Carta abierta a Jorge Lanata, por Guillermo Fernández
Por Guillermo Fernández
Estimado Jorge:
Le escribo en nombre de los artistas que permanentemente somos agredidos por mostrar simpatía por este gobierno, porque adherirnos a un proyecto de país diferente al que usted pretende.
Cuando malintenciona o inventa informes acerca de políticos, empresarios o intelectuales, como el caso de los bolsos de Boudou, cargados con dinero viajando al Uruguay, las bóvedas de Lázaro Baez, la escala de la Presidenta de la Nación en una isla para dejar valijas atestadas con dólares o tantas otras infamias, se enfrenta a pesos pesados, que poseen una estructura en defensa, y un soporte espiritual enorme.
Inclusive cuando manipula números de contratos, declarando cifras de compañeros como Victor Hugo Morales, allí se enfrenta con un profesional de su talla, un hombre con una capacidad inusitada para defender una postura, además de la honestidad e integridad que lo respaldan. Allí Jorge, usted está batallando casi de igual a igual, aunque entendiendo el poder hegemónico que lo ampara, no parece ser tan así. Siento que cuando en la Argentina se habla de Medios de Comunicación, el oficialismo son ustedes.
Sin embargo, cuando entra en nuestro espacio, entra en un terreno donde la sensibilidad impera, donde la capacidad de contraataque es escasa, sin la artillería pesada de producción que usted posee para armar las investigaciones. Esto, no otorga derecho a cometer actos de corrupción, pero tampoco a manipular informes para poner a un sector de la población en contra de sus queridos artistas.
Usted Jorge, posee la capacidad de manejar un sinnúmero de recursos, tiene la posibilidad de enfrentarse al Poder Ejecutivo, a los Ministerios, a cualquier organismo oficial, al INCAA, hasta inventar que el ARSAT 1 está cargado con cocaína puesto que el Gobierno Nacional opera con narcos de otros planetas, usted tiene todo eso y mucho mas. Debería darse cuenta que inviste un caparazón extra, que no tenemos. Allí Jorge, entre artistas, usted se mueve como lobo salvaje en un corral, como Bush en terreno afghano.
Cuando un artista sale a la calle y es injuriado por una señora descerebrada debido a sus malintencionados informes la angustia se instala, raudamente, sin filtro previo, la tristeza ingresa y paraliza.
Por eso, le pido que cuando suba a los tablados del Maipo o a los escenarios de su programa de Stand Up, no olvide que usted es un periodista militante, los artistas estamos en otro espacio.
P.D. A veces siento que puedo adivinar el desasosiego de Enrique Santos Discépolo, cuando agonizaba de angustia, mientras mucha gente se iba preparando para saludar desde las terrazas porteñas a los aviones que iban a bombardear Plaza de Mayo.