Los memoriosos hinchas de Boca
Por Enrique de la Calle
Es conocida la máxima que indica que en el fútbol argentino sólo importa el presente, el último resultado. Esa lógica es defendida explícita o implícitamente desde los sectores más bilardistas hasta supuestos líricos defensores del romanticismo. Si un equipo pierde es porque juega mal y, así las cosas, el Técnico debería pensar en cambios o en su retirada. Parafraseando: los hay ortodoxos y los hay heterodoxos, pero resultadistas, en el fútbol argentino, son todos.
Los hinchas xeneizes están porfiados en ser una pequeña excepción a esa regla. Se empecinan (nos empecinamos: el cronista se hace eco de la moda de “señalar desde donde se habla”) en marcar que otro camino es posible: de allí su defensa cerrada de Carlos Bianchi y Juan Riquelme, a pesar de los magros resultados del último tiempo.
Jorge Luis Borges imaginó en “Funes el memorioso” a un hombre capaz de recordarlo todo, hasta los más insignificantes detalles. Para los hinchas de Boca, en cambio, no es necesario tanto esfuerzo. Basta haber vivido un par de años para saber qué significan en las historias del club y en la propia esos dos nombres propios. No todos los hombres son lo mismo, concluyen los bosteros.
El caso de Bianchi, tal vez, sorprenda aún más. A pesar de las campañas irregulares se mantiene firme en su cargo; los hinchas llenan la cancha en cada oportunidad para ratificarle el apoyo, por si hiciera falta (“de la mano de Carlos Bianchi”, se empecinan los memoriosos). Tiene contrato por tres años y nadie duda en que debe cumplirlo. Es más: todos creen (mos) que la mala racha terminará y finalmente aflorará el Boca que todos recuerdan, el de las vueltas olímpicas, las alegrías y los puños triunfadores del pelado DT bien en alto.
La insistencia de los xeneizes expone gratitud y al mismo tiempo es defensiva. Porque los hinchas saben que el fracaso de Bianchi será una mancha en la estampita; es el héroe mostrando que es vulnerable, que puede ganar o perder como cualquiera. Riquelme lo sabía bien cuando proponía que el entrenador no volviese nunca más al club. Para que nada empañara el mítico pasado.
Se habló de recuerdos y detalles. El autor no puede olvidar una de las tantas jornadas victoriosas “junto” al Virrey. La noche en la Bombonera se ponía cada vez más oscura. El local debía hacer por lo menos un gol para igualar la serie contra River, por la Copa Libertadores, nada menos. Pasaron ya 14 años. Sentado en el entretiempo junto a sus dos hermanos, todavía recuerda las palabras de otro hincha que, enojado, insultaba a los jugadores por haber “arreglado” la derrota contra los históricos rivales. Un rato después, consumado el 3 a 0 inolvidable, ese muchacho se fundió en un emotivo abrazo con el cronista al grito de “viste que te dije que pasábamos”. Los memoriosos no olvidamos.