La criminología del ignorante

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La criminología del ignorante

30 Septiembre 2014

Por Yael Crivisqui

Todos y todas, en mayor o menor medida, hemos asistido como espectadores al fenómeno de la criminología mediática, de la cual muchos adherirán y otros no lo haremos. La criminología mediática es la forma más acabada de simplificar una cuestión tan compleja como la inseguridad ganando consenso en los sectores medios de la población, en "la gente” más indignada. Opera de forma irresponsable y construye la figura de los “buenos y malos”. De esta manera destruye el concepto de Justicia proveniente de la Constitución Nacional y arma una nueva forma de concebirla basándose en premisas como “la mano dura”  y un sinfín de frases con connotaciones que siempre tendrán salidas por derecha.

Los grandes portavoces de la criminología mediática no son solo los medios de comunicación sino también una fracción importante del poder político que la aprovecha estratégicamente como una manera de captación de votos.  El cansancio, la sumisión, la manipulación, la necesidad de protección urgente y la miopía de que el país es una selva, han generado en algunos sectores de la población civil discursos punitivistas  que se ven amparados en modelos de gestión que plantean ciertos funcionarios creando la ilusión óptica de efectivos, como por ejemplo, todo- parecería- que se arregla con más policías en la calle, si bajamos la edad de imputabilidad o pedimos condenas más duras. Para esta parte de la dirigencia política la partida está ganada,  con “la gente” asustada -miedo gran negocio mundial- desesperada y violentada, nada más favorable que mostrar un show televisivo con grandes montadas policiales, cámaras de seguridad y un buen discurso estigmatizarte-criminalizador para que los números electorales se eleven.

Lo que la criminología mediática en complicidad política omite es que la violencia institucional es atroz, no hablan de crear políticas públicas en materia de seguridad que permitan procedimientos, si quiera micro, sino macro de procesos de conocimiento de las causantes de los delitos para operar directamente y poder prevenir,  no se habla tampoco del tejido criminal más grande que es el que estimula el eslabón más pequeño de la delincuencia, como el que tiene protección gubernamental: la policía; ni hablar de las corporaciones económicas.  Nada se dice de ello, porque lo que funciona en tiempos de ceguera  es el exterminio penal y punitivo.

La criminología del ignorante fue parida desde los ATAJOS (Programa de Acceso Comunitario a la Justicia),  deja a un costado los manuales y no ve televisión, escucha a los vecinos de los barrios y  villas donde el sistema penal y las fuerzas de seguridad castigan a diario. Está interesada en saber qué piensan los vecinos que viven allí sobre la Justicia, la policía, los delitos, etc. De esa manera propone un dialogo con el otro, lejos de la horizontalidad, una reflexión ardua, comparte herramientas de derechos y prevención.

La criminología del ignorante es una muy buena iniciativa estatal para comenzar a subsanar, si se quiere, tanta carroña que larga la criminología mediática; es una manera de acercarse por parte de quienes se han formado en el campo de la justicia y el derecho,  a quienes padecen cotidianamente el discurso dominante y la desidia política.

Julián Axat, director de Acceso a la Justicia, explica en el programa de los seminarios en las escuelas de la Villa: “La civilización y la barbarie son dos categorías que hacen agua en términos de criminología Sarmientina, pues son los pobres los que saben más sobre la policía que cualquier tratadista, porque sus cuerpos están marcados de miedos y cachiporras, de hostigamientos y apremio. Pero también de la injusticia (nunca de la justicia) de que todo siga igual, y así la naturalización de una (supuesta) ignorancia que es inteligencia inconsciente de un padecimiento (corporal) puede despertarse (emanciparse), exhibir la propia carne, la marca del verdadero saber que un especialista solo infiere en abstracto o sistematiza preguntando quién lleva las marcas”

De ninguna manera debe ser la criminología mediática la que arme la agenda pública de las problemáticas a resolver, mucho menos como sociedad podemos seguir abdicando ante funcionarios públicos liberales que pretendan actuar jurídicamente de la manera más reaccionaria posible. El camino quizá este en un enfoque desde la criminología de la ignorancia y desde conducciones políticas que profundicen sus capacidades en gestiones  menos dañinas y más reparadoras.