Ensayo sobre la prudencia mediática
Por Omar Zanarini*
Hace rato que el campo de batalla fue redefinido por los teóricos de la guerra, lejos de ser la calle arena - irremplazable - de la lucha política, la mente de nuestros pueblos pasó a ser el terreno a conquistar. Nada nuevo bajo el sol. O si? En el teatro de operaciones, los estados imperialistas y la banca internacional serían los generales, los medios hegemónicos serían las usinas desde donde salen los mensajes y los cagatintas, los agentes que reelaboran y digieren los relatos para que lleguen masticados a las audiencias, que según creen, son pasivas. En esta pandemia, donde confinados a la cuarentena y pasando muchas horas frente a una pantalla, somos pichones listos para que jueguen al tiro al blanco. Así, todo producto de actualidad se vuelve terreno fértil para bajar su línea y picar con la discordia la moral del pueblo argentino.
Con las coordenadas claras, los profetas del odio saben dónde apuntar. Ya no son discursos electorales los que animan a los representantes del colonialismo, bregando por el Estado neoliberal que supieron construir. Y tampoco elaboran mensajes directivos que apuntalen el "lawfare", o la guerra judicial, contra Cristina. (Es que el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández, se llevó puesto al "big data" y a la "posverdad". Decía el general que no hay nada más ideológico que el bolsillo y cuando la gente se da cuenta de ello, se empareja con el pueblo y vota en defensa propia).
Hoy los discursos van dirigidos a hacer fracasar el esfuerzo nacional de la guerra contra la pandemia y de minar toda iniciativa para avanzar en la recuperación de la tierra arrasada que la administración colonial de Mauricio Macri nos legó. Y es que en la Sociedad de la información, la vertiginosidad con la que circulan los mensajes abre la puerta a que los mecanismos se simplifiquen, se amplifiquen y lleguen más rápido los relatos. El gobierno atento anticipó la maniobra y no dudó en poner sobre la mesa un concepto que permite dar cuenta de la ofensiva ideológica de la antipatria: infodemia
Infodemia: la guerra que busca generar miedo y desmoralizar
Estamos atravesando sin duda un momento en donde los niveles de mediatización alcanzan picos de exposición de las audiencias. No es de asombrarse, la cuarentena llevó a que se trabaje desde casa, o mejor dicho, que todas las rutinas que otrora se realizaban puertas afuera, terminen realizándose frente a una pantalla. Y esto es un dato que no se les escapa a quienes, en su esfuerzo diario, conspiran contra la felicidad del pueblo.
Conocen los mecanismos mediáticos de construcción de sentido, de consensos y de elaboración de imaginarios sociales. En ese esfuerzo persisten con la clara intención de reinscribir en una correlación de fuerzas la idea que siguen siendo los que validan los procesos. En esa validación pretenden producir los efectos que lleve al conjunto del pueblo a confrontar con el esfuerzo nacional del aislamiento social. Pero los pueblos no se suicidan.
Las mediciones públicas que se realizaron en torno a cómo el gobierno de Alberto Fernández viene conduciendo la "guerra" contra el COVID19, lo posiciona con más de un 80% de imagen positiva.
No hay nada nuevo a la hora de operar. Los mensajes que construyen son claros. Apuntan a poner lo emotivo por sobre la información racional y veraz. No les interesa más que generar coordenadas discursivas para que aquellos que ya cargan con el prejuicio antipopulista tengan de donde sacar argumentos para insuflar de ira su propio odio.
Lo que parece el simple ejercicio de una empresa periodística, no es más que la sabia organización de la ignorancia, del miedo y la desmoralización del pueblo en un bombardeo constante de desinformación, que apunta a controlar las mentes y los corazones de los incautos. Así hablaron de la falta de sensibilidad del gobierno con “los jubilados”, de la opresión del Estado en “Villa Azul”, y la cruzada “anticuarentena” también fue sazonada con esa intención.
Cuarta generación y quinta a fondo
La idea de "guerra silenciosa" contra un "enemigo invisible", como definió el presidente Alberto Fernández a la pelea contra el COVID19, bien puede asimilarse a la idea de Guerra de Cuarta Generación y con ella la estrategia de quienes se valen de ella para inocular deseos y temores para agitar el malestar. En este sentido, el concepto de infodemia nos sirve para caracterizar ésta etapa de la ofensiva ideológica que responde tangencialmente a los sectores del poder financiero internacional a fin de condicionar al gobierno de Alberto Fernández. No sea cosa de que se asuma plenamente peronista (atiéndase la ironía).
La agitprop en ese sentido está a la orden del día. Y los medios hegemónicos mantienen su línea de masas intacta: mantener la grieta hasta en momentos en donde la patria está en peligro, y en esa línea dura agitan la idea, odiosa, de infectadura. Viviremos y venceremos
Las comparaciones odiosas con la República Bolivariana de Venezuela no son nuevas. Ya desde antes de la derrota electoral del 2015 (que abrió la puerta a una restauración oligárquica exprés), la estrategia de romper con la unidad latinoamericana mediante la ofensiva del “Lawfare”, fue armando retóricas de deslegitimación de los procesos populares mediante la instalación de la idea que en el país del comandante Chavez se vive una dictadura. De allí, toda comparación con la república hermana, tiende a generar en el imaginario la idea que vamos rumbo a ese mismo destino que construyeron desde las usinas mediáticas.
Lo que buscan es generar el efecto de que todo lo que exprese intervención estatal debe quedar marginado, combatido y derrotado, cosa que no haya malos ejemplos que pueda perturbar los intereses de las grandes corporaciones y los Estados imperialistas. Ellos que ponderan la ganancia por sobre el mercado, son los únicos que pueden valerse de los Estados para intervenir con normativas propuestas por sus personeros para seguir liquidando las naciones. Y en consecuencia actúan.
Son varias las operaciones mediáticas que dan cuenta del mecanismo descripto. Una de las intervenciones más potentes del presidente Alberto Fernández fue durante el anuncio de la cuarentena, donde dejó en claro cuál sería la posición del gobierno nacional ante la falsa disyuntiva que desde las grandes usinas mediáticas pretendían instalar como dilema: la vida de los argentinos y argentinas o el mercado y sus personeros. El jefe de Estado fue contundente en su respuesta: “Si el dilema es la economía o la vida, yo elijo la vida. Después veremos cómo ordenar la economía". A lo que vale responder: “Viviremos y Venceremos”.
De las tareas burguesas a la comunidad organizada
La respuesta mediática y de uno de los representantes del establishment no tardó en llegar. Al día siguiente uno de los empresarios de mayor incidencia en las finanzas locales actuó y habilitó la primera ofensiva política contra el gobierno: Paolo Rocca, respondió despidiendo a más de 1400 trabajadores de Techint. Desde ese momento, los medios hegemónicos rompieron la tregua con el gobierno, si es que alguna vez hubo una, y allí se resolvieron con su ofensiva. Argentina retomaba su senda a convertirse en Venezuela.
El otro hito es más reciente y las analogías con el país hermano adquirieron otra connotación: el anuncio de intervenir y expropiar a Vicentín, una de las empresas cerealeras más importantes del mundo, que aprovechando su vínculo estrecho con la clase en el poder durante el gobierno de Mauricio Macri, se hizo de más de 300 millones de dólares del Banco Central para luego fugarla y posteriormente declarar su quiebra. Si con el solo hecho de ser un gobierno peronista y haber puesto la vida de nuestros compatriotas por sobre el mercado, emulaba la senda de Chavez, ahora que anunciaba la intervención y expropiación de Vicentina, pasaba a convertirse en un gobierno comunista.
Construcción mediática y de los sectores de la oposición que ponen en escena un relato que solo hace daño y no se condice con el apoyo que concitó dicha medida. Salvo sectores vinculados a Clarin y a la Sociedad Rural, se expresaron en contra. Como señala Gabriel Fernández, en una reciente nota publicada en La Señal: “El respaldo a la decisión oficial de intervenir y promover la expropiación de Vicentin surgió de todas las centrales sindicales y sociales, de la CGE, la CGI, las distintas asociaciones pymes, las cooperativas, pero también una parte de la UIA y hasta la misma Federación Agraria Argentina, entre otros protagonistas de la vida económica nacional”. A por ellos.
La ofensiva es clara y claro es el mecanismo por el cual los sectores enemigos de los intereses populares desmoralizan y desgastan. Desmoralizar, decía Jauretche, es el arte de nuestros enemigos, porque saben que los pueblos tristes no vencen. Es preciso, entonces, estar atentos y prudentes para no volverse permeables a los discursos mediáticos con los que nos bombardean. Apagar la tele es una buena opción, encender medios populares tiene que ser el reflejo. Y luchar siempre, siempre, con alegría!
*Periodista Radio Gráfica - Lic. en Comunicación Social (UBA)