Hoy cumpliría 82 años Francisco "Paco" Urondo
Juan Gelman lo definió como "uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento. Sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra." Esta Agencia de Noticias lleva su nombre como homenaje al luchador incansable y comprometido con su tiempo como fue Paco, quien es recordado junto a sus colegas Rodolfo Walsh o Haroldo Conti por luchar con la prosa y el cuerpo al punto de dar la vida por oponerse al sistema opresor que se buscó instaurar en la década de los años '70 y que finalmente se logró imponer con todo su esplendor en la década de los '90. Paco Urondo murió asesinado en Guaymallén, Mendoza, el 17 de junio de 1976, enfrentando a la genocida dictadura militar. Su esposa Alicia Raboy fue secuestrada y desaparecida en ese mismo hecho. "Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez.
Poema "Muchas Gracias"
Sirve y me inclino
ante tu palabra, luz de mi pensamiento.
Abrirán las puertas, dejarán entender: los artistas,
los intelectuales, siempre han
sacudido el polvo de la realidad; descubrieron
caminos, emancipaciones
que no siempre lograron recorrer: era
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto
– convengamos–, otras palabras son, bajar
la corredera de la mira, buscar con el guión
y dar justamente sobre algo que puede
moverse; un bulto,
un meneo a menos de cien metros
de tu corazón vulnerable, también enemigo.
La suerte ha dejado aquí de andar
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las
flagrancias: esa mano
allí, esta codicia; el miedo y otras mezquindades se pusieron
en evidencia y el amor
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie
pudo negar que en este país, en este
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.
Aquí estoy perdiendo amigos, buscando
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente
la vida, queriendo respirar
trozos de esperanzas,
bocanadas de aliento; salir
volando para no hacer agua, para
ver toda la tierra y caer en sus brazos.
La verdad es la única realidad
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973