“No pagaría un peso para ver un equipo del Cholo Simeone”
Por Lautaro Tarsia - ETER
Con su pelo canoso y largo, con un estilo parecido al Doc en “Volver al Futuro”, y sus gafas infaltables, aclara que “no pagaría un peso para ver un equipo del Cholo Simeone, y eso que soy muy amigo”. Lo mismo puntualiza con Mascherano. Si jugaran once jugadores como el ex River, él no iría a la cancha. “Aunque gane todos los partidos”, remarca. Gesticula con sus brazos, y de vez en cuando, en medio de sus oraciones largas y complejas, se toca la nariz. No le teme a nada: “Humberto Grondona me parece un desastre. Si no fuera porque es Grondona, no podría ni pasar cerca del predio de Ezeiza”.
Recuerda sus épocas con Maradona, y mira a la nada, como si estuviese en el lugar que presenció hace 30 años. Recrimina la mano de Diego ante los ingleses. Y no le interesa en lo más mínimo que haya sido luego de la Guerra de Malvinas. No le gusta ganar por cualquier medio. El cómo es más importante que el fin. No acepta la trampa. “Bilardo la propone, la incentiva, como por ejemplo lo de Branco”, expresa con total disconformidad. Le cambia la voz cuando se acuerda de algunos hechos que ensuciaron el fútbol. Parece indignado, como si le hubiesen robado algo.
Para Signorini, “el fútbol es arte”. No le interesa mirar a un equipo que gane todo si no lo hace de manera atrapante. Por ese motivo, hoy ve poco fútbol. Además de entrenar a Maradona, tuvo bajo sus órdenes a Lionel Messi, en el Mundial 2010. El Profe cree haberlo visto todo en este deporte. Pero levanta el tono y habla con tranquilidad si se refiere a Menotti. Con el ex entrenador comparte una valoración inmensa por la ética. También por la cultura. “El Flaco no aceptaría la trampa en ninguna de sus formas”. Trabajó con él en Independiente, Rosario Central, Sampdoria y Tecos de Guadalajara. Se ve reflejado en la forma de disfrutar el fútbol.
Su perspectiva del fútbol se ve plasmada en su forma de ver a la sociedad. Y de verse a él mismo. No vive en una casa lujosa, ni tampoco tiene un auto de alta gama. Es feliz con sus recuerdos, con la literatura, con superarse día a día a nivel cultural. Disfruta las charlas con Menotti, Latorre, Valdano y Cappa. “El consumismo está matando a la humanidad”, afirma.
Nada lo hace más feliz que algo espontáneo, creativo. De eso hablaba Dante Panzeri décadas atrás. Lo cita constantemente. Se fascina por una buena jugada. Cuando era preparador físico de Rivadavia de Lincoln gritó un gol del equipo contrario, Matienzo de Alberdi, por la belleza de una volea. Era por la semifinal del Torneo, pero no le importó. Saltó del banco y pegó un grito de gol por la maravillosa jugada. Lo trataron de loco.
También se fastidia si no hay un espectáculo que lo deje satisfecho. “En Nápoli con Diego, a veces me aburría. Si Diego estaba hecho un boludo, me levantaba y me iba a tomar un café”, cuenta.
“La realidad superó, con diferencia abismal, cualquier fantasía que hubiera tenido”, asegura el Profe. A sus 65 años, repasa su trayectoria y no duda en decir que superó todas sus expectativas. Cuando empezó su labor como preparador físico por el año 1973 en el club Rivadavia de Lincoln (donde nació el 7 de diciembre), nunca imaginó que entrenaría al mejor del mundo. O mejor dicho, educaría. Como bien dice su libro “Fútbol llamado a la Rebelión”, entrenar es, ante todo, educar. Ese siempre fue su eje. Así llegó a recorrer el mundo. Conoció a Fidel Castro, gozó de una relación con Eduardo Galeano y estuvo en cuatro Mundiales. “Son cosas que no las esperaba”, explica, y repite que todo se lo debe a Maradona: “Yo soy alto, rubio, y de ojos celestes, pero todo se lo debo a un villero”.