos. Uno de ellos, en la región del Dombás, dejó 14.000 víctimas. El diario alemán Bild consignó que Academi, una empresa militar privada norteamericana, formó mercenarios para respaldar al nuevo gobierno en Kiev. La población de Crimea, de mayoría rusófila, tras un cuestionado referéndum, decidió integrarse en Rusia.
Estos y otros muchos acontecimientos fueron acumulando tensión. Así hemos llegado a esta encrucijada donde los gobiernos europeos han ignorado todas las señales de lo que podía suceder.
Pero hagamos un poco de historia
En 1958 y 1959, Estados Unidos colocó en Turquía e Italia ojivas nucleares con capacidad de llegar a la entonces URSS.
Cuando la Revolución Cubana derrocó a la tiranía de Batista, Estados Unidos inició un bloqueo económico y alentó incursiones armadas contra el nuevo gobierno.
En 1962, la URSS decidió entregar a Cuba misiles de alcance intermedio que teóricamente podían llegar a territorio norteamericano.
En aquel momento se estuvo al borde de una guerra. Pero finalmente se negoció la situación y los barcos rusos volvieron a sus puertos.
Ahora se daba la situación inversa, Rusia pasaba a tener fronteras con países que potencialmente podían atacarle. Y en diciembre pasado advirtió que no toleraría esa situación y que respondería militarmente. Europa, impasible.
Nuevo diseño geopolítico de influencias
En realidad, estamos atravesando una redistribución de áreas de influencia en el ámbito geopolítico del mundo. China, y en un segundo plano India e Irán, aparecen en el tablero donde se definen las nuevas hegemonías.
Pero Estados Unidos, a través de la OTAN (un acuerdo militar diseñado para otras circunstancias), sigue asumiendo un protagonismo de control sobre otras áreas geográficas, lejanas de su propio entorno.
En definitiva, es la fuerza militar que defiende no solo los intereses de los Estados Unidos, sino los del sistema económico capitalista en el mundo.
Un sistema generador de injusticia y desigualdad
Ya en 2019, en la entrevista concedida al periodista Jordi Evole, el papa Francisco admitía que “el sistema económico que domina el mundo, el capitalismo, es el que provoca esta pobreza existente”.
Añadía que “cada vez hay menos ricos con mucha plata y cada vez hay más pobres con muy poca”. En la misma entrevista, el Papa apunta: “esto crea guerras por la posesión de las riquezas”. Y anticipa -esto en 2019- “que estamos en una tercera guerra mundial a pedacitos”.
“En esta guerra todos tienen parte de responsabilidad”
Rafael Poch-de-Feliu, 35 años corresponsal internacional en Eurasia, nos dice que “en esta guerra no hay parte inocente”, aunque “Rusia se lleva la máxima condena por haber desencadenado la invasión en febrero”.
Pero añade algo muy importante: que “se silencian por completo los antecedentes: más de 25 años ignorando los intereses de seguridad de Rusia y construyendo un esquema de seguridad europeo sin Rusia y contra Rusia”.
Esta falta de información y de análisis, lógicamente, forma opinión.
Pero lamentablemente una opinión que no contempla el interés de los europeos, ni de los Pueblos, sino el de una potencia que sigue aspirando a ser hegemónica en el nuevo reparto de influencias mundial, Estados Unidos.
O sea, el único país que ha utilizado armas nucleares y que arrasó dos poblaciones civiles indefensas. Un estado que impulsó dictaduras sangrientas en Latinoamérica y diversas regiones del planeta, y que apoya la ocupación de los territorios palestinos. Un país que en las Naciones Unidas, tuvo el rechazo de 184 países por sus sanciones económicas aplicadas a Cuba desde 1964. Solo votaron a favor, el propio representante estadounidense y el de su socio, Israel.
Europa cedió su protagonismo a la OTAN
Fue el propio Joe Biden quien advirtió reiteradamente que Rusia preparaba un avance sobre Ucrania.
Pero Europa, que en definitiva es el territorio que sufriría los efectos de una guerra, dejó pasar la oportunidad de actuar de modo independiente y exigir una negociación de partes.
Cedió su protagonismo a la OTAN, que es una herramienta militar dirigida por Estados Unidos. Y colaboró con el envío de tanques, cañones, y material bélico por millones de dólares.
Este formidable esfuerzo europeo para destruir, podría haber servido para reducir las profundas desigualdades sociales. Pero el efecto será exactamente el contrario.
Está en riesgo la paz mundial
En cuanto a la guerra, es muy probable que Rusia salga debilitada. Vladimir Putin se equivocó, o lo impulsaron a equivocarse. Será difícil que mejore la situación de sus fronteras y gran parte de la población ucraniana aumentará su rechazo tras el conflicto bélico. O sea, todo lo contrario de lo que pretendía.
Para la humanidad, estratégicamente representa un desequilibrio que aumenta los riesgos para la paz.
El historiador Chris Clark recuerda que “en 1914, ningún líder europeo estaba loco, ninguno quería una guerra mundial que matara a veinte millones de personas, pero juntos la iniciaron. Y en el momento del Tratado de Versalles ninguno de ellos quería otra guerra mundial que mataría a sesenta millones de personas, pero todos juntos armaron la máquina infernal que nos llevaría a ella de todos modos.”
El gobierno español abdica de sus principios
En un momento tan crítico de la tensión internacional, España asume ser la sede de una reunión de la OTAN.
Su gobierno socialista ofrece Madrid para el diseño de las nuevas políticas. Mientras, la industria armamentística se prepara para incrementar aún más sus ganancias.
Eso tendrá un coste económico para los pueblos, y provocará heridos, muertos, destrucción de ciudades e infraestructuras y afectará el suministro de energía y alimentos.
La guerra fue, es y será un desastre y un disparate humano. No aprendemos. Ya en su primera encíclica, en 2015, el papa Francisco urgía a los políticos a “liberarse de los poderes económicos y gobernar a favor de la gente y de la tierra”. Y se preguntaba: “¿para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario? “
Una irrenunciable y activa neutralidad por la paz
Este artículo no pretende ganar simpatía o apoyo para un bando o para otro.
Tenemos que exigir un alto el fuego inmediato, y una negociación para una salida pacífica. Como se hizo en el 62 y en otras muchas oportunidades. Nuestro “bando” es el de nuestros hijos y nuestros nietos. No podemos ser indiferentes.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (Serpal).