El fraude de Franja Morada con la FUA
Por Matías Caciabue*
A fin del cierre del primer semestre, el pasado 25 y 26 de junio, el radicalismo universitario volvió a falsear la historia del Movimiento Estudiantil Argentino. La Franja Morada dibujó una vez más lo que ellos entienden por “Federación Universitaria Argentina”, a la cual convirtieron en un sello manejado de manera fraudulenta y prebendaría, borrando la historia de lucha del gremio nacional de los estudiantes.
Desde hace años, la FUA es un sello dirigido por la Franja Morada a partir de escrutinios de Centros de Estudiantes truchos, designación de delegados de manera arbitraria, Universidades –donde la Franja no existe- subrepresentadas o no representadas, sistema electoral tramposo, autoritarismo y vaciamiento.
Esto no es nuevo. Así se comporta la primera minoría estudiantil desde hace años debido a que el resto de las fuerzas estudiantiles están más preocupadas por arreglar que por disputarle a un equipo dueño de la pelota, del árbitro y de la institucionalidad gremial que debería controlarlo.
Ese manejo fraudulento de La Franja, acompañado siempre por el desmanejo cómplice –o en su defecto, poco provechoso- de las otras fuerzas estudiantiles, se reactualiza en tiempos donde vivimos una nueva situación política y social para la Argentina y su Universidad Pública: la restauración neoliberal que impulsa el gobierno de la Alianza Cambiemos (Pro+UCR+CC), del cual los morados forman parte como la organización política juvenil más grande.
Como Movimiento de Participación Estudiantil (MPE) decide no legitimar una vez más el Congreso de elección de autoridades de la FUA, acorde a sus que sus principios políticos no son moneda de cambio en un proceso tan viciado que, por sí mismo, no puede cambiarse. Algunos compañeros podrán imputar el error táctico de no participar, pero es preferible eso a cometer el error estratégico de no construir –antes de dar la batalla- el necesario escenario de fuerzas favorables en un contexto de repliegue y dispersión de las fuerzas populares. Los errores tácticos se sortean, los errores estratégicos se pagan caro.
Por estas razones es necesario promover la construcción de ese escenario de fuerzas, de vocación programática y unitaria de las organizaciones estudiantiles dispuestas a transformar la realidad, para realizar, al mismo tiempo, un doble movimiento: que democratice las instancias de participación del Movimiento Estudiantil Argentino, reconociendo las estructuras de participación de todas y cada una de las universidades, arme y reconstruya las Federaciones Regionales, y promueva instancias de participación nacional como Jornadas, Encuentros, Consejos Nacionales de Centros, etc; y otro, que articule un Programa de organización y lucha contra la política de un Gobierno de entrega nacional y ajuste social, dispuesto a avanzar sobre la educación pública argentina con políticas neoliberales y de mercantilización de la Educación Superior.
Esa construcción, estratégica y programática, tiene que empezar a parir espacios de convergencia estables y duraderos entre las organizaciones dispuestas a defender a la Educación y al país, para construir “desde abajo” un Movimiento Estudiantil dispuesto a luchar. Tal cual lo señala la historia, el éxito de las querellas a dar depende de hacer converger al Movimiento Estudiantil con los Trabajadores y el Pueblo. Como diría el compatriota John William Cooke, “Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente. Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria para luchar con éxito”.
*Mesa Nacional del Movimiento de Participación Estudiantil