7 de septiembre de 1970: muerte de los Montoneros Ramus y Abal Medina
"La conducción de los Montoneros ante las versiones falsas y contradictorias de la policía, comunica:
1) Por razones del funcionamiento y no previas a una operación, el día 7 del corriente a las 20.05, ingresaron al bar "La Rueda" de W.C. Morris, los compañeros Fernando Abal Medina y Luis Rodeiro, quedando al volante de un Peugeot Carlos G. Ramus. A las 20.15 hs., ingresó al bar otro compañero, quedando un quinto en un Fiat 1500. A las 20.20 hs. arribó al lugar un patrullero de la policía con tres efectivos uniformados y uno de civil, dirigiéndose simultáneamente dos de éstos hacia el Fiat, uno hacia el Peugeot y el de civil hacia el interior del bar. Simultáneamente en el Fiat es palpado de armas un compañero que se encontraba desarmado, en el interior del bar el policía pidió documentos y se le exhibieron chapas policiales procediendo, en consecuencia a retirarse. En ese momento afuera se produjo un tiroteo entre el compañero RAMUS y el policía que lo abordó, tiroteo que luego se generaliza quedando cercados los compañeros que se encontraban dentro del bar.
El compañero Ramus muere dentro del Peugeot. Al salir por la única puerta del bar Abal Medina y otro compañero, cubriendo su salida con sus armas, el primero es muerto a balazos mientras que el segundo una vez roto el cerco policial, tras quedar sin municiones y luego de comprobar que los compañeros Abal Medina y Ramus se encontraban muertos, se retira a pie de la zona sin haber sufrido ninguna herida. En iguales circunstancias se retira el compañero del Fiat que tampoco se encontraba herido. Luego de finalizado el tiroteo el compañero Rodeiro, que no portaba arma, fue detenido por la policía”.
Despedida del padre Carlos Mugica a Fernando Abal Medina y a Carlos Ramus.
"No puedo sino pronunciar unas palabras de despedida para quienes fueron mis hermanos Carlos Gustavo (Ramus) y Fernando Luis (Abal Medina), que eligieron el camino más duro y difícil por la causa de la dignidad del hombre. No podemos seguir con indefinición y con miedo, sin comprometernos. Recuerdo cuando con Carlos Gustavo hicimos un viaje al norte del país y allí lo ví llorar desconsolado al ver la miseria y el triste destino de los hacheros. Fue fiel a Cristo, tuvo un amor concreto y real por los que sufren; se comprometió con la causa de la justicia, que es la de Dios, porque comprendió que Jesucristo nos señala el camino del servicio. Es un ejemplo para la juventud, porque tenemos que luchar para alcanzar la sociedad justa y superar el mecanismo que quiere convertirnos en autómatas. Que este holocausto nos sirva de ejemplo". (Agencia Paco Urondo)