Piden la libertad de Milagro Sala, Oscar López Rivera, Simón Trinidad y Abdullah Öcalan
Por Lois Pérez Leira
Estos días después de la muerte de Marcos Ana, pasaron por mi mente muchos poetas, que estuvieron largos años de su vida presos, por jugar con la palabra y explotar en mil colores. Por hablar de la libertad y desear el amor fuera de las rejas. Como dijera Marcos Ana:
¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Recordé a Nazım Hikmet poeta turco que nos decía "Soy poeta, / voy silbando por las calles / y dibujando en las paredes /mis poemas en forma de rayos...".
Me di cuenta que el Che y yo teníamos la misma pasión por este poeta. Luego me retumbaron los poemas de Miguel Hernández cuando gritaba al mundo, desde las cárceles franquistas:
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan.
Uno a uno fueron pasando los presos por mis recuerdos, como fotogramas en blanco y negro de las injusticias cometidas. También recordé a los presos comunistas, que utilizaban la palabra para hablar bien alto. Para que se escucharan los gritos desesperados de tantos siglos.
Mientras los carceleros del sistema, los intentaban callar, con torturas que muchas veces terminaban en la muerte o con largas condenas, como a Nelson Mandela.
Quizás desde mi inicio como militante comunista, las cárceles fueron mi obsesión. Mi abuela Flora estuvo presa durante 4 años, en Saturrarán (Euzkadi) por ser “Roja” en el 36. Mi abuelo Agustín Leira, por el mismo delito, 3 años.
El sindicalista gallego Cesar Ollero, me contó su historia en el Campo de Concentración de la Isla Martín García, en la Argentina en 1943. Luego me prestó el libro de Jorge Amado “Los subterráneos de la libertad”, sobre la vida y la cárcel de Luis Carlos Prestes en el Brasil. Recordé a su compañera la comunista alemana Olga Benario, que después de soportar la cárcel, fue deportara a la Alemania nazi, donde fue enviada al campo de exterminio de Bernburg, en donde fue asesinada en una cámara de gas.
Mientras que en la juventud comunista aegentina, hacíamos pintadas por la libertad de Agustín Tosco e Isolina Méndez. Por aquellos años las cárceles estaban llenas de miles de jóvenes revolucionarios, como en Devoto, en el Chaco o en Trelew etc.
La historia de la humanidad, es la historia también de las cárceles, del instrumento que tienen las clases dominantes para silenciar la verdad y matar todos los días, a los que luchan y se rebelan.
Hace algunos años el mundo reclamaba por los 5 cubanos antiterroristas presos injustamente en los EEUU. Esta lucha bajo la conducción directa de Fidel Castro, logró su objetivo. Pero aun existen miles de presos en todo el mundo. Presos que debemos de liberar de esos barrotes inmundos. Allí está el patriota revolucionario kurdo, Abdullah Öcalan en las cárceles turcas. El revolucionario portorriqueño Oscar López Rivera, toda una vida en las garras del imperio, por luchar por un Puerto Rico Independiente. O Simón Trinidad, revolucionario colombiano extraditado y preso ilegalmente en los EEUU. También quiero recordar al revolucionario venezolano Ilich Ramírez Sánchez “Carlos” que lleva una vida preso.
Siguen centenares de patriotas vascos, gallegos, militantes sociales, en las cárceles de los borbones. En la Argentina sin juicio y violando todos los derechos humanos esta presa la líder social y política Milagro Sala. Sería muy larga la lista de miles y miles de presos políticos en todo el mundo.
Mientras los recordaba a algunos de ellos y leía alguna que otra poesías de su autoría pensaba ¿No estará faltando refundar el Socorro Rojo Internacional?. Aquel Socorro que acudía a la solidaridad activa con los presos políticos.
¿Podemos dejar en las cárceles que se pudran en vida a estos compañeros y compañeras? ¿O es necesario como se hizo con los 5 patriotas cubanos, realizar campañas internacionales para que cada uno de estos compañeros, puedan recobrar la libertad? Esta es una tarea pendiente de la izquierda y no es secundaria.
Mientras pensaba y me indignaba con la vida y conmigo mismo, por hacer muy poco por ellos. Me puse a leer una de las poesías de mi poeta preferido Nazım Hikmet.
El quinto día de una huelga de hambre
Si no consigo expresar bien, hermanos,
Lo que quiero decirles,
Tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de hambre.
Hermanos,
Los de Europa, los de Asia, los de América:
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.
Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron,
Ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos, lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.
Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de morir.
Si soy asesinado,
Sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso,
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson
Y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante risa del camarada,
Entre los cargadores portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad, hermanos,
Yo soy feliz, feliz a rienda suelta.